domingo, 29 de abril de 2018

¿Me dejo engañar por las señales? Reflexiones para el blog.


El pasado viernes 26 de Abril (2018), comparto con Ana Belén, una querida compi de güasa que sé que está interesada en los temas de sincronías, señales, numerología … un texto de David Topí que siento le va a interesar:

"""Así que puede haber “coincidencias” que sean para ayudarte, orientarte, hacerte llegar algo, y puede haber manipulaciones en tu realidad que parecen lo mismo pero son para desorientarte, alejarte de algo, entorpecer tu camino, etc. ¿Cómo distinguirlas? Sintiendo, viendo y percibiendo las energías de lo que te sucede, como te hacen sentir, si hay algo que no te cuadra, si algo no termina de resonarte en esos encuentros o situaciones “causales”, etc. Y luego, aprendiendo a pedir a tu YS ayuda y guía para que puedas orientarte por la vida siguiendo las pistas que te pone y las señales que te envía de la forma más nítida, clara e inequívoca posible."""
David Topí. 

"""Me acordé de ti al leerlo."""
Le comparto a Ana Belén.

Me he acordado de que, en diferentes situaciones de mi vida, he sentido que había señales que me llevaban a un lugar/persona determinada. Al cabo de un tiempo más o menos largo, hago realidad de que esas “señales”, o lo que yo he considerado como tales, no tienen la lectura que yo le había dado. No solamente yo, sino otras personas con las que he compartido el caso. 

Me ha vuelto a pasar hace pocos días. Dado que me gusta mucho la numerología, me dejé llevar por los números y llegué a creer en algo, aparentemente, muy fantástico para la mente terrícola. Como sigo siendo muy crédula y confiada, me decía, una y otra vez: “Esto puede ser cierto”. Hasta que la realidad se ha impuesto a mis … ¿alucinaciones?

Como comparto, al principio, y siempre basándome en que “Todo puede ser cierto” y no voy a consentir más limitaciones de mi mente (en ello estoy), creo a pies juntillas lo que se me manifiesta, aunque mi mente terrícola me dice que es demasiado bueno para ser verdad. Yo le recuerdo: “Confía”. El quid de la cuestión es no aferrarse a lo que pienso que creo y saber dis-cernir (separar las cosas y decidir) cuando es "una manipulación de mi realidad" de quienes ya sabemos que andan moviendo los hilos en la sombra (se les conoce con varios nombres: "Gobierno en la sombra", "Nuevo Orden Mundial", "Estado Profundo" ...) o una Realidad que me envía mi Yo Superior.

Fdo: Encarna G M 





Los 4 Acuerdos (15). El 4º Acuerdo: Haz siempre lo máximo que puedas.

Cuando haces lo máximo que puedes, no le das al Juez la oportunidad de que dicte sentencia y te considere culpable. Si has hecho lo máximo que podías y el Juez intenta juzgarte basándose en tu Libro de la Ley, tú tienes la respuesta: “Hice lo máximo que podía”. No hay reproches. Esta es la razón por la cual siempre hacemos lo máximo que podemos. No es un acuerdo que sea fácil de mantener, pero te hará realmente libre.

Cuando haces lo máximo que puedes, aprendes a aceptarte a ti mismo, pero tienes que ser consciente y aprender de tus errores. Eso significa practicar, comprobar los resultados con honestidad y continuar practicando. Así se expande la conciencia.

Cuando haces lo máximo que puedes no parece que trabajes, porque disfrutas de todo lo que haces. Sabes que haces lo máximo que puedes cuando disfrutas de la acción o la llevas a cabo de una manera que no te repercute negativamente. Haces lo máximo que puedes porque quieres hacerlo, no porque tengas que hacerlo, ni por complacer al Juez o a los demás.

Si emprendes la acción porque te sientes obligado, entonces, de ninguna manera harás lo máximo que puedas. En ese caso, es mejor no hacerlo. Cuando haces lo máximo que puedes, siempre te sientes muy feliz, por eso lo haces. Cuando haces lo máximo que puedes por el mero placer de hacerlo, emprendes la acción porque disfrutas de ella.

La acción consiste en vivir con plenitud. La inacción es nuestra forma de negar la vida, y consiste en sentarse delante del televisor cada día durante años porque te da miedo estar vivo y arriesgarte a expresar lo que eres. Expresar lo que eres es emprender la acción. Puede que tengas grandes ideas en la cabeza, pero lo que importa es la acción. Una idea, si no se lleva a cabo, no producirá ninguna manifestación, ni resultados ni recompensas.

La historia de Forrest Gump es un buen ejemplo. No tenía grandes ideas, pero actuaba. Era feliz porque hacía lo máximo que podía en todo lo que emprendía. Recibió importantes recompensas que no había esperado. Emprender la acción es estar vivo. Es arriesgarse a salir y expresar tu sueño. Esto no significa que se lo impongas a los demás, porque todo el mundo tiene derecho a expresar su propio sueño.

Hacer lo máximo que puedas es un gran hábito que te conviene adquirir. Yo hago lo máximo que puedo en todo lo que emprendo y siento. Hacerlo se ha convertido en un ritual que forma parte de mi vida, porque yo escogí que así fuese. Es una creencia, como cualquier otra de las que he elegido tener. Lo convierto todo en un ritual y siempre hago lo máximo que puedo. Para mí, ducharse es un ritual; con esta acción le digo a mi cuerpo lo mucho que lo amo. Disfruto al sentir el agua correr por mi cuerpo. Hago lo máximo que puedo para que las necesidades de mi cuerpo se vean satisfechas, para cuidarlo y para recibir lo que me da.

En la India celebran un ritual denominado puja. En él cogen unas imágenes que representan a Dios de muy diversas maneras y las bañan, les dan de comer y les ofrecen su amor. Incluso les cantan mantras. Las imágenes no son importantes en sí. Lo que importa es la forma en que celebran el ritual, el modo en que dicen: “Te amo, Dios”.

Dios es vida. Dios es vida en acción. La mejor manera de decir: “Te amo, Dios”, es vivir haciendo lo máximo que puedas. La mejor manera de decir: “Gracias, Dios”, es dejar ir el pasado y vivir el momento presente, aquí y ahora. Sea lo que sea lo que la vida te arrebate, permite que se vaya. Cuando te entregas y dejas ir el pasado, te permites estar plenamente vivo en el momento presente. Dejar ir el pasado significa disfrutar del sueño que acontece ahora mismo.

Si vives en un sueño del pasado, no disfrutas de lo que sucede en el momento presente, porque siempre deseas que sea distinto. No hay tiempo para que te pierdas nada ni a nadie, porque estás vivo. No disfrutar de lo que sucede ahora mismo es vivir en el pasado, es vivir sólo a medias. Esto conduce a la autocompasión, el sufrimiento y las lágrimas.

Naciste con el derecho de ser feliz. Naciste con el derecho de amar, de disfrutar y de compartir tu amor. Estás vivo, así que toma tu vida y disfrútala. No te resistas a que la vida pase por ti, porque es Dios que pasa a través de ti. Tu existencia prueba, por sí sola, la existencia de Dios. Tu existencia prueba la existencia de la vida y la energía.

No necesitamos saber ni probar nada. Ser, arriesgarnos a vivir y disfrutar de nuestra vida, es lo único que importa. Di que no cuando quieras decir que no, y di que sí cuando quieras decir que sí. Tienes derecho a ser tú mismo. Y sólo puedes serlo cuando haces lo máximo que puedes. Cuando no lo haces, te niegas el derecho a ser tú mismo. Esta es una semilla que deberías nutrir en tu mente. No necesitas muchos conocimientos ni grandes conceptos filosóficos. No necesitas que los demás te acepten. Expresas tu propia divinidad mediante tu vida y el amor por ti mismo y por los demás. Decir: “Eh, te amo”, es una expresión de Dios.

Los tres primeros acuerdos sólo funcionarán si haces lo máximo que puedas. No esperes ser siempre impecable con tus palabras. Tus hábitos rutinarios son demasiado fuertes y están firmemente arraigados en tu mente. Pero puedes hacer lo máximo posible. No esperes no volver nunca más a tomarte las cosas personalmente; sólo haz lo máximo que puedas. No esperes no hacer nunca más ninguna suposición, pero sí puedes hacer lo máximo posible.

Si haces lo máximo que puedas, hábitos como emplear mal tus palabras, tomarte las cosas personalmente y hacer
suposiciones se debilitarán y con el tiempo, serán menos frecuentes. No es necesario que te juzgues a ti mismo, que te sientas culpable o que te castigues por no ser capaz de mantener estos acuerdos. Cuando haces lo máximo que puedes, te sientes bien contigo mismo aunque todavía hagas suposiciones, aunque todavía te tomes las cosas personalmente y aunque todavía no seas impecable con tus palabras.




domingo, 22 de abril de 2018

Los Cuatro Acuerdos (14). El 4º Acuerdo: Haz siempre lo máximo que puedas.

Sólo hay un acuerdo más, pero es el que permite que los otros tres se conviertan en hábitos profundamente arraigados. El Cuarto Acuerdo se refiere a la realización de los tres primeros: Haz siempre lo máximo que puedas.

Bajo cualquier circunstancia, haz siempre lo máximo que puedas, ni más ni menos. Pero piensa que eso va a variar de un momento a otro. Todas las cosas están vivas y cambian continuamente, de modo que, en ocasiones, lo máximo que podrás hacer tendrá una gran calidad, y en otras no será tan bueno. Cuando te despiertas renovado y lleno de vigor por la mañana, tu rendimiento es mejor que por la noche cuando estás agotado. Lo máximo que puedas hacer será distinto cuando estés sano que cuando estés enfermo, o cuando estés sobrio que cuando hayas bebido. Tu rendimiento dependerá de que te sientas de maravilla y feliz o disgustado, enfadado o celoso.

En tus estados de ánimo diarios, lo máximo que podrás hacer cambiará de un momento a otro, de una hora a otra, de un día a otro. También cambiará con el tiempo. A medida que vayas adquiriendo el hábito de los cuatro nuevos acuerdos, tu rendimiento será mejor de lo que solía ser.

Independientemente del resultado, sigue haciendo siempre lo máximo que puedas, ni más ni menos. Si intentas esforzarte demasiado para hacer más de lo que puedes, gastarás más energía de la necesaria, y al final tu rendimiento no será suficiente. Cuando te excedes, agotas tu cuerpo y vas contra ti, y por consiguiente te resulta más difícil alcanzar tus objetivos. Por otro lado, si haces menos de lo que puedes hacer, te sometes a ti mismo a frustraciones, juicios, culpas y reproches.

Limítate a hacer lo máximo que puedas, en cualquier
circunstancia de tu vida. No importa si estás enfermo o cansado, si siempre haces lo máximo que puedas, no te juzgarás a ti mismo en modo alguno. Y si no te juzgas, no te harás reproches, ni te culparás ni te castigarás en absoluto. Si haces siempre lo máximo que puedas, romperás el fuerte hechizo al que estás sometido.

Había una vez un hombre que quería trascender su sufrimiento, de modo que se fue a un templo budista para encontrar a un maestro que le ayudase. Se acercó a él y le dijo: “Maestro, si medito cuatro horas al día, ¿cuánto tiempo tardaré en alcanzar la iluminación?”. EL maestro le miró y le respondió: “Si meditas cuatro horas al día, tal vez lo consigas dentro de diez años”.

El hombre, pensando que podía hacer más, le dijo: “Maestro, y si medito ocho horas al día, ¿cuánto tiempo tardaré en alcanzar la iluminación?”.

El maestro le miró y le respondió: “Si meditas ocho horas al día, tal vez lo lograrás dentro de veinte años”.

 “Pero ¿por qué tardaré más tiempo si medito más?”, preguntó el hombre. 

El maestro contestó: “No estás aquí para sacrificar tu alegría ni tu vida. Estás aquí para vivir, para ser feliz y para amar. Si puedes alcanzar tu máximo nivel en dos horas de meditación, pero utilizas ocho, sólo conseguirás agotarte, apartarte del verdadero sentido de la meditación y no disfrutar de tu vida. Haz lo máximo que puedas, y tal vez aprenderás que independientemente del tiempo que medites, puedes vivir, amar y ser feliz”.

Si haces lo máximo que puedas, vivirás con gran intensidad. Serás productivo, y serás bueno contigo mismo porque te entregarás a tu familia, a tu comunidad, a todo. Pero la acción es lo que te hará sentir inmensamente feliz. Siempre que haces lo máximo que puedes, actúas. Hacer lo máximo que puedas significa actuar porque amas hacerlo, no porque esperas una recompensa. La mayor parte de las personas hacen exactamente lo contrario: sólo emprenden la acción cuando esperan una recompensa, y no disfrutan de ella. Y ese es el motivo por el que no hacen lo máximo que pueden.

Por ejemplo, la mayoría de las personas van a trabajar y piensan únicamente en el día de pago y en el dinero que obtendrán por su trabajo. Están impacientes esperando a que llegue el viernes o el sábado, el día en el que reciben su salario y pueden tomarse unas horas libres. Trabajan por su recompensa, y el resultado es que se resisten al trabajo. Intentan evitar la acción; ésta entonces se vuelve cada vez más difícil, y esos hombres no hacen lo máximo que pueden.

Trabajan muy duramente durante toda la semana, soportan el trabajo, soportan la acción, no porque les guste, sino porque sienten que es lo que deben hacer. Tienen que trabajar porque han de pagar el alquiler y mantener a su familia. Son hombres frustrados, y cuando reciben su paga, no se sienten felices. Tienen dos días para descansar, para hacer lo que les apetezca, ¿y qué es lo que hacen? Intentan escaparse. Se emborrachan porque no se gustan a sí mismos. No les gusta su vida. Cuando no nos gusta cómo somos, nos herimos de muy diversas maneras.

Sin embargo, si emprendes la acción por el puro placer de hacerlo, sin esperar una recompensa, descubrirás que disfrutas de cada cosa que llevas a cabo. Las recompensas llegarán, pero tu no estarás apegado a ellas. Si no esperas una recompensa, es posible que incluso llegues a conseguir más de lo que hubieses imaginado. Si nos gusta lo que hacemos y si siempre hacemos lo máximo que podemos, entonces disfrutamos realmente de nuestra vida. Nos divertimos, no nos aburrimos y no nos sentimos frustrados.







domingo, 15 de abril de 2018

Discapacidad, karma y significado.


Discapacidad, karma y significado. 
(Jim Colbert –  EE. UU)

La pregunta del “por qué estoy yo discapacitado y otros no” es una pregunta que atormenta a muchas personas afectadas por alguna discapacidad. ¿Por qué yo? ¿Hay algún significado especial que deba entender? Y si es así, ¿cuál es? Por supuesto, estas preguntas van mucho más allá de la discapacidad. La sensación que se tiene de que: ‘Creo que debería hacer algo con esta vida’, pero ‘no estoy seguro de qué es’ - es algo de lo que mucha gente se lamenta.

La discapacidad conlleva cierto grado de sufrimiento. El 80% de los más de seis millones de personas discapacitadas que viven en países del Tercer Mundo pueden ser testimonios de ello. Los que no tienen dinero ni un sistema de apoyo muchas veces pasan hambre y viven en un ciclo interminable de privaciones. La difícil situación de los discapacitados implica en sí misma una pesada carga. La sociedad en general contempla la discapacidad con una mirada abatida. A pesar de sus importantes leyes federales, en los Estados Unidos la tasa de empleo para los discapacitados es del 41%. La mayoría están subvencionados por el gobierno. Con suficiente dinero y una familia de apoyo, muchas de las personas discapacitadas podrían salir adelante, adaptándose a la discapacidad y siendo independientes. Pero la gran mayoría de los discapacitados de la mayor parte del mundo viven sin dinero ni apoyo. Para los que cuentan con apoyo, éste suele proceder, por lo general, de los amigos o de la familia, que deben dedicar un gran esfuerzo para su cuidado. La discapacidad, pues, no implica sólo a millones de víctimas, sino también a millones de cuidadores.

Según James Carlton en su libro, ” Nada sobre nosotros, sin nosotros: Discapacidad, opresión y empoderamiento.”La gente con discapacidades sigue estando marginada en todo el mundo y vive en medio de la vergüenza y la miseria en poblaciones que carecen no sólo de recursos para ayudarles sino también de comprensión. Y como el número va aumentando, su situación empeora... La percepción normal es la de que no se puede hacer nada por los niños discapacitados. Es algo que tiene que ver con los prejuicios y con la idea anticuada de creer que es un castigo de Dios, de los espíritus malignos o la hechicería... Es una situación catastrófica en cuanto a los derechos humanos…Ellos [las personas discapacitadas] son un grupo sin poder alguno.”

Carlton más adelante escribe: Millones de personas con discapacidad se mueren de hambre, y muchas más están hambrientas. El subdesarrollo ha llevado a la miseria a cientos de millones de personas con discapacidad. Las personas con discapacidad son el grupo más pobre y aislado en los lugares más pobres y aislados.”

La pregunta “Por qué soy como soy y no tengo ni dinero ni apoyos”, equivale a decir, “¿por qué me ha tocado llevar este karma tan pesado?" Preguntarse sobre su significado puede parecer un lujo, dada la escasez de recursos necesarios para la supervivencia. No obstante, convendría recordar aquí la cita de Nietzsche: “El que tiene un POR QUÉ para vivir puede soportar casi cualquier CÓMO”. Una de las razones que suelen darse respecto al “por qué” de la discapacidad es que se trata de “una lotería”. Simplemente ha ocurrido así. La idea de la casualidad o coincidencia sería algo que muchos aceptarían. Simplemente estaba en el lugar equivocado en el momento equivocado. En otras palabras, la discapacidad no tiene ningún significado. En cierto sentido es la actitud que adoptan muchos de los discapacitados. A veces un discapacitado oye lo siguiente: “Eres muy valiente. Es extraordinario lo que haces, con la discapacidad que tienes. Yo no sería nunca capaz de hacerlo”. Es algo que carece de sentido para muchos discapacitados, porque simplemente están haciendo lo que pueden, dada su discapacidad. No ven que haya nada especial en ello. Sólo tratan de adaptarse a lo que se les ha dado.

La teoría de la 'casualidad' está muy extendida en la ciencia moderna. Tomemos, por ejemplo, la declaración de Edward O. Wilson - un científico ganador del Premio Nobel, que escribió lo siguiente en su libro, El Sentido de la Existencia Humana: "La humanidad surgió como un accidente de la evolución, un producto de mutación arbitraria y selección natural. Nuestra especie fue sólo el punto final de numerosos giros y vueltas en un solo linaje de primates del Viejo Mundo (prosimios, monos, simios, humanos) de los cuales existen hoy en día varios cientos de otras especies nativas. En otras palabras, la existencia en sí no tiene ningún “significado” y mucho menos la discapacidad. Todo ‘simplemente sucedió así’."

Otra teoría sobre el “por qué” de la discapacidad es la de que existe algún fallo intrínseco en la persona discapacitada. Puede que hayan pecado, o incluso peor, puede que tengan demonios. Dios les ha dado una prueba especial. Deben soportar lo que les ha sido dado para demostrarle a Dios que son dignos. En Levítico 21:17-23 leemos este pasaje: El Señor, hablando a Aaron, ‘Ninguno de tus descendientes ni de todas sus generaciones que tenga una imperfección puede acercarse a su Dios para ofrecerle alimento. Porque nadie que tenga un defecto se debe acercar, nadie que sea ciego o cojo, o que tenga la cara mutilada o una extremidad demasiado larga o que tenga el pie o la mano rota o un jorobado, o un enano, o un hombre con un defecto en los ojos o una enfermedad de picazón o costras’”.

En el Nuevo Testamento, Jesús sana a los discapacitados, pero lo hace expulsando a los demonios y/o perdonándoles por sus pecados. Esto supone que los discapacitados tienen pecados o demonios en contraposición a quienes no los tienen.

Kim E. Nielson, en su obra, Una Historia de los discapacitados de los Estados Unidos, hace una fuerte afirmación: “… la historia de la discapacidad ha sido con frecuencia una historia de estigmas y de orgullo negado en particular cuando la discriminación define la discapacidad y a las personas con discapacidades como defectuosas e inadecuadas, y cuando la discapacidad se utiliza para crear y justificar unas jerarquías. Las ideologías discriminatorias convierten el orgullo en algo difícil para las personas con discapacidad. Y como Clare ha escrito, 'El orgullo no es una cosa no esencial. Sin el orgullo, es mucho más probable que las personas con discapacidad acepten incondicionalmente la condición material diaria de la discriminación: desempleo, pobreza, educación segregada y deficiente, años encerrados en centros especiales, violencia perpetrada por cuidadores, falta de accesos. Sin el orgullo, la resistencia individual y colectiva a la opresión resulta casi imposible'. Pero el orgullo junto con la discapacidad no es algo fácil de conseguir. La discapacidad se ha impregnado de vergüenza, se ha vestido de silencio y se ha enraizado en el aislamiento.”

La esterilización forzada (más de 65 mil americanos en la década de 1960 (Kim E. Nielson) “y las leyes más restrictivas de la inmigración en la historia de los E.E.U.U. (restringiendo al discapacitado) forman parte de la historia de la discapacidad.”

En su discurso de 1923 sobre el Estado de la Unión, el presidente Calvin Coolidge proclamó, “América tiene que seguir siendo americana. Con este objetivo, es necesario seguir una política de inmigración restringida”. Dicho de manera más directa, esto significa que hay algo defectuoso en las personas con discapacidades y hay que esterilizarlas para que no se reproduzcan en la sociedad.

Si tratamos de tener en cuenta la teoría de la reencarnación, aunque juzguemos duramente la causa de las discapacidades físicas de las personas, podríamos decir que los discapacitados hicieron algo en una vida anterior. Sin embargo, si pensamos en la culpabilización de la víctima, ¿qué diferencia habría entre la evaluación de una persona discapacitada que está siendo castigada por los pecados de una vida anterior y la explicación bíblica según la cual arrostraban el mal del pecado original?

En lugar de considerar la discapacidad como un castigo por el pecado original o por los actos de una vida pasada, tal vez sería una perspectiva más elevada, que se tuviera realmente en consideración la teoría de la reencarnación, es decir, que la discapacidad es una oportunidad de equilibrar el karma.

En la revista Sunrise (febrero/marzo de 1982), Grace F. Knoche, autora teosófica, escribió un artículo titulado, “¿Es justa la vida?”. En él incluye un pasaje de una carta que recibió de uno de los lectores que decía: En algún lugar de una de las publicaciones recogí una idea que no me gusta nada. Puedo estar mal interpretando, pero creo que el concepto era la posible consideración de ver una aflicción congénita como un castigo por alguna transgresión de una reencarnación previa. Esa propuesta me parece muy injusta. El ser humano no puede saber nada de su vida anterior; entonces ¿de qué sirve el castigo si el castigado ni siquiera sabe, por ningún método fiable, que había cometido un delito?”

Aquí está la respuesta aclaratoria y compasiva que le da la Sra. Knoche a su interlocutor: “… en primer lugar, no creo que nadie pueda decir categóricamente que un niño nacido con un defecto congénito esté pagando alguna fechoría de una vida o varias vidas anteriores. Bien podría ser el caso; pero igualmente puede que no lo sea en absoluto. ¿No es posible, por ejemplo, que una entidad que regresa - ya que somos sobre todo almas espirituales – pueda estar lo suficientemente avanzada como para elegir el karma de una grave malformación con el fin de conseguir una comprensión más profunda del sufrimiento humano?”

La respuesta de la Sra. Knoche es quizás una visión más filosófica del motivo de la existencia de personas discapacitadas: El Yo Superior de la persona, en algún nivel, elige ser discapacitado en esta vida. El desafío de llevar una vida con discapacidades se puede considerar como una forma de equilibrar alguna tendencia de vidas anteriores. 

La literatura teosófica nos habla de lo que se conoce como La Visión del Nacimiento, una revisión de lo que va a ocurrir en la vida que está a punto de iniciarse. H. P. Blavatsky, en su libro La clave de la Teosofía, escribe: Así como el hombre, en el momento de su muerte, tiene una visión retrospectiva de la vida que ha llevado, del mismo modo, en el momento de volver a nacer en la tierra, el Ego, que despierta del estado del Devachán, tiene una visión anticipada de la vida que le espera y se hace consciente de todas las causas que le han conducido hasta aquí. Se da cuenta de ellas y ve el futuro, porque es entre el Devachán y el renacimiento cuando el Ego recupera la plena conciencia Manásica y por un corto tiempo vuelve a ser el Dios que fue antes de descender, entrar en la materia y encarnar por primera vez en hombre de carne y hueso, siempre de acuerdo con la Ley Kármica”.

Según la Historia de la Discapacidad, de Nielsen, previamente citada, la mayor parte de las tribus indígenas americanas enseñan lo siguiente: “… el espíritu elige el cuerpo que va a ocupar. Así cada persona es responsable de quién es y de qué es; no puede culpar a otros de las deficiencias de su cuerpo. Los espíritus eligen su cuerpo físico a fin de llevar a cabo su propósito. Si un individuo no cumple con su propósito, no es culpa del cuerpo –independientemente de lo que ese cuerpo pueda o no pueda hacer. Cuando lo que importa es un espíritu equilibrado, los distintos cuerpos importan menos”.

Annemarie Postma, en su libro, The Secret Within: No Nonsense Spirituality for the Curious Soul (El Secreto interior: Espiritualidad práctica para el Alma Curiosa), postula que nuestra alma toma la decisión de adoptar una discapacidad: “… esto me ha dejado claro que una forma externa 'dañada' no es ningún castigo, sino más bien un privilegio que te permite vivir a un nivel muy consciente y contribuir sin complejos a la vida de los demás. Es muy similar al hecho de llevar un traje hecho a la medida, pensado para encajar perfectamente y posibilitar el llevar a cabo la tarea que tu alma eligió.”

C. Jinarajadasa, en un artículo sobre la ceguera  (Theosophist magazine, 1941) escribió: Cuando... la Conciencia está limitada por los Señores del Karma, podemos estar seguros de que nunca representa un castigo, sino que siempre es una experiencia de la cual el Alma debe obtener lo que necesita para su desenvolvimiento.”

Más adelante escribe: El motivo por el que, en el proceso de expansión de nuestra Conciencia, algunos deben aprender a través de la ceguera y otros no, es algo que no entiendo. Sin embargo sabemos, por los primeros principios, que no sólo tiene un significado, sino también un significado inspirador. Algún día comprenderemos cada detalle de estos procesos kármicos. Hasta ese día, añadamos a nuestra actitud de simpatía por quienes sufren la ceguera una actitud de reverencia hacia quienes están aprendiendo una gran lección espiritual que no nos corresponde a nosotros saber.” La manifestación del Sr. Jinarajadasa sobre “la reverencia” hacia los discapacitados merece nuestra profunda consideración. Observad que él no identifica el karma como retributivo y/o castigador.

Hay un artículo en la revista Vidya, del Verano de 2016, que nos proporciona una explicación del sufrimiento que, según este escritor, es muy profunda. Hace referencia a una conversación que tuvieron el Dalai Lama y Huston Smith (el fallecido estudioso de las religiones) acerca de un pasaje bíblico de Isaias que muestra cómo el pueblo judío es elegido como la tribu errante que se hace cargo del sufrimiento de la humanidad. También se nos sugiere que el pueblo tibetano está cumpliendo ahora un destino similar ya que ha perdido su patria. ¿Podría ser que las personas discapacitadas hayan asumido algo parecido? Tal vez fue una opción, previa a su nacimiento, de asumir parte del sufrimiento.

Tal vez todos los que sufren - sufren por todos. ¿Puede ser que cuando experimentamos el sufrimiento tengamos la oportunidad de tener una visión más amplia? Quizás es por eso que en La Voz del Silencio leemos: “¡Ay de aquellos que no sufren!”. ¿Por qué el sufrimiento forma parte integral del crecimiento espiritual? ¿Acaso es el Dharma de la personalidad promover la satisfacción, el placer, y la seguridad? ¿Acaso es el Dharma del Alma promover el cambio, el crecimiento y el desenvolvimiento–y por lo tanto el sufrimiento? Cada etapa de crecimiento hacia otros niveles más elevados de Conciencia implica el dolor de dejar ir una etapa anterior. El significado de la discapacidad podría ser, al menos para muchos, una oportunidad de crecer.

No estamos diciendo que el sufrimiento que Victor Frankl describió en El hombre en busca de un significado (campos de concentración, tortura y hambre) sea el mismo que el que padecen los discapacitados, pero en algunos casos es parecido. Este autor escribe sobre la pesada carga que llevan los que sufren: “Estas tareas, y por lo tanto el significado de la vida, difieren de hombre a hombre y de momento a momento. Por esto es imposible definir el significado de la vida de un modo general”. Frankl continúa: Ya hace mucho tiempo que dejamos atrás la etapa en la que preguntábamos por el sentido de la vida, una pregunta ingenua que entendía la vida como el logro de algún objetivo mediante la creación activa de algo de valor. Para nosotros, el significado de la vida abarcaba los ciclos más amplios de la vida y la muerte, del sufrimiento y del morir”.

Frankl más adelante explica: Una vez que el sentido del sufrimiento se nos ha revelado, nos negamos a minimizar o empequeñecer las torturas de los campos, ignorándolas o abrigando falsas ilusiones y adoptando un optimismo artificial. El sufrimiento se había convertido en algo a lo que no queríamos dar la espalda. Nos habíamos dado cuenta de sus ocultas oportunidades de logros, de las oportunidades que impulsaron al poeta Rilke a decir “¡Wievielistaufzuleiden!(¡Por cuánto sufrimiento debemos pasar!). Rilke hablaba de 'tener que sufrir igual que otros hablaban de tener que trabajar' “.

Victor Frankl: “Hay sólo una cosa que temo: no ser digno de mis sufrimientos” - llega a la esencia de la búsqueda del significado que se halla dentro de todos nosotros. Persiste la pregunta de por qué estamos involucrados con las personas con las que estamos: con nuestra familia, nuestros amigos, nuestra profesión, nuestros negocios, etc. Y llegamos a la pregunta sobre la Conciencia y sobre el por qué estamos aquí y cómo sucedió. ¿Por qué elegimos el camino que hemos elegido? ¿Acaso las pruebas y los sufrimientos de nuestra vida están relacionados con nuestro destino cósmico?

Es algo especialmente importante para los discapacitados, porque siempre hay un momento en que se hacen esta pregunta.

Fin

Recopilación de Pocarropa. 












Los Cuatro Acuerdos (13). El 3er Acuerdo: No hagas suposiciones.(2)

También hacemos suposiciones sobre nosotros mismos, y esto crea muchos conflictos internos. Por ejemplo, supones que eres capaz de hacer algo, y después descubres que no lo eres. Te sobrestimas o te subestimas a ti mismo porque no te has tomado el tiempo necesario para hacerte preguntas y contestártelas. Tal vez necesites más datos sobre una situación en particular. O quizá necesites dejar de mentirte a ti mismo sobre lo que verdaderamente quieres.

A menudo, cuando inicias una relación con alguien que te
gusta, tienes que justificar por qué te gusta. Sólo ves lo que
quieres ver y niegas que algunos aspectos de esa persona te disgustan. Te mientes a ti mismo con el único fin de sentir que tienes razón. Después haces suposiciones, y una de ellas es: “Mi amor cambiará a esta persona”. Pero no es verdad. Tu amor no cambiará a nadie. Si las personas cambian es porque quieren cambiar, no porque tú puedas cambiarlas. Entonces, ocurre algo entre vosotros dos y te sientes dolido. De pronto, ves lo que no quisiste ver antes, sólo que ahora está amplificado por tu veneno emocional. Ahora tienes que justificar tu dolor emocional y echar la culpa de tus decisiones a los demás.

No es necesario que justifiquemos el amor; está presente o no lo está. El amor verdadero es aceptar a los demás tal como son sin tratar de cambiarlos. Si intentamos cambiarlos significa que, en realidad, no nos gustan. Por supuesto, si decides vivir con alguien, si llegas a ese acuerdo, siempre será mejor que esa persona sea exactamente como tú quieres que sea. Encuentra a alguien a quien no tengas que cambiar en absoluto. Resulta mucho más fácil hallar a alguien que ya sea como tú quieres que sea, que intentar cambiar a una persona. Además, ese alguien debe quererte tal como eres para no tener que hacerte cambiar en absoluto. Si otras personas piensan que tienes que cambiar, eso significa que, en realidad, no te aman tal como eres. ¿Y para qué estar con alguien si tú no eres tal como quiere que seas?

Debemos ser quienes somos, de modo que no tenemos que presentar una falsa imagen. Si me amas tal como soy, muy bien, tómame. Si no me amas tal como soy, muy bien, adiós. Búscate a otro. Quizá suene duro, pero este tipo de
comunicación significa que los acuerdos personales que
establecemos con los demás son claros e impecables.

Imagínate tan sólo el día en que dejes de suponer cosas de tu pareja, y a la larga, de cualquier otra persona de tu vida. Tu manera de comunicarte cambiará completamente y tus relaciones ya no sufrirán más a causa de conflictos creados por suposiciones equivocadas.

La manera de evitar las suposiciones es preguntar. Asegúrate de que las cosas te queden claras. Si no comprendes alguna, ten el valor de preguntar hasta clarificarlo todo lo posible, e incluso entonces, no supongas que lo sabes todo sobre esa situación en particular. Una vez escuches la respuesta, no tendrás que hacer suposiciones porque sabrás la verdad.

Asimismo, encuentra tu voz para preguntar lo que quieres. Todo el mundo tiene derecho a contestarte “sí” o “no”, pero tú siempre tendrás derecho a preguntar. Del mismo modo, todo el mundo tiene derecho a preguntarte y tú tienes derecho a contestar “sí” o “no”.

Si no entiendes algo, en lugar de hacer una suposición, es mejor que preguntes y que seas claro. El día que dejes de hacer suposiciones, te comunicarás con habilidad y claridad, libre de veneno emocional. Cuando ya no hagas suposiciones, tus palabras se volverán impecables.

Con una comunicación clara, todas tus relaciones cambiarán, no sólo la que tienes con tu pareja, sino también todas las demás. No será necesario que hagas suposiciones porque todo se volverá muy claro. Esto es lo que yo quiero, y esto es lo que tú quieres. Si nos comunicamos de esta manera, nuestras palabras se volverán impecables. Si todos los seres humanos fuésemos capaces de comunicarnos de esta manera, con la impecabilidad de nuestras palabras, no habría guerras, ni violencia ni disputas. Sólo con que fuésemos capaces de tener una comunicación buena y clara, todos nuestros problemas se resolverían.

Este es, pues, el Tercer Acuerdo: No hagas suposiciones.
Decirlo es fácil, pero comprendo que hacerlo es difícil. Lo es
porque, muy a menudo, hacemos exactamente lo contrario.
Tenemos todos esos hábitos y rutinas de los que ni tan siquiera somos conscientes. Tomar conciencia de esos hábitos y comprender la importancia de este acuerdo es el primer paso, pero no es suficiente. La idea o la información es sólo una semilla en la mente. Lo que realmente hará que las cosas cambien es la acción. Actuar una y otra vez fortalece tu voluntad, nutre la semilla y establece una base sólida para que el nuevo hábito se desarrolle. Tras muchas repeticiones, estos nuevos acuerdos se convertirán en parte de ti mismo y verás cómo la magia de tus palabras hará que dejes de ser un mago negro para convertirte en un mago blanco.

Un mago blanco utiliza las palabras para crear, dar, compartir y amar. Si haces un hábito de este acuerdo, transformarás completamente tu vida.

Cuando transformas todo tu sueño, la magia aparece en tu vida. Lo que necesitas te llega con gran facilidad porque el espíritu se mueve libremente en ti. Esta es la maestría del intento, del espíritu, del amor, de la gratitud y de la vida. Este es el objetivo del tolteca. Este es el camino hacia la libertad personal.