domingo, 31 de diciembre de 2017

Los Cuatro Acuerdos. Un libro de sabiduría tolteca. (1)

Al Círculo de Fuego;
los que ya se han ido,
los que están presentes
y los que aún tienen que llegar.

Los toltecas.
Hace miles de años los toltecas eran conocidos en todo el sur de México como “mujeres y hombres de conocimiento”. Los antropólogos han definido a los toltecas como una nación o una raza, pero de hecho, eran científicos y artistas que formaron una sociedad para estudiar y conservar el conocimiento espiritual y las prácticas de sus antepasados. Formaron una comunidad de maestros (naguales) y estudiantes en Teotihuacán, la ciudad de las pirámides en las afueras de Ciudad de México, conocida como el lugar en el que “el hombre se convierte en Dios”.

A lo largo de los milenios los naguales se vieron forzados a esconder su sabiduría ancestral y a mantener su existencia en secreto. La conquista europea, unida a un agresivo mal uso del poder personal por parte de algunos aprendices, hizo necesario proteger el conocimiento de aquellos que no estaban preparados para utilizarlo con buen juicio o que hubieran podido usarlo mal intencionadamente para obtener un beneficio personal.

Por fortuna, el conocimiento esotérico tolteca fue conservado y transmitido de una generación a otra por distintos linajes de naguales. Aunque permaneció oculto en el secreto durante cientos de años, las antiguas profecías vaticinaban que llegaría el momento en el que sería necesario devolver la sabiduría a la gente. Ahora, el doctor Miguel Ruiz, un nagual del linaje de los Guerreros del Águila, ha sido guiado para divulgar las poderosas enseñanzas de los toltecas.

El conocimiento tolteca surge de la misma unidad esencial de la verdad de la que parten todas las tradiciones esotéricas sagradas del mundo. Aunque no es una religión, respeta a todos los maestros espirituales que han enseñado en la tierra, y si bien abarca el espíritu, resulta más preciso describirlo como una manera de vivir que se distingue por su fácil acceso a la felicidad y el amor.

INTRODUCCIÓN.
Espejo Humeante.
Hace tres mil años había un ser humano, igual que tú y que yo, que vivía cerca de una ciudad rodeada de montañas. Este ser humano estudiaba para convertirse en un chamán, para aprender el conocimiento de sus ancestros, pero no estaba totalmente de acuerdo con todo lo que aprendía. En su corazón sentía que debía de haber algo más.

Un día, mientras dormía en una cueva, soñó que veía su propio cuerpo durmiendo. Salió de la cueva a una noche de luna llena. El cielo estaba despejado y vio una infinidad de estrellas. Entonces, algo sucedió en su interior que transformó su vida para siempre. Se miró las manos, sintió su cuerpo y oyó su propia voz que decía: “Estoy hecho de luz; estoy hecho de estrellas”.

Miró al cielo de nuevo y se dio cuenta de que no son las estrellas las que crean la luz, sino que es la luz la que crea las estrellas. “Todo está hecho de luz –dijo-, y el espacio de en medio no está vacío” Y supo que todo lo que existe es un ser viviente, y que la luz es la mensajera de la vida, porque está viva y contiene toda la información.

Entonces se dio cuenta de que, aunque estaba hecho de estrellas, él no era esas estrellas. ”Estoy en medio de las estrellas”, pensó. Así que llamó a las estrellas el tonal y a la luz que había entre las estrellas el nagual, y supo que lo que creaba la armonía y el espacio entre ambos es la Vida o Intento. Sin Vida, el tonal y el nagual no existirían. La Vida es la fuerza de lo absoluto, lo supremo, la Creadora de todas las cosas.

Esto es lo que descubrió: Todo lo que existe es una manifestación del ser viviente al que llamamos Dios. Todas las cosas son Dios. Y llegó a la conclusión de que la percepción humana es sólo luz que percibe luz. También se dio cuenta de que la materia es un espejo -todo es un espejo que refleja luz y crea imágenes de esa luz-, y el mundo de la ilusión, el Sueño, es tan sólo como un humo que nos impide ver lo que realmente somos.Lo que realmente somos es puro amor, pura luz”, dijo.

Este descubrimiento cambió su vida. Una vez supo lo que en verdad era, miró a su alrededor y vio a otros seres humanos y al resto de la naturaleza, y le asombró lo que vio. Se vio a sí mismo en todas las cosas: en cada ser humano, en cada animal, en cada árbol, en el agua, en la lluvia, en las nubes, en la tierra... Y vio que la Vida mezclaba el tonal y el nagual de distintas maneras para crear millones de manifestaciones de Vida.

En esos instantes lo comprendió todo. Se sentía entusiasmado y su corazón rebosaba paz. Estaba impaciente por revelar a su gente lo que había descubierto. Pero no había palabras para explicarlo. Intentó describirlo a los demás, pero no lo entendían. Vieron que había cambiado, que algo muy bello irradiaba de sus ojos y de su voz. Comprobaron que ya no emitía juicios sobre nada ni nadie. Ya no se parecía a nadie.

Él los comprendía muy bien a todos, pero a él nadie lo comprendía. Creyeron que era una encarnación de Dios; al oírlo, él sonrió y dijo: “Es cierto. Soy Dios. Pero vosotros también lo sois. Todos somos iguales. Somos imágenes de luz. Somos Dios”. Pero la gente seguía sin entenderlo.

Había descubierto que era un espejo para los demás, un espejo en el que podía verse a sí mismo. ”Cada uno es un espejo”, dijo. Se veía en todos, pero nadie se veía a sí mismo en él. Y comprendió que todos soñaban pero sin tener conciencia de ello, sin saber lo que realmente eran. No podían verse a ellos mismos en él porque había un muro de niebla o humo entre los espejos. Y ese muro de niebla estaba construido por la interpretación de las imágenes de luz: el Sueño de los seres humanos.

Entonces supo que pronto olvidaría todo lo que había aprendido. Quería acordarse de todas las visiones que había tenido, así que decidió llamarse a sí mismo Espejo Humeante para recordar siempre que la materia es un espejo y que el humo que hay en medio es lo que nos impide saber qué somos. Y dijo: “Soy Espejo Humeante porque me veo en todos vosotros, pero no nos reconocemos mutuamente por el humo que hay entre nosotros. Ese humo es el Sueño, y el espejo eres tú, el soñador”.

(He decidido compartir cada domingo este maravilloso libro, aunque estoy segura de que ya todo el mundo (o casi) lo conoce. 
Es un libro para reflexionar acerca de su contenido, no sólo para una lectura rápida y superficial. 
Pretendo que cada semana reflexionemos acerca de la parte que comparto, y así hacemos un recorrido pausado por las Enseñanzas Toltecas.
¡¡¡Que lo disfrutes!!!) 👏👏👏





viernes, 29 de diciembre de 2017

Conocimiento de sí mismo (9) Cap. III.- Renovación de si mismo - Una Ciencia.

Uno de los rasgos notables de la era actual es la falta de una comprensión real de la naturaleza del hombre. El hombre se esfuerza por conocer todo lo del universo. Puede decir con certeza de qué están hechas las estrellas situadas a millones de kilómetros de distancia. Conoce la constitución de átomos y moléculas. Pero prácticamente no sabe nada acerca de sí mismo. Y, lo que es aun más sorprendente, se contenta con vivir su vida sin pensar de dónde viene, cuál es su verdadera índole, por qué está aquí en este mundo, y a dónde va después de la muerte. Es realmente sorprendente cómo la inmensa mayoría de la gente puede pasarse la vida sin hacerse estos interrogantes naturales o sin siquiera darse cuenta de estas cosas.

Un resultado directo de esta falta de un conocimiento claro sobre la naturaleza y constitución interna del hombre, es que nuestras ideas acerca del carácter humano son tan indefinidas. La palabra carácter se aplica generalmente de un modo vago a las cualidades mentales y morales y a las idiosincrasias que caracterizan a un individuo en particular. Se desconoce al hombre real con sus varios cuerpos que están tras el vehículo físico; y cualquier porción de su compleja índole que logre expresarse a través de este medio denso e inelástico, se toma como su verdadera naturaleza. Al considerar a los seres humanos en conjunto, vemos que se comportan de modos peculiares según las circunstancias. A todos estos modos de comportamiento los llamamos características humanas, y a cada uno de estos modos le asignamos un nombre particular. Pero muy poco sabemos de por qué se comportan de esos modos particulares, y cómo se relacionan entre sí los diferentes elementos del carácter humano. Algunas de estas características humanas son meros hábitos físicos; otras están relacionadas con nuestra índole emocional o mental, mientras otras son evidentemente de índole espiritual. Pero las abarcamos a todas ellas bajo la palabra “carácter”.

Con semejante confusión de ideas sobre este asunto, es casi imposible desarrollar una ciencia de la formación del Carácter. Puede ser posible, aplicando ciertos métodos empíricos, producir ciertos cambios en nuestros caracteres; pero tales esfuerzos tienen que resultar fortuitos y de limitado alcance. Para una verdadera Ciencia de la Formación del Carácter debiéramos tener, primero que todo, un concepto claro de la naturaleza del hombre, su constitución total y los poderes y facultades latentes en él. Luego, debiéramos conocer las leyes que gobiernan la operación de la conciencia a través de los diferentes vehículos que el hombre usa en los diferentes planos del sistema Solar. Pero un mero conocimiento de estas leyes no es suficiente. Debemos elaborar una técnica que nos permita aplicar estas leyes a los varios problemas conectados con la evolución de los vehículos y al desenvolvimiento de la conciencia. Y, por último, debemos tener una idea clara con respecto a lo que estamos buscando, la meta que tenemos que alcanzar, y las diferentes etapas en el camino que conduce a esa meta. Todos estos elementos, necesarios para elaborar una ciencia satisfactoria de la formación del carácter, se encuentran únicamente en el Ocultismo.

Tratemos de comprender qué es el carácter según la Teosofía. La totalidad del universo manifestado, conforme a esta filosofía, es la expresión de la Vida Divina que está construyendo forma tras forma y tratando de expresarse por medio de estas formas con creciente perfección. Esta expresión ha alcanzado su pináculo en aquellas unidades de conciencia individualizada que están representadas por seres humanos, y cuyos vehículos ofrecen un campo para la expresión múltiple de los atributos Divinos.

Tomando para nuestra consideración una de tales unidades, encontramos un constante entrejuego entre la conciencia y los vehículos por cuyo medio opera. Este entrejuego asume diferentes modelos, algunos de los cuales son comunes a todos los seres humanos, mientras otros son peculiares de cada individuo. Los patrones o modelos de expresión que son comunes, son las características humanas ordinarias con las que estamos familiarizados. Y junto con cualesquier características peculiares que un individuo particular pueda tener, constituyen el carácter de este individuo.

En vista de la gran diversidad de formas que estos modos de expresión asumen en la vida, es natural preguntarse si existe alguna relación subyacente entre estas varias características humanas; y si existe, cuál es la índole de tal relación. A pesar de la dificultad evidente de clasificar elementos diferentes del carácter humano, el problema no es tan difícil como parece, con tal de que sepamos orientar esta clasificación. Esa orientación la encontramos en la índole triple de la Vida Divina, doctrina que se encuentra en una u otra forma en prácticamente todas las grandes religiones del mundo.

En relación con la conciencia, esta índole triple da lugar a tres aspectos fundamentales que se llaman Sat, Chit y Ananda ( = Voluntad, Inteligencia y Sabiduría). Y en relación con la materia, da lugar a tres cualidades fundamentales que se llaman Tamas, Rajas y Sattva (= Inercia, Movilidad y Ritmo). Esto es así porque conciencia y materia son el resultado de la diferenciación primera del absoluto Inmanifestado.

Las triplicidades observables por doquiera en la Naturaleza son el resultado de los reflejos de esas triplicidades fundamentales de la conciencia y de la materia, en los planos inferiores. La gran variedad de fenómenos se debe a las condiciones diferentes provistas por los planos sucesivos, y a las innumerables permutaciones y combinaciones que resultan de tales manifestaciones. Aunque esta línea de pensamiento es fascinante, no es posible ahondar aquí en más detalles.

El punto que necesitamos captar es el de que todas las cualidades y rasgos definidos bien conocidos que constituyen los caracteres de diferentes individuos, obedecen a los diversos modos de expresión de estos aspectos fundamentales de la naturaleza Divina en los planos inferiores de la manifestación, tal como todos los colores naturales o artificiales son combinaciones diferentes de los tres colores primarios. Unas pocas ilustraciones aclaran esto.

Cuando el aspecto Sat (Voluntad) de la conciencia se refleja en la esfera de la personalidad, puede dar lugar a un número de cualidades que aunque externamente difieren entre sí, al examinarlas más de cerca se ve que tienen una base común. Por ejemplo, el valor, la fortaleza, la decisión. Si analizamos estas cualidades, vemos que representan modos diferentes de manifestación del principio de inercia o estabilidad implicado en el aspecto Sat. Cuando una persona persiste en una línea de acción predeterminada, a pesar de los peligros que la amenazan, se dice que tiene valor. Está demostrando estabilidad en medio de las dificultades. Cuando persiste en un curso de acción predeterminado, a pesar de las tentaciones que la asaltan, se dice que tiene fortaleza. Esta mostrando estabilidad en medio de las tentaciones. Cuando aferra a una línea de acción escogida, a pesar de las alternativas que se le presentan, se dice que tiene decisión de carácter. Está demostrando estabilidad en medio de las distracciones mentales. Así vemos que estos tres rasgos de carácter, que externamente parecen tan diferentes, son en realidad principio de estabilidad que se manifiesta bajo diferentes condiciones de vida. La estabilidad es un atributo fundamental de la Voluntad, la cual es un reflejo del aspecto Sat de conciencia.

Las mismas consideraciones rigen en el caso de los otros aspectos. Cuando el aspecto Ananda se refleja en la esfera de la personalidad, hace nacer sabiduría. Ahora bien, uno de los atributos fundamentales de la sabiduría es la percepción de la unidad de la vida que se manifiesta por medio de todas las formas. En los planos del Espíritu, esta percepción es directa y clara; pero en la región de la personalidad, esta unidad levemente se siente y aparece como amor en diferentes formas.

Todas aquellas cualidades como el afecto, la compasión y la devoción, están basadas en esta percepción indirecta de la unidad. Sus diferencias externas provienen de las diversas
circunstancias bajo las cuales se expresa ese sentido de unidad. Así, cuando sentimos un parentesco interno con otro individuo, ya sea que ese individuo esté o no relacionado con nosotros en esta vida, decimos que tenemos afecto. Es un amor producido por asociación en vidas anteriores en relaciones de varias clases. Cuando vemos a otro ser humano en una condición degradada (o sea que la vida Divina está subyugada por las flaquezas que acosan a sus cuerpos), y le extendemos nuestro amor a ese individuo, se dice que tenemos compasión. Es amor que se vierte sobre quienes son moralmente débiles y necesitan nuestra simpatía y ayuda. Cuando vemos a otro individuo que representa nuestro ideal, y extendemos nuestro amor a ese individuo y queremos enlazar nuestra vida con la de él, se dice que sentimos devoción. Es amor dirigido a uno que reconocemos superior en sabiduría y poder y conocimiento. Así vemos otra vez que una cantidad de elementos del carácter humano son meramente reflejos del aspecto de conciencia llamado Ananda, en las diversas condiciones de la vida humana.

Cuando el aspecto Chit de la conciencia se refleja en la esfera de la personalidad, hace brotar el conocimiento de los objetos concretos. La observación, la memoria, el razonamiento, y otras funciones de la mente inferior, se verá, si se examinan con cuidado, que son meros reflejos de este aspecto de la conciencia bajo condiciones diferentes. Así, por ejemplo, cuando entramos en contacto mental con algún objeto poco conocido por nuestros sentidos físicos, se dice que lo observamos, o sea que la mente está recogiendo material. Cuando la mente toma una impresión de cualquier objeto que puede usar más tarde en sus trabajos, entra a funcionar la memoria; o sea que la mente está reuniendo material para uso futuro. Cuando los varios objetos que han sido observados se comparan y se contrastan y se sacan conclusiones, se dice que la mente está razonando, o sea que establece relaciones entre los objetos que ha observado y reunido en el almacén de la memoria. Todas estas facultades mentales están conectadas con el conocimiento, de una u otra manera, y se derivan del aspecto Chit de la conciencia.

El enlace al libro, por si prefieres leerlo a tu ritmo:


El enlace al canal de youtube, por si eres de los que prefieren escuchar: 
https://www.youtube.com/watch?v=A0A11PQNVRY




miércoles, 27 de diciembre de 2017

Conocimiento de Sí Mismo (8) Cap. 2: La Constitución Total del Hombre.

"""El siguiente componente de nuestra constitución interna es la Individualidad, el Yo Superior, llamado también el Ego, que trabaja por medio de los vehículos Causal, Intuicional y Volitivo. Representa el elemento espiritual en el hombre. Es el Ser Inmortal que dura vida tras vida y gradualmente desarrolla todos los atributos y poderes Divinos que lleva dentro de sí, durante el largo período cónico de su evolución. Vimos arriba que hay una especie de unidad o cohesión en el funcionamiento de los cuerpos físico, emocional y mental inferior, que le imparte a la conciencia operante en ellos un sentido de personalidad; de la misma manera, los tres cuerpos que trabajan en los planos Volitivo, Intuicional y Causal o Mental superior, están entretejidos y le imparten una especie de unidad a la conciencia que opera por medio de ellos. A esta conciencia unificada se la llama Individualidad.

Esta Individualidad, si bien trabaja bajo las limitaciones de sus propios planos, está sin embargo, muy por encima de las más crasas ilusiones que enturbian la visión de la personalidad y la hacen pensar de sí misma como de una entidad separada que lucha por su existencia independiente contra todas las demás manifestaciones de la vida Divina. El hombre como Yo Superior se da cuenta de la unidad de la vida y de su unidad con la vida, y conoce el propósito Divino de la evolución. Tiene la memoria de todas las vidas separadas por las que ha pasado en sus sucesivas personalidades. Puede identificarse en conciencia con todos los seres vivientes, por medio de su vehículo Intuicional. Y puede tocar la conciencia Divina por medio de su vehículo Volitivo.

Gradualmente, al progresar en evolución, el conocimiento la sabiduría y el poder que son atributos de la vida Divina, aparecen en la Individualidad en medida siempre creciente, pues “su futuro es el de algo cuyo crecimiento y esplendor no tienen límites”.

Pero este Yo Inmortal Divino que es el elemento espiritual en el hombre, no constituye todavía el aspecto superior de su naturaleza. Dentro de él mora eternamente la Mónada, el Purusha de la filosofía Sankhya, aquel misterioso Ser de quien no podemos formarnos ninguna idea aunque es el corazón mismo de nuestro complejo ser. La Individualidad es inmortal, y aunque su vida es inconmensurablemente larga en comparación con la de la personalidad, tiene que al fin dejar de existir, puesto que nació en aquella hora particular en que se formó el cuerpo Causal. En cambio, la Mónada vive por encima del tiempo, en la eternidad. Es una en esencia con el Logos Solar; es un rayo del Sol Divino; tiene su centro de conciencia en el plano Monádico, y cobija a la Individualidad e influye sobre ella en el plano Volitivo. (Aquí os quiero recordar algo que repito de vez en cuando: NO te quedes enganchado con términos que no conoces y déjate sentir por lo que te llega al fondo del Corazón, ese que nunca te engaña). 

Lo que aparece como evolución y desarrollo de la Individualidad está eternamente presente dentro de la Mónada. De ahí que no evolucionamos de una manera caprichosa, sino que nos convertimos en algo que siempre hemos sido en nuestra naturaleza eterna. Esta idea ha sido expresada paradójicamente en la bien conocida máxima oculta: “Conviértete en lo que eres”. Cada Individualidad es única, porque es el resultado de la expresión de un arquetipo, el cual de alguna manera incomprensible al intelecto humano existe dentro de la Mónada y se manifiesta gradualmente en términos de tiempo y espacio en el proceso de la evolución.

Todo esto, desde luego, le parece absurdo al intelecto que no es sino una expresión inferiorísima de la Realidad y que, por tanto, no puede esperarse que comprenda sin la luz de la intuición los aspectos superiores de la Verdad. Pero a la luz de los planos superiores, lo que parece necedad al intelecto se hace claro como la luz del día, y las paradojas de la vida inferior se tornan en las realidades indivisibles y vivientes de la vida superior.

Vemos, pues, que aunque cada unidad de conciencia llamada Mónada o Purusha es, en último análisis, un centro por medio del cual la conciencia y la vida del Logos encuentran expresión en los diferentes planos, sin embargo al considerar la constitución total de una de estas unidades tenemos que entendernos con tres componentes claramente demarcados y distintos. Cada uno de estos componentes es una expresión parcial y más limitada del componente que le sigue por encima Y su propósito en el esquema de la evolución es el de ayudar al desenvolvimiento de ese componente superior.

La función de la personalidad como auxiliar al desarrollo de la Individualidad, puede comprenderse mejor observando el crecimiento de un árbol. El árbol echa hojas nuevas cada año en primavera, y por medio de su follaje absorbe dióxido de carbono, el cual tras de muchos cambios es asimilado en el cuerpo del árbol y contribuye a su crecimiento. Luego el árbol se desprende de sus hojas en otoño; pero antes recoge dentro de su cuerpo la savia enriquecida, para volver a verterla en las nuevas hojas en la primavera siguiente. Año tras año se repite este proceso y el árbol crece en tamaño y vigor, como consecuencia. En forma similar, la Individualidad toma un nuevo juego de cuerpos en los tres planos inferiores y vierte una porción de sí misma en cada nueva personalidad que así se forma. Esta personalidad vive su lapso en la tierra y recoge un número de experiencias; pero antes de disolverse y desaparecer tras de gozar de la vida celestial, entrega la esencia de sus experiencias a la Individualidad, con lo cual enriquece y le ayuda a crecer. De este modo, cada encamación sucesiva sirve para perfeccionar más las facultades y poderes latentes de la Individualidad, capacitándola para expresar más eficientemente la vida Divina.

De una manera similar, pero que difícilmente podemos comprender, la Individualidad es una expresión parcial de la Mónada y ayuda a ésta a desarrollarse (aunque el verbo desarrollar apenas da una idea muy remota de ese proceso en los planos superiores que se refleja como evolución en los inferiores). No existe una palabra para indicar ese proceso que debe estar ocurriendo en el plano Monádico y que corresponde al desarrollo gradual de las cualidades y poderes Divinos en la Individualidad en los planos Volitivo, Intuicional y Causal. Sin embargo, algo de un orden mucho más grandioso debe estar ocurriendo en el plano Monádico, porque todo cuanto sucede en los planos inferiores es un reflejo de algo más grande y bello que ocurre en los superiores. “Como es arriba, así es abajo.” No sólo lo inferior es reflejo de lo superior, sino que todo cuanto sucede en los planos inferiores tiene su impacto e influencia en los superiores. Lo interno y lo externo, lo superior y lo inferior, aparecen afectándose recíprocamente a todo momento, y entre todos llevan a cabo el proceso que vemos como evolución o desenvolvimiento.

La comprensión de la relación que subsiste entre la personalidad y la Individualidad, arrojará alguna luz sobre algunos de los problemas fundamentales de la vida espiritual. Puede verse por lo ya dicho que mientras la conciencia sigue confinada en la esfera de la
personalidad y estamos identificados con esta entidad ilusoria que nace a cada encarnación, somos prácticamente esa entidad y tenemos que compartir su suerte. Si vivimos meramente en nuestros pensamientos y emociones, absortos por completo en los intereses temporales del yo inferior, al llegar la inevitable disolución de este yo sentimos que hemos muerto nosotros. Pero supongamos que deslizamos el centro de nuestra conciencia de la personalidad a la Individualidad y nos damos cuenta cabal de que somos esa entidad espiritual que es consciente de su naturaleza Divina; entonces la personalidad queda reducida a un accesorio nuestro, a un ropaje, y no nos afecta realmente lo que le suceda a ella. Cuando un vestido nuestro envejece y se rasga no nos sentimos infelices, porque sabemos que podemos descartarlo y reemplazarlo; pero cuando el cuerpo físico se nos pone viejo nos sentimos desdichados como si todo hubiera terminado para nosotros. ¿Por qué? Porque nos identificamos con el cuerpo físico aunque intelectualmente aceptemos que no es sino un instrumento.

De suerte que el problema real de la vida espiritual consiste en trasladar nuestro foco de conciencia que ahora está situado en la personalidad, a la Individualidad, y vivir desde este otro centro, usando la personalidad como un mero instrumento para los planos inferiores. Cuando logramos hacer esto, seguimos todavía trabajando por medio de nuestros cuerpos físico, emocional y mental; pero ahora estamos conscientes a toda hora de este dualismo entre nuestro verdadero Yo y los cuerpos que usamos en los planos inferiores. Y también estamos conscientes de nuestra naturaleza superior, y al usar los cuerpos inferiores nos damos cuenta de que «descendemos” a ellos para usarlos en sus respectivos planos.

Este establecimiento de la conciencia en los campos espirituales nos confiere libertad, inmortalidad y felicidad, porque nos independiza de la personalidad que está sujeta a toda clase de limitaciones corno las de mudanza y muerte. La inmortalidad y la paz no pueden encontrarse jamás en la esfera de la personalidad; es inútil buscarlas allí. Tal vez podamos prolongar nuestra existencia física cuanto queramos, y vivir en el mundo celeste por miles de años; pero ha de llegar la hora en que las causas que generamos durante la encarnación se agotan, y esa personalidad se disuelve para no volver a existir jamás. Y así el hombre prudente que comprende este hecho y sabe que navega en un barco que algún día ha de fondear, aprovecha la primera oportunidad para buscar tierra firme desde donde pueda mirar imperturbado el océano embravecido de la existencia. Y esa tierra firme es esta conciencia espiritual que mora siempre dentro de nosotros y constituye nuestro verdadero hogar.

En las últimas etapas de evolución el foco de conciencia se traslada más adentro aún y se estabiliza en el plano de la Mónada, desde donde controla la vida de la Individualidad. Siempre hacia adentro, hacia el Centro que representa la conciencia del Logos, se mueve el foco de conciencia durante largos eones de nuestro progreso evolutivo, aunque jamás logre alcanzar ese Centro “Entrarás en la luz, pero jamás tocarás la Llama.”

Es necesario que el lector recuerde que evolución Espiritual significa este traslado del centro de la conciencia hacia el Centro divino de nuestro ser, y comprender más y más nuestra divinidad. No significa perfeccionar la personalidad, la cual por su misma índole seguirá siendo muy imperfecta y limitada. El desenvolvimiento Espiritual de la Individualidad se reflejará sin duda en la personalidad; pero sólo en grado limitado porque las limitaciones propias de los planos inferiores impedirán su plena expresión. Es necesario recalcar esto, en vista de la confusión mental que algunas personas tienen respecto a esta cuestión."""

El enlace al libro, por si prefieres leerlo a tu ritmo:
http://www.logiamdblavatsky.com/resources/Taimni_RenovacionDeSiMismo.pdf 


(El enlace al canal de youtube, por si eres de los que prefieren escuchar: 
https://www.youtube.com/watch?v=7aAeZdt0OMI



lunes, 25 de diciembre de 2017

Conocimiento de Sí Mismo (7) Cap. 2: La Constitución Total del Hombre.

Después de mostrar lo que es verdadero Ocultismo, podemos ahora tratar brevemente de algunos de los hechos descubiertos por Ocultistas acerca de la constitución interna del hombre. Estos hechos son el fruto de descubrimientos realizados por un gran número de investigadores que han logrado desarrollar sus facultades sutiles y examinar los fenómenos de los planos internos de una manera perfectamente científica. En efecto, para un número de Adeptos avanzados estas cosas pertenecientes a los planos sutiles son cuestión de experiencia directa, del mismo modo que los fenómenos de la vida física lo son para el hombre corriente que vive en su cuerpo físico.

Ya indicó en el capítulo anterior que el hombre tiene una constitución muy compleja y funciona en varios vehículos de conciencia. Su conciencia tiene sus raíces en el plano más elevado y es parte de la conciencia del Logos de nuestro sistema Solar, y desciende paso a paso hasta el plano físico que está, digámoslo así, en la periferia de la conciencia Divina. En cada plano del sistema Solar, esta unidad de conciencia individualizada se apropia materia de ese plano, y con ella prepara gradualmente un vehículo por medio del cual puede funcionar en ese plano con eficiencia cada vez mejor. Consideremos una de tales unidades de conciencia y anotemos de una manera amplia y general unos pocos hechos acerca de los vehículos que se apropia y la relación que hay entre ellos. El primer punto que anotar con respecto a estos vehículos es que, yendo de la periferia hacia el centro, los vehículos son menos densos y la conciencia va predominando más y más.

Conforme a la Teosofía, la totalidad del sistema Solar tiene su base en la conciencia Solar y de ella se deriva; y la manifestación en los planos sucesivos significa una creciente materialización de la Vida del Logos y también que su Conciencia se envuelve en velos cada vez más densos. En este descenso plano tras plano la conciencia pierde paso a paso sus poderes y atributos, hasta que al llegar al plano físico más externo estas limitaciones alcanzan su límite máximo. Es evidente, pues, que cuando la conciencia regresa hacia adentro (como en las prácticas de Yoga, por ejemplo), y se reversa el proceso de descenso, estas limitaciones deben desaparecer una tras otra, y la conciencia debe ser capaz de funcionar con creciente libertad, acercándose siempre en este reverso progresivo al esplendor irrestricto e incondicionado de la Conciencia Divina.

Este desprenderse de limitaciones y obscurecimientos lo experimenta todo Yogui al transferir el centro de su conciencia de un plano a otro y acercarse más y más a la Fuente de toda conciencia. Es necesario darse cuenta de este importante hecho, porque mientras vivimos en el plano físico, absortos en sus fenómenos pasajeros y comparativamente opacos, nos parece sumamente vívido y lleno de vitalidad, y en cambio las realidades de los planos superiores nos parecen irreales y nebulosas y por tanto sin atracción. Nos aterra perder el contacto con el plano físico, por temor a vernos privados de sus goces efímeros. No nos damos cuenta de que el plano físico es el más opaco de todos, y que la vida en este plano es un reflejo desfigurado y sombrío de los esplendores inimaginables que corresponden a los ámbitos superiores del Espíritu.

El segundo punto que tenemos que anotar con respecto a estos vehículos es que a pesar de la multiplicidad de ellos y las grandes diferencias en la índole de manifestaciones por medio de ellos, la conciencia que funciona a través de ellos es una misma y es un rayo de la Conciencia Divina.

Al estudiar al hombre y su constitución tan compleja, por conveniencia podemos dividirlo en diferentes componentes; pero esto no debe dar la impresión de que en él existen diferentes entidades que operan en él, unas dentro de otras. La conciencia que funciona por medio de un juego completo de vehículos, es indivisible; pero sus diferentes aspectos van surgiendo en mayor o menor grado conforme a la índole y desarrollo del vehículo por medio del cual está trabajando en determinado momento. Y esta manifestación en un plano determinado depende de la naturaleza intrínseca del plano y de la coloración que la conciencia traiga de los otros planos por los cuales ha pasado antes. Por ejemplo: cuando el individuo está funcionando por medio del vehículo físico, su conciencia está condicionada por la naturaleza del plano físico, pero todos los demás vehículos de la Mónada están presentes al mismo tiempo en el trasfondo y están influyendo en su vida en este plano. Cuando muere, desecha el cuerpo físico, y enfoca su conciencia en el cuerpo emocional que queda condicionado por esa conciencia; pero todos los demás vehículos siguen presentes en el trasfondo, modificando la manifestación. Cuando el hombre desplaza su conciencia deliberadamente de un plano a otro, cada vehículo va convirtiéndose en el foco de la conciencia mientras dura el Samadhi (éxtasis), en tanto que los demás vehículos permanecen en el trasfondo.

El hecho que acabamos de mencionar muestra la necesidad de encarar el asunto de la Renovación de Sí Mismo de una manera comprensiva, tomando en consideración la totalidad de nuestra constitución. Todos nuestros vehículos están conectados entre sí y son interdependientes; no podemos modificar alguno sin modificar también los otros en alguna medida. El que busca salud emocional no puede aislar su vida emocional y tratarla separadamente. Tiene que considerar también su vida física y mental. Y si desea estar completamente sano tendrá que atender también a su naturaleza espiritual.

El siguiente punto que tenemos que anotar con respecto a estos vehículos es el de que si bien cada vehículo está en su propio plano y la manifestación de conciencia por medio de ellos difiere en cada plano, parece que los vehículos funcionan en juego de tres. La conciencia que opera como un todo en cada uno de esos juegos de vehículos, es una unidad, aunque esta unidad esté subordinada y contenida dentro de la siguiente unidad mayor de manifestación de la conciencia.

Los tres vehículos más densos (Físico, Emocional y Mental inferior) forman el juego de vehículos de la personalidad, por medio del cual funciona muy limitadamente la conciencia. Constituyen la esfera de la personalidad.

Los tres vehículos superiores (Causal, Intuicional y Volitivo) forman el juego de vehículos de la Individualidad, por medio del cual opera más ampliamente la conciencia. Constituyen la esfera de la Individualidad, que incluye la de la personalidad.

La Individualidad está a su vez contenida dentro de la conciencia más amplia aún de la Mónada. La Mónada tiene sus raíces en el plano Divino, funciona en el plano Monádico, y ejerce su influencia sobre el plano Volitivo de una manera que no podemos comprender desde nuestros planos inferiores. Y a su vez la Mónada está incluida dentro de la conciencia omniabarcante del Logos, en forma incomprensible para nosotros.

Vemos así que la Mónada, la Individualidad y la Personalidad, son manifestaciones parciales y diferentemente limitadas de la Conciencia del Logos. Cada una de estas manifestaciones es mayor que la que le sigue, y contiene dentro de su influencia las manifestaciones menores. En la terminología Hindú se las llama respectivamente Paramatma, Jivatma y Jiva de mayor a menor. Tratemos de comprender lo que son estos
tres componentes de nuestra constitución total, uno por uno.

La personalidad es esa conciencia humana limitada y corriente que opera por medio de los cuerpos físico, emocional y mental inferior. Como estos tres vehículos son temporales y se forman de nuevo a cada encarnación, la personalidad es evidentemente una manifestación temporal que se disuelve y desaparece al ir destruyéndose estos tres cuerpos uno tras otro durante la progresiva recesión de la conciencia que tiene lugar después de la muerte. Si bien la conciencia que opera por medio de la personalidad es un tenue rayo de la Conciencia Divina, se ha olvidado de su origen Divino por culpa de las limitaciones e ilusiones de los planos en que funciona; y así nace esta entidad temporal que se cree independiente y separada de otras. Esta entidad se mueve sobre el escenario del mundo durante unos años; se retira a los planos sutiles después de la muerte del cuerpo físico, y, después de pasar un tiempo más o menos largo en esos planos se disuelve finalmente y desaparece para siempre.

Pero los hombres, identificados con esta entidad ilusoria, se mantienen embargados en sus mezquinos intereses, olvidadizos de su destino mayor y de la vida mucho más espléndida que se oculta tras la máscara de la personalidad. Los pocos que ven a través de esta ilusión emprenden la senda que finalmente los conduce a la realización de su naturaleza Divina y los capacita para usar su personalidad como instrumento de su Yo Superior. La inmensa mayoría nace, vive y muere en esta ilusión; pasan de una a otra existencia y viven una y otra vez tan inconscientes de su verdadera naturaleza como las flores del campo o las aves y bestias de la selva.


El enlace al libro, por si prefieres leerlo a tu ritmo:
http://www.logiamdblavatsky.com/resources/Taimni_RenovacionDeSiMismo.pdf 


(El enlace al canal de youtube, por si eres de los que prefieren escuchar: 
https://www.youtube.com/watch?v=zzMzwqJZfa8&feature=youtu.be





domingo, 24 de diciembre de 2017

Madeleine ∙ 22

Yo soy para vosotros un ser estelar, y vosotros también lo sois para otros…
A pesar de la intemporalidad de todas las cosas, 
hoy estamos en la cumbre de la metamorfosis del planeta madre.
Pero también de la metamorfosis del sol, la estrella padre;
Por tanto, todos vosotros estáis en medio viviendo la plena metamorfosis del alma humana, 
como lo hace el universo entero.

Hoy, siente ‘lo que debes terminar’ en este proceso actual de mutación transformadora, 
siente qué es lo que has venido a trabajar, 
poniendo foco y atención a estos temas tuyos 
para realmente aprender, integrar y ascender.
El tiempo se acelera por alguna razón evolutiva, 
y también lo hacen las personas 
que han sintonizado con Gaia y con el Espíritu.
La mayor parte de los seres conscientes del proceso espiritual 
están ya preparados para recibir un aumento de la radiación de luz fotónica y brillante.

Durante los próximos años acelera este proceso tuyo espiritual, 
pues la intensidad de la luz será grande. 
Iluminar la conciencia es el mayor propósito.
Curte tus circuitos energéticos y psíquicos en el silencio, la paz y la certeza.
Deshazte de todo sentimiento de egocentrismo y de separación.
No hay nada que esté separado. Habéis sido adoctrinados durante siglos en el miedo,
la obediencia y la rivalidad. Pero las cosas ya son distintas ahora 
y más de la mitad de vuestra civilización está madura y preparada para ser libre‐pensadores.
Estáis apoyados por seres angélicos, espíritus elementales y seres galácticos 
que en definitiva conocen vuestros pasos y mutaciones, 
y que estuvieron, están y estarán vinculados a cada uno de vosotros.
Si os sentáis a meditar… sentiréis esta alma grupal a la que estáis unidos.

No solo vuestro proceso de mutación y ascensión se acelera a pasos agigantados 
sino que tenéis que daros prisa en afinar aún más 
para pasar este momento crucial de la Tierra. 
No os durmáis, ya llegará el momento de descansar; 
vivid al cien por cien, priorizad, amad y decidid con intensidad y claridad.
Sed naturalistas, negaros al alimento transgénico, hormonado y manipulado.
Solo el proceso natural es viable. Tan solo en él podéis evolucionar hacia la luz y la plenitud. 
Vuestra alma está albergada en un cuerpo. 
Si transformáis la materia natural del cuerpo con tóxicos, 
el alma no puede vibrar a su natural frecuencia.

Permitid los ajustes energéticos de la enfermedad, 
permitid el sabio envejecimiento natural, aceptad la muerte; todo ello son cambios y ajustes vibratorios.
Permitidlos porque son puertas dimensionales hacia territorios más bellos.
Empezad a ser dignos de la nueva etapa vibratoria, 
dignos de la Nueva Tierra, y recordad que tan solo existe la ‘seguridad’ en la tierra del corazón.
El foco más importante ahora debe ser el ‘bien común’ 
y el amor incondicional al propio proceso divino de la evolución.
Amados… sois creadores de una nueva civilización, 
pero para eso que pueda suceder,
esta nueva civilización deber ser digna de este nombre.
Bendecidlo todo a vuestro paso, como yo os bendigo, 
hoy y siempre, hagáis lo que hagáis...

(De "Palabras de Magdalena para el 2010" de Marta Povo. Tan vigentes como entonces). 
(Con esta entrada se termina el texto de Marta Povo).