domingo, 21 de junio de 2020

"Las Leyes Espirituales" Vicent Guillem (59) La enfermedad a la Luz del Amor - 3 Enfermedades genéticas y deficiencias

No entiendo lo que quieres decir. ¿Qué tiene que ver una enfermedad con un acto del pasado? ¿Cómo se puede transmitir una enfermedad de una vida a otra? ¿Podrías explicarte mejor?

Cuando alguien comete algún acto contra la ley del amor, por la ley de acción y reacción espiritual, este acto queda impregnado en su espíritu en forma de tóxico psíquico, lo que baja su nivel vibratorio y altera su configuración.
Esta alteración, por correspondencia vibratoria, acaba alterando también los cuerpos más densos, el cuerpo mental y, por ende, el cuerpo astral, que es el modelo del futuro cuerpo físico. Si el cuerpo astral todavía mantiene esta alteración al encarnar, puede provocar una alteración en el código genético del cuerpo físico y provocar así una enfermedad congénita. Por lo tanto, sigue siendo cierto que el causante de la enfermedad es el egoísmo, aunque sea el egoísmo de una vida anterior.

Ya, pero hay alteraciones genéticas que se sabe que son heredadas, es decir, que ya vienen en la herencia genética de los padres. Por tanto, no parece que sean generadas por el cuerpo astral del encarnante. ¿Qué me tienes que decir al respecto?

Es muy cierto que la predisposición a ciertas enfermedades se hereda genéticamente de los padres. Pero sabed que el espíritu encarnante es conocedor de esta circunstancia y lo acepta, sabe que es una prueba, la de la discapacidad física o psíquica, que le corresponde pasar, a consecuencia de los actos de otras vidas. También es una prueba para los padres, que también consintieron en su día en venir a pasar por este tipo de trances.

Pues creo que si les dices esto a las personas que están viviendo esta situación en ellos mismos o en algún ser querido, no lo van a aceptar. Seguramente pensarán: ¿qué he hecho yo, o qué hemos hecho nosotros, para merecer esto?
 
Es muy normal que piensen así, porque para poder comprenderlo en su magnitud primero habría que admitir que existe la vida antes del nacimiento y que durante ese tiempo los espíritus han creado las circunstancias que se encuentran en las vidas siguientes. Al fin y al cabo, se trata de una situación transitoria, porque la vida continúa más allá de esa encarnación, y del trance por el que están pasando se puede sacar un aprendizaje en el amor, que es lo que se pretende.

¿Qué les dirías a unos padres que tienen hijos o familiares con algún tipo de deficiencia psíquica o física que les impide llevar la vida de una persona normal, sea esta de nacimiento o provocada por alguna circunstancia de la vida, como un accidente?

Actuad conforme actuaríais con un hijo normal, porque lo es. No juzguéis por las apariencias. Ved más allá del cuerpo y encontraréis un alma como todas las demás. Ved en ese hijo, en ese ser querido, no el cuerpo imperfecto sino el espíritu perfecto, y tratadlo como lo que es, como un ser completo, puesto que detrás de ese vestido defectuoso hay un ser que vive, siente y percibe igual o incluso de forma más intensa que cualquiera de aquellos que tienen un cuerpo sano. El que sabe de música os dirá que la música no procede del instrumento, sino que nace del alma del músico que lo toca, y que si el violín está desafinado o roto no quiere decir que el violinista no sepa tocar, sino que temporalmente se ve imposibilitado para hacerlo tal y como sabe, y que será capaz de aumentar su talento musical independientemente de que el instrumento que se le ponga en las manos esté más o menos desafinado. De igual manera, no le neguéis al espíritu la posibilidad de captar y expresar la música del alma, que es el amor, solo porque temporalmente su instrumento sea un cuerpo desafinado. No creáis que es un esfuerzo estéril el hablarle, expresarle y transmitirle los sentimientos y el afecto que daríais a un hijo normal, porque lo que el ser no percibe a través de los sentidos físicos, lo percibe a través de los sentidos del espíritu, que son mucho más sensibles, sobre todo para percibir los actos de amor, y si no os contesta como lo hace alguien con un cuerpo sano, no es porque no lo perciba, sino porque su materia le impide expresarse en el mundo físico como su espíritu querría. Nada de lo que hagáis por él desde el sentimiento será vano, porque en el mundo espiritual nada de lo que se hace por amor y con amor se pierde. Ya lo he dicho y lo repito: la deficiencia física o mental es una circunstancia pasajera que concluirá una vez el cuerpo se extinga. Pero los sentimientos que se hayan despertado y fortalecido a través de esa experiencia, tanto del que la padece, como de las personas de su entorno, perdurarán como un logro del espíritu para siempre, y eso es lo que realmente importa.

¿Qué se puede aprender de esto?

A sensibilizarse con el sufrimiento propio y el de los demás, porque seguramente en otra vida esas mismas personas que sufren han causado un sufrimiento semejante en los demás y no han querido ser conscientes del daño que estaban haciendo. Este es el primer paso para amar, tomar conciencia de que los demás sienten igual que nosotros y sufren por lo mismo que sufrimos nosotros.

¿Y cuál es el significado espiritual de una enfermedad congénita, si es que lo tiene?

En este caso, la enfermedad es un proceso mediante el cual el espíritu transfiere al cuerpo físico los tóxicos psíquicos que le impiden elevarse hacia un mayor grado de evolución espiritual. El cuerpo, a través de la enfermedad, absorbe el impacto del tóxico psíquico y realiza una especie de drenaje, como si fuera una esponja que lo absorbe, y contribuye así a su eliminación. Es decir, el espíritu transfiere la carga tóxica al cuerpo físico, que actúa como una especie de paño que absorbe la suciedad. Esta “suciedad” es la que provoca la enfermedad a nivel físico, pero contribuye a limpiar los cuerpos más sutiles, como si de un sistema de alcantarillado se tratara. También hay espíritus que eligen utilizar la enfermedad en su vertiente de sistema de drenaje de tóxicos en la parte final de su vida. Es decir, aunque no hayan sufrido ninguna enfermedad grave durante la vida, cuando se acerca el momento de la desencarnación, puesto que ya no van a utilizar más ese cuerpo, aprovechan para transferirle una parte de la carga de tóxicos psíquicos que acumulan en los cuerpos más sutiles y así se limpian. Este caso es muy frecuente y, por mucho que se intente hacer por evitar la desencarnación, es totalmente imposible, ya que no se trata de ningún conflicto emocional en marcha, sino de una depuración espiritual.

Y si el espíritu comete un acto contra la ley del amor, ¿vendrá en la vida siguiente obligado a pasar por una enfermedad?

No. Como he dicho, hay diversas formas de eliminar el tóxico psíquico. Con los actos de amor, empezando por la reparación del mal que se hizo, se elimina el tóxico del espíritu sin necesidad de pasar por una enfermedad. Por eso dije antes que si el causante de la enfermedad es el egoísmo, el amor es el antídoto y el remedio de todos los males. Por tanto, no tiene que ser necesariamente a través de las enfermedades como uno se deshaga de ellos. Pero debido a que esta es una forma rápida de desprenderse de ellos, muchos espíritus la eligen. Lo que está claro es que mientras no se haga algo por eliminarla, la carga tóxica sigue ahí, obstaculizando el progreso del espíritu hacia mayores cotas de amor y felicidad.

Has dicho también que hay enfermedades que son una mezcla de componente emocional y susceptibilidad genética.

Sí.

¿Te podrías explicar mejor?

Hay espíritus que vienen a afrontar ciertas pruebas. Para evitar dejarse llevar por el materialismo y recordar el propósito espiritual que les llevó a encarnar, utilizan la enfermedad como recordatorio. Es decir, la enfermedad se activa solo si el espíritu se desvía del camino que previamente se ha trazado, como si se tratara de las bandas sonoras que hay al lado de la carretera, que sirven para avisar al conductor de que se está saliendo de su carril. Mientras que otras personas en sus mismas circunstancias no desarrollarían una enfermedad importante, la persona con susceptibilidad o predisposición genética a una determinada enfermedad, tiene un umbral de activación más bajo, es decir, que un estímulo emocional de menor intensidad es suficiente para activar la enfermedad.




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