domingo, 12 de enero de 2020

"Las Leyes Espirituales" Vicent Guillem (36) La Ley del Amor - 3

A ver si lo he entendido bien. ¿Quieres decir que el egoísmo se origina en la mente y el amor en el espíritu?

Sí. Aunque como ya he dicho las egoemociones y los egosentimientos se perciben también en el cuerpo espiritual, aunque su aspecto egoísta se genere en la mente.

¿Me podrías aclarar este punto? Sigo sin entender cómo puede ser que el egoísmo se origine en la mente y que los sentimientos o emociones egoístas se sientan en el espíritu.

Claro. Imagina que una persona se encuentra con una linterna encendida dentro de una cúpula de cristal. Si el cristal es transparente, tanto la luz que sale de la linterna al exterior como la luz que entra del exterior al interior no sufrirá prácticamente modificación por el hecho de pasar a través del cristal. Sin embargo, si el cristal de la cúpula, en vez de ser transparente, es opaco, entonces modificará el paso de la luz a través de ella, tanto de la luz que sale del interior hacia el exterior como de la que entra del exterior al interior de la cúpula. La persona con la linterna representa al cuerpo espiritual y la cúpula de cristal representa al cuerpo mental. La opacidad del cristal de la cúpula representa el egoísmo. El egoísmo modificará tanto la percepción de los sentimientos y emociones de los demás (la luz que entra), transformándolos antes de que impacten en el cuerpo espiritual, como la expresión o manifestación de los sentimientos y emociones que proceden del cuerpo espiritual (la luz que sale), que serán percibidos por los demás ya con el matiz egoísta del que se impregnaron al pasar por la mente.

Sigo sin imaginarme bien cómo funciona esa relación entre amor y egoísmo en la propia naturaleza del ser humano. ¿Cómo puede ser que podamos ser capaces de amar y de ser egoístas al mismo tiempo? ¿No me podrías aclarar este punto?

Sí, claro. Imagina que el ser humano es como una cebolla, en cuyo corazón está el espíritu que desprende la luz, que es el amor. Este centro emisor de luz se encuentra recubierto por múltiples capas, de manera que cada una de estas capas obstruye el paso de la luz un poco, hasta que la suma de todas las capas juntas impide casi totalmente que la luz salga al exterior. Cada una de esas capas representa una manifestación del egoísmo que hay que ir eliminando progresivamente, para que finalmente la luz, el amor, brille, se exprese en toda su magnitud. A medida que vamos eliminando capas, la luz (el amor) del interior encuentra menos obstáculos para salir al exterior. Las capas más externas corresponden al egoísmo más primitivo y superficial. Son las capas correspondientes a la vanidad. Las capas intermedias corresponderían al orgullo y las más internas a la soberbia.
Cada persona se encuentra en un punto distinto de este proceso. La mayoría de espíritus que habitan la Tierra ha conseguido deshacerse solo de alguna de las primeras capas. Otros han conseguido eliminar también algunas de las capas intermedias y unos pocos están en el proceso de eliminación de las capas más profundas del egoísmo. Aunque este proceso es progresivo y hay espíritus en todos los grados, podemos intentar clasificar los espíritus en tres grandes grupos, según el nivel de eliminación de capas en el que están: espíritu amable-vanidoso, generoso-orgulloso y amoroso-soberbio.

¿Por qué los calificas con dos adjetivos, uno positivo y otro negativo?

Porque no quiero que en la clasificación quede solo de manifiesto la parte egoísta del espíritu, sino también reconocer las cualidades que puede desarrollar el espíritu en cada etapa. El primer adjetivo expresa la cualidad representativa a la que puede llegar el espíritu cuando se esfuerza por desarrollar el amor y el segundo, el grado de egoísmo en el que se encuentra. El vanidoso puede ser muy amable, el orgulloso muy generoso y el soberbio muy amoroso cuando está dispuesto a vencer su egoísmo y a luchar por los sentimientos. Pero no hay nada de negativo en admitir la existencia del egoísmo en cada uno de nosotros y definirla, para conocerla y poder superarla. Lo negativo para el espíritu sería no querer reconocer su existencia, no admitir la realidad de que todos tenemos una parte egoísta que debemos eliminar para poder amar verdaderamente y ser auténticamente felices. El no reconocerlo conduce al estancamiento espiritual, porque no se puede superar aquello que no se admite, al igual que no puede desintoxicarse un alcohólico que no admite que lo es.

¿Podrías exponer con más detalle las características de cada una de esas tres manifestaciones del egoísmo, que has llamado vanidad, orgullo y soberbia?

Sí. Podemos distinguir, al menos, tres formas de egoísmo que son, desde la más grosera hasta la más sutil, vanidad, orgullo y soberbia. En el habla cotidiana utilizamos estas tres palabras frecuentemente pero, como veremos, su significado espiritual es mucho más extenso y profundo y difiere en muchos aspectos del significado con el que comúnmente las empleamos. Entraremos a definirlas una por una y a analizar sus manifestaciones.







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