La
Vida no para de darme motivos para escribir. Para compartir. Y como
dice el cartel de un querido compi del grupo de güasa “Uno
comparte lo que lleva por dentro y no lo que los demás hagan de
ello.” Hay otra parte del cartel que … no puedo hacer mía, la de
“No me importa cuantas veces no lo valoren”, pues hay veces que
me siento ninguneada. Ya lo he compartido en alguna ocasión. ¿Que
es egoico? Bueno ¿y qué? No pretendo ser perfecta. Debe ser súper
aburrido. Asumo mi parte terrícola, con todos los avíos.
También
la Vida me da motivos para cambiar de temática a compartir. Sobre la
marcha. Porque la Vida es un constante Cambio. Y me adapto a ello lo
más que puedo. Y es mucho.
La
protagonista de hoy, la llamaré María, como la protagonista de mis
libros. Y la historia que os comparto es totalmente cierta.
“Verídico” que diría Paco Gandía.
El
jueves, al volver de mi paseo playero y mis bañitos y ratito de sol,
para secarme un poco, casi llegando al Paseo, recibo una llamada en
el movilete. Me extraña mucho, pues nadie me llama. O casi nadie. Ni
me acordaba del sonido del teléfono. También verídico. Me paro,
busco en la bolsa de la playa y en la bolsita más pequeña, ahí
está el movilete, junto a las gafas, las llaves del piso …
“¿Lorena?”
pregunta una voz femenina al otro lado de la línea.
“Lo
siento. Se ha equivocado.” Contesto con toda la amabilidad de que
soy capaz.
Una
mujer de voz un tanto rota por la Vida, me cuenta que Lorena es la
mujer que le va a limpiar.
“Me
gusta saber dónde vive y su número de teléfono. Me ha apuntado
este 6 5 2 0 8 . . . . “
“Ese
es mi teléfono, donde usted ha llamado. La chica se ha debido
equivocar al escribirle el número”
“Es
que los número no se entienden bien. El 5 no se sabe si es un 3 …
… ...” Insiste la buena mujer.
Intercambiamos
algunas palabras más. Cuelga, porque le llaman a la puerta.
En
el Paseo Marítimo, en las máquinas de hacer ejercicios, entre
máquina y máquina, vuelven a llamar. No tengo puestas las gafas y
no veo el número. De todas formas, lo cojo.
Es
la misma señora. Me vuelve a contar que la mujer que viene a limpiar
-que intuyo es bastante nueva con ella- le ha dado este número de
teléfono. Que no entiende los números, pues no están claros. Que
le gusta saber dónde vive y el número de teléfono. Que mañana no
va a estar en casa, pues tiene que ir al hospital. Está operada de
la espalda.
Le
sugiero que escriba una nota en un papel, y la pegue en la puerta del
piso, para cuando llegue la chica, lo lea, y sepa que ella no está.
Me
pide disculpas por la nueva equivocación.
“No
pasa nada. Que tenga un buen día señora” le contesto. Intuyo que
se encuentra muy sola y necesita hablar con alguien. Ser amable no es
ningún esfuerzo. Siempre: “Como a ti mismo”.
Ella
también me desea un buen día.
Ya
arriba en el piso, vuelvo a recibir una llamada en el movilete. Como
no sé el número anterior, no sé si es la misma persona. Ahora sí
tengo las gafas puestas y veo el número. Contesto el teléfono. Lo
hago siempre.
Escucho
la misma voz. De nuevo “María” me cuenta lo de la chica que le
viene a limpiar. No se me ocurre nada mejor que escucharla, y hacer
una escucha activa.
“Creo
que Lorena no es su nombre.” refiriéndose a la chica de la
limpieza. ¿Está preocupada?
Le
pregunto si no tiene familia.
“Mi
hermana vive abajo, pero ella no me echa cuenta. No quiere saber nada
de mi.” Contesta nuestra María.
Me
cuenta que ella es de Córdoba. Hace tiempo que vive en Valencia. Su
hermana se fue a Valencia unas vacaciones, conoció un chico y
después de 6 meses se casaron y se fueron a vivir allí. Su sobrina
nació en Inglaterra. Es inglesa.
El
marido de María era capitán (o algún alto grado) de la Guardia
Civil. Ella ha sido enfermera 4x años. Intuyo que es viuda.
María
se fue a vivir a Valencia porque su sobrina le insistió: “Tita,
vente aquí con nosotros.”
Ahora
se siente sola. Muy sola y desamparada.
No
me lo dijo así, tal cual. Su lenguaje lo decía todo.
De
nuevo vuelven a llamar a la puerta.
“Es
la chica que me manda el ayuntamiento para hacerme los mandaos”
Le
vuelvo a desear que tenga un buen día.
“Gracias.
Igualmente para usted.”
¡Jo der!
Es la primera expresión que se me ocurre al escribir estas líneas.
Nuestra
María NO es la única mujer, ni hombre, en esas circunstancias. He
estado indagando en una web que se llama “Adopte un abuelo”. Algo
tan fácil como acompañar a una persona de una cierta edad a
lo-que-sea: ir al cine, a la compra, visitarlos en la residencia, ir
a tomar un café, ir de cañas ¿por qué no?, un paseo, enseñarles
internet, enseñarles a leer ¡¡¡Síiiiiiiiiiiiii, síiiiiiiiiii,
algo casi impensable en nuestros días!? … … … Y sobre todo
ESCUCHARLO.
Según esta web
“EL
60% DE LOS MAYORES QUE VIVE EN RESIDENCIAS N O RECIBE
VISITAS." Mu
jevi ¿no? También según esta web:
"En España hay más de 2.000.000 de mayores que viven solos.
Además, la situación de confinamiento incrementa su aislamiento y
soledad." .Aquí
te dejo la web, por si quieres profundizar y apuntarte.
https://adoptaunabuelo.org También hay otras muchas formas de Adoptar un Abuelo, aunque no sea
en la web.
Se
me ocurre que lo de "vivir solo", a partir de "una
cierta edad" NO tiene, NO DEBE ser un handicap. Es más bien la
forma como "vives solo".
La
cuestión es que me da que hemos perdido, y mucho, la gran virtud de
la ESCUCHA ACTIVA. La mayor parte del tiempo, NO escuchamos. Oímos y
ya sabemos lo que vamos a contestar a lo que nos están intentando
comunicar.
Me
vuelvo a acordar de algo que ya he compartido en alguna ocasión.
Cuando, después de preguntar y re-preguntar, consigo que me
contesten: “Es que estoy en tantos grupos y con tantas
conversaciones que no me da tiempo de leer/escuchar todo lo que se
comparte”. Lo puedo entender, solo que, si es un audio, es algo más
personal, entre otros compartires. Así lo experimento. NO es un
compartir algo que no es mío. Un audio SÍ es algo personal. Y si no, como ya creo que también compartí: NO estés en "tantos grupos", si no te vas a enterar de la mitad de lo que se comparte. Es mi forma de experimentarlo. Personal e intransferible, como siempre. Sólo una sugerencia. PRIORIDADES.
También
se da el caso de que después de 3 audios, y sin haberle compartido
nada más, siguen sin contestarme. Y cuando me ven por la calle:
“Hombre, estás muy perdida” ¡¡¡Jo
derrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr!!!
Todo
Es Perfecto y Correcto.
Y
quiero volver con nuestra María. Con todas las Marías, Pepes,
Antonios, Consuelos … … … que hay en el mundo. Que hay en
nuestra España, y más después de toda esta movida en la que nos
han ENCERRADO -literalmente- y nos PROHÍBEN o casi, el contacto con
otras personas “con las que no convivan”. En pro de unas
SUPUESTAS garantías sanitarias, totalmente infundadas. Y
demostrado lo de “infundadas”. Quien tenga oídos para oír, que
escuche y que lea.
Mucha
gente mayor, de una cierta edad, va a morir de soledad, de depresión,
de falta de ganas de VIVIR. Claro que así le ahorran un montón de
dinero en pensiones a la ¿seguridad social? Tambén muuuu jevi
¿Acaso es mentira?
Lo
de la ESCUCHA ACTIVA, con empatía, es toda una Arte-Sanía. Porque
escuchar, realmente SANA. Sana el Espíritu. Sana el Alma. Y por ende
Sana el cuerpito.
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