domingo, 19 de julio de 2020

"Las Leyes Espirituales" Vicent Guillem (66) Misión de Jesús en la Tierra - 5

Entonces, ¿qué hay del pueblo elegido por Dios?

No hay pueblos ni personas privilegiadas para Dios. Dios, o la espiritualidad superior, no se liga específicamente a unos pueblos o razas determinadas en detrimento de las demás, sino que hace un llamamiento a todos los seres a participar en el desarrollo del plan evolutivo, y es cada espíritu el que decide si quiere o no colaborar. Por supuesto, no obliga a nadie a seguir sus leyes. Cada uno, de acuerdo a su voluntad y su capacidad, adquirirá, si así lo desea, un compromiso para desarrollar una tarea concreta dentro del plan de evolución espiritual, tanto a nivel individual como colectivo, de la humanidad en la que encarna. Esa es la elección, la del espíritu. Por tanto, un “elegido” no es más que aquel que abre su interior a la espiritualidad superior y se compromete a seguir la ley del amor en su vida para que, además de evolucionar él mismo, sirva de ejemplo a otros seres que todavía no se han abierto interiormente a esta llamada.

¿Y estas personas que se abren a esa llamada del mundo espiritual tienen algo que ver con los místicos o los profetas?

Mira, el contacto directo con el mundo espiritual no está reservado solo a unos pocos. Ya he dicho que todo el mundo tiene una conexión directa, su propia conexión personal, con Dios, con la espiritualidad superior, con sus propios guías, y cada uno lo va a experimentar de una manera. Lo importante es buscar esa conexión sinceramente, con humildad, y que el motivo de esa búsqueda sea avanzar espiritualmente, y a cada cual se le dará lo que necesite. Lo importante no es la espectacularidad de las experiencias, sino que esas experiencias le sirvan a uno para avanzar en el amor, no para justificarse en sus defectos. Desafortunadamente, hay mucha gente que, motivada por el deseo de ser o de aparecer como alguien importante ante los demás, una especie de “maestro ascendido” o algo por el estilo, se autosugestiona experiencias que no son reales y que pueden llevar a engaño a otra gente. O los hay que, tras haber tenido experiencias reales de contacto espiritual, en vez de utilizarlas para su propio avance espiritual o para ayudar a los demás, las han utilizado para engrandecerse y creerse superiores y exigen que los demás les traten como si fueran dioses. Es el defecto de la vanidad lo que le hace a uno buscar la admiración de los demás en vez de buscar cómo mejorarse a sí mismo. Desgraciadamente esto es muy frecuente en vuestro mundo.

¿Y qué es un profeta?

Un profeta es un enviado de la espiritualidad superior para enseñar la verdad sobre el mundo espiritual y para advertir a la gente de cada época de las consecuencias de los actos en contra de la ley del amor. Generalmente, son espíritus más avanzados que la media del planeta en el que encarnan, ya que de otro modo no podrían desempeñar la misión que se les ha encomendado. Al mismo tiempo que están ayudando, se ayudan a sí mismos a evolucionar, poniendo a prueba su capacidad de amar, ya que generalmente son repudiados, rechazados, torturados, vilipendiados o ridiculizados por las sociedades en las que se han encarnado. No son seres con privilegios divinos especiales, como comúnmente se cree, puesto que su capacidad espiritual ha sido conseguida por propio mérito en la rueda de encarnaciones, aunque estas pudieran haberse dado en otros mundos. Se trata, pues, de alumnos mayores que se ponen en contacto con alumnos de menor edad para ayudarles en su educación. La diferencia es que no podemos reconocerles por su aspecto físico ni por su edad, ya que encarnan en las mismas condiciones que el resto. Algún día cualquiera de los seres que habitan vuestro planeta, cuando haya evolucionado lo suficiente, podrá desempeñar la función de profeta en un mundo habitado por una humanidad de menor evolución.

Pero ¿no ocurre a menudo que hay personas a las que se cree grandes maestros y luego se descubre que son unos aprovechados, que amasan grandes fortunas a costa de la ingenuidad de la gente?

Así es. Hay muchos farsantes. Pero también hay muchos que empiezan bien y al principio van por buen camino, y por eso se les da la ayuda espiritual que necesitan. El problema viene cuando se dejan deslumbrar por el efecto que causan en la gente, que está muy necesitada de respuestas, y cuando encuentran a alguien que les despierta el interior se sienten muy agradecidos con él y buscan hacérselo notar. Creen que son ellos los que deslumbran, cuando en realidad es la luz del conocimiento espiritual del cual debían ser portadores lo que les hace llegar a la gente. Erróneamente, la gente empieza a venerarles como si fueran dioses. Si se trata de personas que todavía no conocen bien el egoísmo y sus manifestaciones y no luchan para vencerlo en sí mismos, su ego se engrandece hasta el punto de creerse por encima de todo y de todos. Y, en vez de servir a los demás, ocurre lo contrario. Buscan que los demás les sirvan a ellos, que sean como súbditos o esclavos morales, que les obedezcan ciegamente, sin cuestionar jamás ninguna de sus decisiones y deseos. Y entonces, poco a poco, la luz se va apagando, los sentimientos desaparecen y la inspiración se pierde. En ausencia de la inspiración espiritual, el egoísmo toma el control de la mente y, a partir de entonces, los mensajes que dan son confusos y contradictorios. Y lo que pudiera haber de verdad es solo un recuerdo confuso de lo que una vez tuvieron y no supieron cuidar, cubierto por un montón de falsedades destinadas a justificar la exaltación de su ego.

¿Cómo distinguir a un verdadero profeta de uno que es un embaucador? Es decir, ¿cuáles son los requisitos que debería reunir, según tú, un auténtico profeta, guía o mensajero espiritual?

Los guías espirituales desencarnados ayudan a todos los espíritus sin ningún tipo de distinción. La espiritualidad auténtica no conoce fronteras ni diferencias económicas, de raza, religión o de cualquier otro tipo. Por lo tanto, no discrimina entre ricos y pobres, blancos y negros, creyentes y no creyentes, ya que estas diferencias son solo una condición temporal y circunstancial del encarnado, y cambia de unas vidas a otras. Aquellos que se consideren dignos de propagar el mensaje espiritual han de actuar de la misma forma. Un auténtico guía espiritual encarnado intenta vivir su vida conforme a las leyes espirituales, sin ningún alarde y con humildad. Está dispuesto a ayudar y a esclarecer sin recibir nada a cambio. Por ello, todos aquellos que pretenden recibir compensaciones económicas o de otro tipo por desvelar supuestas verdades espirituales no pueden considerarse verdaderos guías espirituales, ya que no hay verdades “solo para abonados”. Un auténtico maestro respeta el libre albedrío, es decir, nunca intenta imponer su criterio a los demás, sino que predica con el ejemplo y deja libertad a los demás para tomar o dejar lo que se les ofrece. Por tanto, no hace uso nunca del principio de autoridad para justificarse, es decir, nunca dirá: “Esto es así porque yo lo digo, que para eso soy el maestro, el iluminado o el representante de Dios”. La elevación del mensaje en sí es suficiente para convencer a los que están receptivos, y si no interesa o no convence a otras personas, están en su libre albedrío de manifestarlo y de seguir libremente su camino, sin que por ello deban ser obligados o coaccionados a creer o admitir algo que no desean.

¿Algún consejo para no dejarse atrapar por los falsos maestros o la falsa espiritualidad?

Jamás renunciéis a vuestra voluntad por una creencia, sea esta una religión, una ideología política o filosófica, por muy elevada que parezca, porque si se os pide que renunciéis a vuestra voluntad, que renunciéis a vuestra libertad por ella, tened por seguro que no merece la pena. Analizad los mensajes, no idolatréis al mensajero. Si el mensaje no os convence, exponed vuestras dudas y exigid aclaraciones, y si seguís sin identificaros con dicho mensaje, entonces rechazadlo. No aceptéis nada por dogma de fe, que os exija creer sin comprender. Lo que no se interioriza por experiencia propia, por sentimiento, por comprensión, por análisis, sino que se hace como una imposición externa que no se comprende y solo se acata por un principio de autoridad, es decir, porque alguien supuestamente divino lo dice, no sirve para evolucionar ni para ser más feliz, porque el espíritu solo es feliz en libertad. Por tanto, nada de fe ciega, ni de estamentos que controlan y manipulan la espiritualidad. Buscad las respuestas en vuestro interior, que es mucho más sabio de lo que creéis, porque tiene una conexión directa con vuestros propios guías espirituales, con la espiritualidad superior.



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