Uno de
los rasgos notables de la era actual es la falta de una comprensión
real de la naturaleza
del hombre. El hombre se esfuerza por conocer todo lo del universo.
Puede decir con certeza de qué están hechas las estrellas situadas
a millones de kilómetros de distancia. Conoce la constitución de
átomos y moléculas. Pero prácticamente no sabe nada acerca de sí
mismo. Y, lo que es aun más sorprendente, se contenta con vivir su
vida sin pensar de dónde viene, cuál es su verdadera índole, por
qué está aquí en este mundo, y a dónde va después de la muerte.
Es realmente sorprendente cómo la inmensa mayoría de la gente puede
pasarse la vida sin hacerse estos interrogantes naturales o sin
siquiera darse cuenta de estas cosas.
Un
resultado directo de esta falta de un conocimiento claro sobre la
naturaleza y constitución
interna del hombre, es que nuestras ideas acerca del carácter humano
son tan indefinidas. La palabra carácter se aplica generalmente de
un modo vago a las cualidades mentales y morales y a las
idiosincrasias que caracterizan a un individuo en particular. Se
desconoce al hombre real con sus varios cuerpos que están tras el
vehículo físico; y cualquier porción de su compleja índole que
logre expresarse a través de este medio denso e inelástico, se toma
como su verdadera naturaleza. Al considerar a los seres humanos en
conjunto, vemos que se comportan de modos peculiares según las
circunstancias. A todos estos modos de comportamiento los llamamos
características humanas, y a cada uno de estos modos le asignamos un
nombre particular. Pero muy poco sabemos de por qué se comportan de
esos modos particulares, y cómo se relacionan entre sí los
diferentes elementos del carácter humano. Algunas de estas
características humanas son meros hábitos físicos; otras están
relacionadas con nuestra índole emocional o mental, mientras otras
son evidentemente de índole espiritual. Pero las abarcamos a todas
ellas bajo la palabra “carácter”.
Con
semejante confusión de ideas sobre este asunto, es casi imposible
desarrollar una ciencia
de la formación del Carácter. Puede ser posible, aplicando ciertos
métodos empíricos,
producir ciertos cambios en nuestros caracteres; pero tales esfuerzos
tienen que resultar fortuitos y de limitado alcance. Para una
verdadera Ciencia de la Formación del Carácter debiéramos tener,
primero que todo, un concepto claro de la naturaleza del hombre,
su constitución total y los poderes y facultades latentes en él.
Luego, debiéramos conocer las leyes que gobiernan la operación de
la conciencia a través de los diferentes vehículos que el hombre
usa en los diferentes planos del sistema Solar. Pero un mero
conocimiento de estas leyes no es suficiente. Debemos elaborar una
técnica que nos permita aplicar estas leyes a los varios problemas
conectados con la evolución de los vehículos y al desenvolvimiento
de la conciencia. Y, por último, debemos tener una idea clara con
respecto a lo que estamos buscando, la meta que tenemos que alcanzar,
y las diferentes etapas en el camino que conduce a esa meta. Todos
estos elementos, necesarios para elaborar una ciencia satisfactoria
de la formación del carácter, se encuentran únicamente en el
Ocultismo.
Tratemos
de comprender qué es el carácter según la Teosofía. La totalidad
del universo manifestado,
conforme a esta filosofía, es la expresión de la Vida Divina que
está construyendo
forma tras forma y tratando de expresarse por medio de estas formas
con creciente
perfección. Esta expresión ha alcanzado su pináculo en aquellas
unidades de conciencia
individualizada que están representadas por seres humanos, y cuyos
vehículos ofrecen un campo para la expresión múltiple de los
atributos Divinos.
Tomando
para nuestra consideración una de tales unidades, encontramos un
constante entrejuego
entre la conciencia y los vehículos por cuyo medio opera. Este
entrejuego asume diferentes modelos, algunos de los cuales son
comunes a todos los seres humanos, mientras otros son peculiares de
cada individuo. Los patrones o modelos de expresión que son comunes,
son las características humanas ordinarias con las que estamos
familiarizados. Y junto con cualesquier características peculiares
que un individuo particular pueda tener, constituyen el carácter de
este individuo.
En vista
de la gran diversidad de formas que estos modos de expresión asumen
en la vida, es natural preguntarse si existe alguna relación
subyacente entre estas varias características humanas; y si existe,
cuál es la índole de tal relación. A pesar de la dificultad
evidente de clasificar elementos diferentes del carácter humano, el
problema no es tan difícil como parece, con tal de que sepamos
orientar esta clasificación. Esa orientación la encontramos en la
índole triple de la Vida Divina, doctrina que se encuentra en una u
otra forma en prácticamente todas las grandes religiones del mundo.
En
relación con la conciencia, esta índole triple da lugar a tres
aspectos fundamentales que se llaman Sat, Chit y Ananda ( = Voluntad, Inteligencia y Sabiduría). Y en relación con la materia,
da lugar a tres cualidades fundamentales que se llaman Tamas, Rajas y
Sattva (= Inercia, Movilidad y Ritmo). Esto es así porque conciencia
y materia son el resultado de la diferenciación primera del
absoluto Inmanifestado.
Las
triplicidades observables por doquiera en la Naturaleza son el
resultado de los reflejos de esas
triplicidades fundamentales de la conciencia y de la materia, en los
planos inferiores.
La gran variedad de fenómenos se debe a las condiciones diferentes
provistas por los
planos sucesivos, y a las innumerables permutaciones y combinaciones
que resultan de tales manifestaciones. Aunque esta línea de
pensamiento es fascinante, no es posible ahondar aquí en más
detalles.
El punto
que necesitamos captar es el de que todas las cualidades y rasgos
definidos bien conocidos
que constituyen los caracteres de diferentes individuos, obedecen a
los diversos modos de expresión de estos aspectos fundamentales de
la naturaleza Divina en los planos inferiores de la manifestación,
tal como todos los colores naturales o artificiales son combinaciones
diferentes de los tres colores primarios. Unas pocas ilustraciones
aclaran esto.
Cuando
el aspecto Sat (Voluntad) de la conciencia se refleja en la esfera de
la personalidad, puede dar lugar a un número de cualidades que
aunque externamente difieren entre sí, al examinarlas más de cerca
se ve que tienen una base común. Por ejemplo, el valor, la
fortaleza, la decisión. Si analizamos estas cualidades, vemos que
representan modos diferentes de manifestación del principio de
inercia o estabilidad implicado en el aspecto Sat. Cuando una persona
persiste en una línea de acción predeterminada, a pesar de los
peligros que la amenazan, se dice que tiene valor. Está demostrando
estabilidad en medio de las dificultades. Cuando persiste en un curso
de acción predeterminado, a pesar de las tentaciones que la asaltan,
se dice que tiene fortaleza. Esta mostrando estabilidad en medio de
las tentaciones. Cuando aferra a una línea de acción escogida, a
pesar de las alternativas que se le presentan, se dice que tiene
decisión de carácter. Está demostrando estabilidad en medio de las
distracciones mentales. Así vemos que estos tres rasgos de carácter,
que externamente parecen tan diferentes, son en realidad principio de
estabilidad que se manifiesta bajo diferentes condiciones de vida. La
estabilidad es un atributo fundamental de la Voluntad, la cual es un
reflejo del aspecto Sat de conciencia.
Las
mismas consideraciones rigen en el caso de los otros aspectos.
Cuando el aspecto Ananda
se refleja en la esfera de la personalidad, hace nacer sabiduría.
Ahora bien, uno de los atributos fundamentales de la sabiduría es la
percepción de la unidad de la vida que se manifiesta por medio de
todas las formas. En los planos del Espíritu, esta percepción es
directa y clara; pero en la región de la personalidad, esta unidad
levemente se siente y aparece como amor en diferentes formas.
Todas
aquellas cualidades como el afecto, la compasión y la devoción,
están basadas en esta
percepción indirecta de la unidad. Sus diferencias externas
provienen de las diversas
circunstancias
bajo las cuales se expresa ese sentido de unidad. Así, cuando
sentimos un parentesco
interno con otro individuo, ya sea que ese individuo esté o no
relacionado con nosotros
en esta vida, decimos que tenemos afecto. Es un amor producido por
asociación en vidas anteriores en relaciones de varias clases.
Cuando vemos a otro ser humano en una condición degradada (o sea que
la vida Divina está subyugada por las flaquezas que acosan a sus
cuerpos), y le extendemos nuestro amor a ese individuo, se dice que
tenemos compasión. Es amor que se vierte sobre quienes son
moralmente débiles y necesitan nuestra simpatía y ayuda. Cuando
vemos a otro individuo que representa nuestro ideal, y extendemos
nuestro amor a ese individuo y queremos enlazar nuestra vida con la
de él, se dice que sentimos devoción. Es amor dirigido a uno que
reconocemos superior en sabiduría y poder y conocimiento. Así vemos
otra vez que una cantidad de elementos del carácter humano son
meramente reflejos del aspecto de conciencia llamado Ananda, en las
diversas condiciones de la vida humana.
Cuando el aspecto Chit de la conciencia se refleja en la esfera de la personalidad, hace brotar el conocimiento de los objetos concretos. La observación, la memoria, el razonamiento, y otras funciones de la mente inferior, se verá, si se examinan con cuidado, que son meros reflejos de este aspecto de la conciencia bajo condiciones diferentes. Así, por ejemplo, cuando entramos en contacto mental con algún objeto poco conocido por nuestros sentidos físicos, se dice que lo observamos, o sea que la mente está recogiendo material. Cuando la mente toma una impresión de cualquier objeto que puede usar más tarde en sus trabajos, entra a funcionar la memoria; o sea que la mente está reuniendo material para uso futuro. Cuando los varios objetos que han sido observados se comparan y se contrastan y se sacan conclusiones, se dice que la mente está razonando, o sea que establece relaciones entre los objetos que ha observado y reunido en el almacén de la memoria. Todas estas facultades mentales están conectadas con el conocimiento, de una u otra manera, y se derivan del aspecto Chit de la conciencia.
El enlace al libro, por si prefieres leerlo a tu ritmo:
El enlace al canal de youtube, por si eres de los que prefieren escuchar:
https://www.youtube.com/watch?v=A0A11PQNVRY
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