Una y otra vez nos han dicho que lo más espiritual es tener una pareja para siempre, por aquella frase de “lo que ha unido Dios que no lo separe el hombre”, pero ahora tú me dices que tener más parejas es “lo normal” y que puede ser beneficioso espiritualmente. ¿No existe aquí una contradicción?
Es que una cosa son los lazos de amor y otra los del matrimonio. En el 90% de los matrimonios de la Tierra no hay amor verdadero, aunque esto no puede ser evidente para los cónyuges hasta pasado un tiempo. Pero parece ser que por haber firmado un papel uno no tiene derecho a cambiar de opinión. Cuando vosotros elijáis vuestras relaciones en función de vuestros sentimientos, entonces vuestras relaciones serán duraderas, como lo son las de los mundos avanzados. Pero tened en cuenta que lo que une a estas parejas no es la obligación, sino el sentimiento. Cada uno mantiene su libertad, tanto para elegir a la pareja, como para decidir separarse si así lo decide por propia voluntad, sin tener que rendir cuentas a nadie de su decisión. Tened clara una cosa: es el amor mutuo lo que hace que dos seres estén unidos, pero que mantenga cada uno su libertad individual intacta, no ningún contrato firmado, aunque sea delante de un sacerdote, o de un altar lleno de reliquias religiosas y flores, porque no es Dios el que os está uniendo, sino vosotros mismos, y las leyes y costumbres que habéis querido inventar. Lo que sí os ha dado Dios es la capacidad de amar, un alma gemela para que experimentéis ese amor y seáis felices, y la libertad de decidir vuestro destino. Pero como ya he dicho, en vuestro mundo, las pocas parejas que se unen por los sentimientos todavía han de vencer el propio egoísmo, que muchas veces puede más y consigue imponerse a los sentimientos. Por ello la lapidaria frase “Lo que ha unido Dios que no lo separe el hombre” la podríais sustituir por la siguiente, mucho más apropiada y que resulta un buen consejo a seguir para aquellos que buscan experimentar la auténtica felicidad: “Lo que ha unido el amor que no lo separe el egoísmo”.
¿Quieres decir que el divorcio es algo positivo desde el punto de vista espiritual? Siempre me pareció lo contrario, ya que la mayoría de religiones cristianas son contrarias al divorcio.
Una cosa es la religión y otra la espiritualidad. El tener la libertad de elegir con quién estar o no estar es siempre positivo. Es positivo porque permite ejercer el libre albedrío y el mundo espiritual siempre está a favor del libre albedrío. Forzar a una persona a estar con alguien por el que no siente o, aunque sienta, con quien le es imposible convivir por la razón que sea, solo por haber firmado un papel, es vulnerar su libre albedrío. Y es que vosotros todavía creéis que el estar unido a una pareja implica renunciar a una parte del libre albedrío y esto no es así. Por ejemplo, creéis que por el hecho de estar casado o viviendo en pareja con alguien, esto le obliga a uno a mantener relaciones sexuales con la pareja, como si fuera un deber que se ha de cumplir por encima de todo, y esto no es así. Uno no está obligado a mantener relación sexual con su pareja solo por el hecho de estar casados, si no lo quiere o desea. Ni a unirse a una persona solo porque haya mantenido relaciones sexuales con ella. Ni está obligado a sentir lo que no siente, aunque por las circunstancias que sea se haya unido a ella. Y, lo más importante, no se ha de sentir culpable por ello, porque los sentimientos no pueden ser forzados, sino que han de emanar espontáneamente. Desde el punto de vista espiritual, por encima de todo está la libertad individual, que prevalece sobre cualquier otra cosa. Mientras no os desprendáis del apego no podréis experimentar la felicidad del amor, porque el apego es al amor lo que la jaula es para el pájaro.
¿Entonces, cuando las personas que mantienen relaciones no se quieren, sino que solo lo hacen por pasar un buen rato, están transgrediendo alguna ley espiritual?
No. Si las personas lo han elegido libremente, no hay ningún problema. Lo que ocurre es que cuando el espíritu avanza espera algo más de la relación sexual, y una relación puramente física le dejará insatisfecho y le hará sentir vacío, además de que cuando dos personas que se unen en la relación, aunque sexualmente se atraigan, si no son afines espiritualmente, y no sienten desde el interior, la relación exclusivamente sexual acaba por hastiar. Por eso no suele durar mucho. Si se prolonga, será una relación inestable, siempre en conflicto permanente, ya que los lazos que la unen son muy débiles.
A medida que el espíritu evoluciona, su sexualidad pasa de ser un instinto, una necesidad biológica, a ser un instrumento de expresión del sentimiento. Para los humanos primitivos la sexualidad era básicamente instintiva y no podía haber un vacío del sentimiento cuando se apareaban con alguien a quien no querían, porque su sentimiento estaba todavía escasamente desarrollado. Pero un espíritu más evolucionado, con mayor capacidad de amar, sentirá un gran vacío si en sus relaciones sexuales solo busca satisfacer su instinto. La relación sexual para el espíritu avanzado es una manifestación de amor íntimo. Cuando los espíritus que mantienen una relación sexual son espiritualmente afines y se aman mutuamente, el sentimiento de amor profundo se manifiesta en la relación sexual, y se produce simultáneamente al intercambio de los cuerpos físicos un intercambio energético entre ellos que los revitaliza y los llena, y que surge de la interpenetración de los cuerpos astral, mental y espiritual. Por el contrario, en una relación puramente sexual, es decir, en la que las personas que practican el sexo no sienten amor la una por la otra, aunque haya una satisfacción del cuerpo físico, faltará la compenetración de los cuerpos más sutiles, astral, mental y espiritual, y esto dará como resultado la sensación de vacío e insatisfacción. En los mundos avanzados, lo que mueve a los espíritus a unirse como pareja es, exclusivamente, el amor interior que sienten y, por tanto, es muy raro que se unan las parejas por algún otro motivo. Como allí la percepción está muy desarrollada, no hay lugar a engaños ni decepciones, que en la Tierra suelen ocurrir al encontrar que la pareja no es como uno creía, porque hasta ese momento mostraba solo una apariencia para conquistar.
¿Y cómo se pueden resolver los problemas de sexualidad?
Vuestros problemas con la sexualidad son en su mayoría debidos a que mantenéis relaciones sexuales con personas por las que no sentís prácticamente nada de amor. Todavía continuáis mirando solo la parte física, y creéis que la culminación del placer sexual es mantener relaciones con personas físicamente muy atractivas. No queréis reconocer la parte de los sentimientos y, puesto que la mayoría de vosotros no estáis emparejados con las personas amadas espiritualmente afines, el problema viene de no sentir. Viene de no sentir un llenado del interior. Los espíritus más avanzados son los que más sufrirán por mantener relaciones sexuales sin amor. En vez de reconocer que el problema está en la ausencia de sentimientos y que lo que hay que hacer es empezar a actuar más conforme a lo que uno siente, os empeñáis en buscar experiencias sexuales con otras personas igualmente por las que no sentís nada, o en añadir al sexo otros componentes que supuestamente lo hacen más atractivo, pero igualmente vacío. Entonces se cae en un círculo vicioso, ya que se busca llenar con materia lo que solo podría llenarse con sentimiento.
¿Quieres decir que el amor romántico, esas relaciones que vemos en las películas, es algo que escasea en nuestro mundo?
Lo que ocurre es que vuestro concepto de lo que es el amor, en este caso, el amor de pareja, está distorsionado respecto a lo que es el amor desde el punto de vista espiritual.
No escasean las relaciones por intensa atracción física, que vosotros llamáis erróneamente amor “pasional” o “romántico”, que son como la luz de una bengala, muy intensa en un instante y que luego se apaga para siempre, y que se intenta vanamente prolongar a base de superexcitar los sentidos con aderezos materiales (una cena en un restaurante caro, un regalo llamativo, una noche en la suite de un hotel de cinco estrellas o unas vacaciones en una isla paradisíaca). Y a todo esto le llamáis amor romántico, cuando en realidad no deja de ser una fuerte atracción sexual que se va difuminando una vez el deseo sexual ha quedado satisfecho. Respecto a las pasiones, muchas veces no tienen nada que ver con el amor, sino solo con el deseo insatisfecho de poseer a alguien, que es la manifestación del egoísmo que hemos llamado apego. Las personas no son objetos, no pueden ser poseídos y no pertenecen a nadie más que a sí mismos. No confundáis el querer con el querer poseer, el amor, con el apego. Tened clara una cosa: no se puede obligar a nadie a querer, porque si el amor no es libre, entonces no es amor. Los sentimientos no se pueden forzar. Los sentimientos no obedecen a sugestiones, manipulaciones, imposiciones ni mandatos. Si queréis ser amados, entonces amad incondicionalmente, sin esperar nada a cambio y entonces, algún día, la ley de causa-efecto os traerá aquello que vosotros habéis dado.
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