miércoles, 7 de febrero de 2018

C S M (23) Cap. IX: Control, Purificación y Educación de la Mente.

Lo mismo que hicimos con el cuerpo emocional, trataremos primero el problema del control del cuerpo mental inferior, porque purificarlo y educarlo requiere cierto grado de control de sus actividades. Como se verá, se asemejan mucho los métodos para el tratamiento del cuerpo emocional y el del cuerpo mental inferior, debido a la semejanza en su constitución y a la estrecha relación que existe entre ellos. Por tanto, mucho de lo que se ha dicho sobre la educación del cuerpo emocional es aplicable a la del mental inferior.

Para controlar la mente inferior, el primer paso es objetivarla, separarla de nuestra conciencia. La gran mayoría de personas cultas han superado la etapa de identificarse por completo con su cuerpo físico, en la que se encuentran los pueblos salvajes y semicivilizados. Algunas pueden también separarse parcialmente de sus deberes y emociones y tienen cierta conciencia de que ellas no son las emociones y deseos que constantemente las arrastran. Pero hay muy pocas personas que puedan separarse de sus mentes. Les parece que la mente es uña y carne de su mismísimo ser, y cuando hacen un esfuerzo por separarla de la conciencia les parece que no queda nada, tan estrecha es la identificación de la conciencia con su vehículo. Y sin embargo, para el que quiera controlar su mente es absolutamente necesario objetivarla.

El esfuerzo por controlar, purificar y fortalecer la mente por medio de una disciplina sistemática, irá haciendo al estudiante cada vez más consciente de ese dualismo entre el controlador y lo controlado. Pero al principio es necesario concentrarse por algún tiempo en observar los movimientos de la mente, a fin de adquirir en cierta medida la capacidad de objetivarla. Sólo así se familiarizará el estudiante con sus tendencias y características, y aprenderá a disociarse de ellas. Cuando haya adquirido cierta habilidad en esta dirección, debe comenzar a ejercer un control general sobre las actividades de su mente inferior.

El primer paso es crear el hábito de concentrarse totalmente en cada una de sus actividades durante el día. Muchos de los que comienzan a practicar la concentración y la meditación no saben que los resultados que logran durante los cortos períodos de sus ejercicios mentales dependen en gran medida del control y uso de su mente durante el resto del día. El que deja que su mente vague mientras atiende a sus tareas cotidianas, jamás logrará concentrarla bien durante el período de su meditación, porque la dispersión de la mente durante el día produce esa tendencia a vagar, la cual no puede ser superada totalmente durante el corto tiempo dedicado a ejercicios de concentración y meditación. Por tanto debemos formar el hábito de concentrar toda nuestra mente en cada porción de trabajo que nos venga, en vez de prestarle sólo una atención parcial. No importa que ese trabajo sea o no sea importante en lo que respecta a esa tendencia a vagar. Ya estemos escribiendo una carta, o leyendo un libro, o conversando con alguien, o cualquier otra cosa, la mente debe estar concentrada en lo que hace. Toda nuestra mente debe estar en cada una de las acciones que tengamos que hacer en el curso normal de la vida. Esta práctica no sólo mejorará enormemente la calidad de nuestro trabajo, sino que pondrá los cimientos de ese dominio mental que es uno de los objetivos principales que debe imponerse todo estudiante de la Renovación de Sí Mismo.

La mayoría de los que están acostumbrados a dejar vagar sus mentes, se imaginan que la vida se volverá tediosa, y tensa si tienen que prestar atención concentrada a todo cuanto hacen. Ese es un concepto equivocado. Aunque esta práctica requiere cierta cantidad de vigilancia, y produce una sensación de tensión al principio, gradualmente se forma el hábito de concentrarse y la mente lo hace entonces automáticamente en todas sus actividades sin sentir tensión alguna. La mente es una criatura de hábitos, y es fácil mantenerla concentrada una vez que se establece definidamente la costumbre.

Simultáneamente debe acometerse otra práctica: la de ejercer una selección constante entre los pensamientos que buscan introducirse a la mente. Cuando no estamos ocupados en alguna actividad mental en particular, pensamientos de toda clase que están flotando en el ambiente mental circundante vienen y chocan sobre nuestro cuerpo mental y tienden a provocar vibraciones en respuesta. La investigación clarividente ha mostrado definidamente que los pensamientos no son cosas vagas de que somos conscientes en el plano físico, sino cosas definidas en el plano mental, con formas características y poderes vibratorios. Cuando una de estas formas-pensamiento toca nuestro cuerpo mental, o cuando las vibraciones que emanan de esas formas tropiezan con el cuerpo mental, tienden a producir vibraciones simpáticas y nos damos cuenta del pensamiento correspondiente. Claro que todos los pensamientos que aparecen en nuestra mente no son de origen externo; algunos se deben a actividades iniciadas en el cuerpo mental mismo; pero en la mayoría de los casos es difícil distinguir entre estas dos clases de pensamientos.

Sea que los pensamientos vengan de fuera o se inicien en el cuerpo mental, hay que entrenar a éste para que ejerza constante discernimiento entre ellos, y no permitirle que se solace en pensamientos de tipo indeseable. Pensamientos de odio, venganza, celos y orgullo, se apretujan en torno nuestro, y los pocos pensamientos buenos generados por almas puras y nobles se pierden prácticamente entre la gran masa de pensamientos de tipo bajo. De suerte que si queremos proteger nuestra salud mental, es absolutamente necesario aprender a ser positivos ante toda clase de pensamientos malos.

La mejor manera de atacar un pensamiento indeseable es enfocar la mente hacia algún otro pensamiento, preferible de carácter elevado y noble. La mente no puede pensar sino en una sola cosa a la vez, y el mero volver la atención hacia otra cosa elimina el primer pensamiento de un modo natural. Por ningún motivo hemos de tratar de combatir el pensamiento deteniéndonos en él, pues esto le conferiría fuerza adicional y dificultaría su expulsión. Si arrojamos accidentalmente un fósforo encendido sobre un material combustible, el mejor método de prevenir un incendio es apagarlo inmediatamente. Si le damos tiempo al material para encenderse, la tarea de apagarlo será mucho más difícil.

Cuando se ha sostenido esta práctica por un tiempo largo y se ha formado el hábito de discernir, la mente rechaza automáticamente los pensamientos malos, y no se requiere esfuerzo consciente para mantenerlos fuera. Se ha establecido cierta nueva tasa vibratoria en el cuerpo mental, y nada que desarmonice con esta tasa superior puede afectarlo. Se puede decir que ese es el modo científico de purificarlo. Lo que en verdad ha ocurrido es que la constitución del cuerpo mental ha cambiado gradualmente y ahora predominan las combinaciones más finas de materia mental en su composición, lo cual facilita expresar pensamientos de tipo superior y le dificulta responder a los que generalmente llamamos pensamientos malos.

Debemos recordar que nada malo proveniente del exterior puede afectarnos si no existe algo en nosotros que responde a ese mal. El que esté completamente libre de todo deseo por la bebida, puede andar entre bebedores sin que ello le afecte en lo más mínimo; en cambio eso sería en extremo peligroso para el que aunque no sea adicto a la bebida, tenga todavía latente el ansia de beber. No siempre podemos escoger nuestro ambiente o compañías, ni controlarlos totalmente; de modo que el camino que nos queda para proteger nuestra salud mental es el de volvernos puros y positivos ante lo malo. Entonces podemos movernos a salvo en cualquier ambiente, y elevar gradualmente a las personas con quienes tratamos, mediante nuestra tasa de vibraciones más alta.

Esta práctica de vigilancia constante y actitud positiva hacia pensamientos que vienen de fuera, no sólo mejora la salud mental y purifica gradualmente los pensamientos, sino también desarrolla esa estabilidad mental tan necesaria para practicar con buen éxito la meditación. Uno de los problemas más difíciles para quienes emprenden estas prácticas, en las primeras etapas, es el de alejar los pensamientos intrusos durante la meditación. El modo apropiado de tratar con esos pensamientos es adoptar una actitud positiva hacia ellos, e ignorarlos completamente. La práctica de vigilancia constante durante el día, ayudará mucho a mantener esta actitud positiva y a adquirir esa resistencia a los impactos externos que es condición necesaria para el buen éxito en la meditación.

La disciplina general de la mente trazada en estos párrafos, si se adopta con toda sinceridad, será útil a toda persona aun en la vida mundana corriente, aunque no aspire a la vida superior de desarrollo espiritual. Se volverá más eficiente, más equilibrada, y estará en mejor condición para encarar las pruebas y dificultades incidentales de la vida. Pero esta disciplina general es apenas una preparación preliminar para el más intensivo adiestramiento de la mente que requieren los que aspiran a vivir la vida superior del espíritu y hollar la senda que lleva a la perfección.



El enlace al libro, por si prefieres leerlo a tu ritmo:


El enlace al canal por si prefieres escucharlo despacito: 
https://www.youtube.com/watch?v=pPbO8NiPfME&feature=youtu.be 




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