Cuando
el Teósofo examina los fenómenos que se manifiestan por medio del
cerebro, encuentra
que vienen de diferentes partes del hombre. El ser humano tiene, como
hemos visto
ya, una constitución compleja, un juego de vehículos para
conectarse con los planos internos.
Cada uno de esos vehículos envía sus vibraciones peculiares al
cerebro y produce los fenómenos complejos y variados de nuestra
conciencia física. De suerte que nuestras sensaciones y sentimientos
se deben a vibraciones del plano emocional que repercuten sobre
nuestro sistema cerebro-espinal, y nuestros pensamientos se deben a
vibraciones del plano mental que repercuten en el cerebro físico. Y
nuestras auténticas intuiciones son ecos débiles de vibraciones que
vienen de planos más sutiles y más profundos. Debido a esta
diversidad de las fuentes de los fenómenos que aparecen en la
conciencia física, nadie puede clasificar estos fenómenos y
precisar su respectiva fuente a menos que sea capaz de dejar a voluntad
su vehículo físico para examinar con plena conciencia los fenómenos
de los planos superfísicos. Es un hecho que la Teosofía, base de la
Sabiduría Perenne, es el fruto de ese tipo de investigaciones
efectuadas por una larga sucesión de adeptos en ininterrumpida
continuidad y por largas edades.
Ahora
bien, cuando los psicólogos examinan los fenómenos que llaman
pensamientos, encuentran
que pueden clasificarse bajo dos categorías generales; pensamientos
concretos, referentes a nombres y formas, y pensamientos abstractos,
referentes a conceptos y principios abstractos. Ambas clases de
pensamientos aparecen en nuestra conciencia física por medio del
cerebro físico. La investigación Oculta ha demostrado que estas dos
clases de pensamientos tan diferentes entre sí se originan en dos
vehículos de conciencia diferentes que operan en el campo mental. En
efecto, el plano mental con sus siete subplanos puede dividirse así:
los cuatro subplanos inferiores forman un grupo que sirve de medio a
los pensamientos concretos, y los tres subplanos superiores forman
otro grupo que sirve de medio a los pensamientos abstractos. Esta
división en dos grupos no es arbitraria sino perfectamente natural,
puesto que la materia que pertenece a estos dos grupos de subplanos
entra en la composición de dos vehículos de conciencia enteramente
distintos: el cuerpo mental inferior, vehículo de los pensamientos
concretos, y el cuerpo mental superior, vehículo de los pensamientos
abstractos. Estos dos cuerpos sirven respectivamente no sólo como
vehículos de dos tipos distintos de fenómenos mentales, sino que
pertenecen, como vimos en el Capítulo II, a dos componentes
separados y diferentes de nuestra constitución total.
El
cuerpo mental inferior es el constituyente más sutil de la
personalidad transitoria que cambia
a cada encarnación; mientras que el cuerpo mental superior (o cuerpo
Causal)
constituye
el vehículo más externo del Ego o Alma inmortal, que perdura de
vida en vida y pasa por el larguísimo proceso evolutivo. Se verá,
pues, que la línea de demarcación entre la mente inferior y la
superior no solamente separa estos dos principios mentales, sino
también separa el yo inferior del Yo Superior.
Ya
hemos tratado ampliamente la constitución y funciones del cuerpo
mental inferior, vehículo
de los pensamientos concretos. Ahora tomaremos el cuerpo Causal y
consideraremos
sus funciones y su lugar en nuestra constitución interna. El
cuerpo Causal está formado por materia de los tres subplanos
superiores del plano mental,
y es el vehículo más externo del Ego o Alma inmortal que funciona
como la trinidad
de Voluntad, Intuición e Inteligencia. Se forma por vez primera al
ocurrir la individualización,
cuando un rayo del Primer Logos penetra en el alma grupal de un
animal.
Este
cuerpo es el repositorio de todas las experiencias por las que pasa
el Alma en sus sucesivas
reencarnaciones, y también de las facultades que desarrolla
gradualmente durante su evolución. Al principio, recién formado,
este cuerpo parece como un ovoide y se asemeja a una burbuja de jabón
sin colores. Pero a medida que avanza la evolución y las facultades
del Alma van pasando una a una del estado latente al potente y el
Alma va siendo
más activa, aparecen gradualmente colores brillantes, hasta que en
el caso de un Adepto
el cuerpo Causal ha crecido muchísimo y muestra resplandecientes
colores iridiscentes
de inimaginable belleza. Con las limitaciones de nuestra conciencia
física nos es
imposible imaginar las condiciones y formas de esos mundos más
internos, porque las dimensiones
de esos mundos son muy superiores; pero algunos escritores han
tratado de describirlas
basándose en investigaciones clarividentes.
Pasemos
a considerar las funciones del cuerpo Causal, que muchos estudiantes
encuentra difícil entender y las confunden a veces con las de la
mente inferior y otras veces con las de la Intuición. Para
simplificar el problema, tomémoslas una a una.
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