miércoles, 14 de febrero de 2018

Conocimiento de Si Mismo (26) Cap. IX: Funciones del Cuerpo Mental (4)

El primer hecho interesante digno de anotar a este respecto, es que la actitud general de la Teosofía hacia la adquisición del conocimiento se diferencia algo de la del hombre intelectual corriente de hoy. El desarrollo de la ciencia moderna, que naturalmente ha alentado la búsqueda del conocimiento detallado en varias direcciones, ciertamente ha conducido a muchos descubrimientos maravillosos y ha abierto nuevas avenidas de conocimiento. Nos ha permitido alcanzar dominio sobre los poderes de la Naturaleza en el campo físico, de una manera que no podíamos soñar hace cien años. Pero esta búsqueda del conocimiento detallado que la labor científica requiere, ha fomentado también una insalubre sed de conocimientos de toda clase, que en muchos casos es claramente inútil. Esta actitud no sería tan perjudicial si no fuera porque socava nuestro sentido de los valores justos y nos hace sacrificar las cosas importantes y esenciales a otras más o menos inútiles. Vemos un ejemplo muy claro de esto en el sistema educacional moderno. La mayor parte del conocimiento que se imparte en escuelas y colegios es de tal índole que nunca necesitamos utilizarlo en la vida, mientras que mucho conocimiento de importancia vital para vivir nuestra vida no aparece por parte alguna. Se nos deja que lo adquiramos precariamente, por nuestros propios esfuerzos, casi siempre a costa de muchos errores y de mucho sufrimiento innecesario. Ahora bien, el Teósofo sabe lo que vale el conocimiento, pero cree que hay que ejercer el discernimiento para adquirir el conocimiento referente al lado fenomenal de la Naturaleza. Sabe, en primer lugar, que todo conocimiento obtenido por medio de la mente inferior es relativo, y por tanto no le atribuye la importancia que le da el hombre ordinario del mundo.

Adquiere el conocimiento que le es necesario y útil para su propia labor, pero no recarga su mente con conocimiento minucioso que de nada le sirve por el momento. No ve el conocimiento como una especie de adorno, como parecen considerarlo algunos de nuestros eruditos y científicos. En segundo lugar, sabe que hay la posibilidad de desarrollar facultades superfísicas que permiten adquirir cualquier clase de conocimiento que pueda necesitar, sin mucha dificultad. El desarrollo del cuerpo Causal y del vehículo intuicional y las facultades que pertenecen a ellos, hace innecesaria la acumulación de conocimiento detallado en la mente inferior, por la facilidad con que puede obtenerse ese conocimiento en cualquier momento y porque es mucho más confiable cuando así se adquiere.

Esto no significa, desde luego, que el aspirante a la Sabiduría Divina haya de despreciar el conocimiento referente al lado fenomenal de la vida, ni que pueda descuidar la educación de su mente inferior. Poquísimas son las personas que están en condición de desarrollar sus facultades superfísicas en el presente inmediato; durante muchas vidas por venir, la gran mayoría de los candidatos que recorren el camino de la renovación Propia tendrán que trabajar en su cuerpo mental y por medio de él. Aunque puedan adquirir facultades superiores, siempre necesitaran un cuerpo mental bien desarrollado para traer y utilizar aquí abajo el conocimiento que obtengan en los planos superiores. De suerte que el estudiante de Teosofía no puede prescindir del cultivo de su mente, sino que tiene que usar el discernimiento y guiarla rectamente de acuerdo con el gran propósito y los ideales de su vida.

¿Cuáles son los principios generales que deben guiamos en la educación de la mente inferior? He aquí algunos de carácter básico.

En la adquisición de conocimientos, debemos limitarnos, hasta donde sea posible, a aquellos tópicos que nos interesan directamente en nuestra vida, y al estudiarlos debemos buscar siempre los hechos básicos y esenciales. Es necesario usar gran discernimiento, porque el campo del conocimiento es inmenso y nuestra vida es corta. Si tenemos un propósito claro en nuestra vida, no podemos desperdiciar nuestro tiempo y energías en acumular hechos e ideas inútiles, especialmente cuando existe tantísimo conocimiento de valor real y permanente que hemos de tratar de adquirir en el corto tiempo de que disponemos. Claro que cada uno ha de decidir por sí mismo cuál es el conocimiento de valor real y permanente; pero en líneas generales puede decirse que todo conocimiento que nos ayude a realizar nuestro propósito principal en la vida y los subsidiarios, es importante; mientras que el conocimiento que no podamos usar en ese sentido podemos considerarlo inútil, al menos por el momento.

Para poder usar de este modo el discernimiento, debemos aprender a estudiar el valor de hechos e ideas tal como un joyero aprende a evaluar las gemas y alhajas con que tiene que negociar. Los hechos y las ideas varían enormemente en valor, y con algo de práctica será posible no sólo separar lo útil de lo inútil sino hasta clasificarlos conforme a su valor intrínseco o relativo. El estudiante de Sabiduría Divina debe ver que hasta donde sea posible su mente contenga solamente ideas valiosas, tesoros de sabiduría y de experiencia de valor permanente.

No sólo han de ser de alta calidad las ideas que guardemos en nuestra mente, sino que debemos asegurarnos de tenerlas en forma apropiada: claras, precisas y clasificadas. Sólo así podremos usarlas fácilmente y con el mayor provecho. Ideas vagas y hechos no clasificados, aunque sean de gran valor, no se puede usar para pensar en un orden elevado ni para resolver los problemas reales de la vida. Son como piedras preciosas no talladas ni pulidas, que aunque sean de alto precio no se pueden utilizar así para hacer joyas.

El segundo principio importante que debe guiamos en la cultura de la mente es que el desarrollo de las facultades y poderes mentales es tan importante o más que el acumular conocimientos, porque la evolución del cuerpo mental se mide no tanto por el número de hechos que contiene como por su capacidad para adquirir con facilidad conocimientos sobre cualquier tema y utilizarlo para cualquier propósito. Una mente que pueda captar velozmente cualquier nuevo tipo de pensamiento, que pueda pensar con exactitud y aplicar eficientemente el saber que posee a la solución de problemas de toda clase, es muchísimo más valiosa que una mente que no tenga esas capacidades aunque esté atiborrada de ideas y hechos no asimilados.

Hemos de recordar siempre que todo el conocimiento está siempre presente en la conciencia del Logos de nuestro sistema, y que lo que nos impide traer ese conocimiento a nuestra conciencia limitada es la falta de responsividad de nuestros vehículos. Un cuerpo mental perfecto ha de ser como un aparato radiofónico de primera clase, debe ser posible sintonizarlo a cualquier longitud de onda de pensamiento de la Mente Divina, para obtener conocimiento total sobre cualquier asunto.

Y, por último, si queremos alcanzar una perspectiva correcta en nuestra vida mental, debemos aprender a correlacionar todo nuestro saber. Esto significa que todas las diferentes clases de conocimientos que poseamos, debemos verlas en su verdadera relación recíproca, como partes de una gran síntesis. Sólo así podremos ver el lugar y el valor de cada parte dentro del todo, y entonces podremos desarrollar nuestra vida mental de un modo sistemático y ordenado. Hay un plano desde el cual se ven todas las diferentes ramas del saber como las ramas de un árbol enorme que se desprenden de un tronco y tienen su raíz en una Conciencia. Si esto es así, entonces el esfuerzo que hagamos por correlacionar nuestros conocimientos debe ponernos en armonía con ese plano, y acercamos a aquella visión sintética en la que todo conocimiento verdadero se ve que se deriva de la Mente Universal.



Empieza capítulo X: Funciones del Cuerpo Causal.


El enlace al libro, por si prefieres leerlo a tu ritmo:

El enlace al canal por si prefieres escucharlo despacito:
https://www.youtube.com/watch?v=ZeJbDe7qM0E&feature=youtu.be






No hay comentarios:

Publicar un comentario