Adam,
Aisha y Eva.
Si
en nuestro fuero interno el sacrificio produce una división de
tendencias, en el ámbito
del Ego Superior, el "drama" de Binah también
produjo una división. El ser humano,
que en su primera fase evolutiva era hermafrodita, encerrando en él
mismo la
polaridad positiva y negativa, al entrar Binah en su período
activo, produjo en el alma
humana una separación y el primitivo Adam (con m) tuvo que
ceder parte de su ser a Eva. A partir de entonces, el hombre debería
juntar sus fuerzas sexuales con las de la mujer
para dar vida a nuevas almas. Y, lo mismo que en el terreno físico
sucede en el espiritual.
Para cualquier creación estable son necesarias
la colaboración de la Voluntad-Adam
y la Imaginación-Eva. (Aquí quiero
recordar que lo que llamamos Ser Humano no siempre ha sido como lo
conocemos ahora).
¿Por
qué decimos Adam en lugar de Adán? Este es un error frecuente.
Sabemos que la Biblia, el libro que transmite el génesis de nuestra
humanidad en forma de historias
simbólicas y reales, está escrito con las letras del código
hebraico. Así Adam está
formado por las letras Aleph-Daleth-Mem. EL
SIGNIFICADO DE LA PALABRA ADAM
REPRESENTA
LA HUMANIDAD ANTES DE SER INDIVIDUALIZADA.
Así
como en el primer Día de la Creación, Kether fue el principal
centro activo, también
en el despliegue de la Oleada de vida humana,
la primera forma de vida que existió
fue Adam. Este nombre debe escribirse
con M final. En las tres letras que lo componen
están representados los tres centros de energía que participaron en
esta creación.
El Aleph es Kether o la Voluntad que lo mueve
todo; el Daleth es Hochmah, o
el Amor que crea la vida; el Mem es Binah, o la Forma material que da
a las virtudes
espirituales un vehículo para su manifestación.
En
la terminología alquímica, ese primer estadio de la existencia
material representado
por Adam recibe el nombre de Azufre, considerado como el padre de todos
los metales, su generador, que se encuentra en las múltiples combinaciones materiales
a que dio lugar la diversificación de la Creación. La
humanidad adamita tenía
un nivel de conciencia semejante a los minerales actuales, es decir,
ausencia total
de conciencia de sí misma. (Una reflexión:
se supone y repito lo de "se supone" que la humanidad de
hoy día tiene conciencia de sí misma, aunque a veces su actuación
sea para ponerlo en duda).
En
el segundo Día de la Creación, el principal Centro activo fue
Hochmah. La especialidad
de ese Séfira es la de llevar a la madurez aquello que
Kether-Voluntad ha
iniciado. En Hochmah se encuentra almacenada la corriente
luminosa procedente de
Kether y el suplemento de luz que correspondería a Binah y al que
éste renunció para
que fuera posible la existencia de nuevas oleadas de vida; de modo
que Hochmah
es un auténtico pozo de fuerzas luminosas que sirven para
reconstituir la armonía
allí donde reina el desorden, el caos y la enfermedad.
Del
mismo modo que en el segundo Día de la
Creación el centro activo fue Hochmah, también en la segunda etapa
del desarrollo de la Oleada de Vida humana apareció la mujer. La
humanidad adamita era hermafrodita, y así lo es el feto en la etapa
de su desarrollo en que recapitula ese período. Al entrar Hochmah en
fase dinámica, Adam,
el hombre primordial, se dividió y el sexo masculino fue separado
del femenino.
Es
preciso entender correctamente este proceso, porque una
lectura equivocada de la Biblia podría llevaros a pensar que el
primer sexo que apareció en la tierra fue el masculino,
cuando queda claro que Adam era hermafrodita, hombre y mujer a la
vez. (Quiero
repetir esto último, para que quede más claro: Adam era
hermafrodita, hombre y mujer a la vez).
En
una traducción simple de la Biblia (Génesis II/23), se apunta que
Adam dio a ese nuevo estado de ser, nacido de su costado, el nombre
de mujer o varona. En realidad la
palabra que aparece en el texto de Moisés es Aisha,
palabra formada por las letras hebraicas:
Aleph-Shin-He. El análisis de esas letras nos permitirá comprender
su profundo
significado. El Aleph, representa la fuente
primordial de la vida en la cual toda
voluntad tiene su origen. El Shin es el signo de enlace entre la
divinidad y el ser humano,
es el terreno de encuentro entre la naturaleza espiritual y la
material y, por lo
tanto, ilustra el instante en que el ser humano comprende los
objetivos de Dios. El He
es la fecundidad, la fertilidad material. Este nombre revela un
estadio, en el desarrollo
humano, en el cual el ser humano posee ya la facultad de comprender, encerrada
dentro de sí, y de transmitir esa facultad a través del He a todas
las cosas.
Pero
más allá de ese significado, en Aisha, Dios
establece una alianza con el ser humano,
marcándolo con el Shin, signo que constituye una promesa de
redención. Es
por ese signo que un día vendría al mundo material Jesús-Cristo,
denominado el Hijo,
y que además de representar un acontecimiento histórico, aparecería
en nuestra
propia naturaleza individual. Aisha se
manifestará un día dentro de nosotros y
nos traerá el hijo tan esperado, y ese será un nacimiento sin la
intervención de un varón:
será obra de nuestro espíritu que habrá conquistado una categoría
superior. (Precioso si supiéramos asumir lo
que significa).
En
la terminología alquímica, ese segundo estadio de la existencia
material representado
por Aisha, recibe el nombre de Mercurio,
considerado como la madre de
todos los metales.
En
el tercer Día de la Creación el principal centro activo fue Binah.
Su especialidad fue
servir de fundamento a todo lo creado. Binah sería así la
portadora de oscuridad, pero
al mismo tiempo la que hizo posible nuestra existencia, la matrona
que, en sucesivas
etapas, iría "enfriando" las energías primordiales, a fin
de que pudiéramos disponer
de una Tierra material como campo de operaciones.
Binah
ha sido llamada Madre Oscura del Mundo. Ella ha gestado nuestra
Tierra y su representante en el ámbito humano, la mujer, es la
encargada de gestar las criaturas.
Del
mismo modo que en el tercer Día de la Creación fue Binah el
principal centro activo,
también en la tercera etapa del desarrollo de la Oleada de vida
humana apareció
Eva, cuyo nombre es citado por primera vez en el tercer capítulo del
Génesis (3,
20.) Así, tenemos que en Adam la humanidad es hermafrodita, cuando
Kether ejerce
su dominio. Bajo el dominio de Hochmah la humanidad se divide en dos
sexos y
el femenino es llamado Aisha. Bajo el dominio de Binah, después de haberse producido
el acto de desobediencia a la ley restrictiva de este séfira (el de
los luciferes),
la mujer primordial recibió de Adam el nombre de Eva y a partir de entonces
tuvo la facultad, inherente a Binah, de engendrar hijos. La palabra
Eva está formada
por las letras Heith-Vav-He.
Aisha
significa la facultad de comprender, reflejada en la propiedad
mineral del mercurio.
Esta facultad de comprender es la que genera este nuevo nombre, ya
que el Heith
describe ese estado de las energías en el cual sentimientos y razón
se tocan y construyen
la base de comprensión de dos mundos, el Emotivo y el Mental. Zodiacalmente
el Heith enlaza Piscis con Libra, que es el signo de la mujer. El Vav
es el
signo de transmisión-enlace de la luz con las tinieblas y de las
tinieblas con la luz. La
mujer es la que da a luz y también la que recoge la luz-simiente
masculina para introducirla
en las tinieblas de su organismo físico y elaborar con ella la nueva existencia.
El He es el signo de la vida, de la fertilidad. EN
TÉRMINOS GENERALES EVA SIGNIFICA:
EL SER QUE TRANSMITE LA VIDA.
Así
vemos que a través de Aisha Dios nos transmite la vida espiritual y
a través de Eva
nos confiere la facultad de transmitir la vida física. En la
terminología alquímica, ese
tercer estadio de la existencia material, representado por Eva,
recibe el nombre de
sal, cuya propiedad permite dar un sabor particular a cada cosa,
diferenciándolas así
entre ellas.
Como
el ser humano ha sido creado a imagen y semejanza de Dios y, según
el principio
hermético, lo de arriba es como lo de abajo, tendremos que esos tres Principios
se encuentran interiorizados en él y constituyen las tres fuerzas
que trabajan
constantemente en su vida.
Azufre,
mercurio y sal corresponden pues a propiedades activas en cada uno de nosotros
y que se manifiestan como voluntad, sabiduría e inteligencia que
discierne. Es
difícil que el azufre de Kether pueda manifestarse en nosotros en
toda su pureza porque
representa la suprema unidad, mientras que los hombres estamos
divididos en
sexos, sin constituir aún vehículos apropiados para la
manifestación de la unidad.
Desde
la cúspide del triángulo supremo, Kether se manifiesta a través de
Hochmah o a
través de Binah.
Voluntad-Providencia-Inteligencia:
en esas tres palabras se encuentra la clave de nuestra
existencia. La Voluntad es una fuerza que nos convierte en
seres totalmente libres.
Cuando la voluntad se pone en marcha, las circunstancias a nuestro
alrededor empiezan
a moverse y a configurarse de acuerdo con ella.
Cuando
nuestra Voluntad ha actuado, la fuerza providencial se pone en juego automáticamente
y dispara su chorro de luz para llevar a la madurez y a la perfección aquello
que la Voluntad ha puesto en marcha. Si la
Voluntad deja de actuar, tampoco la
Providencia lo hace, ya que son dos fuerzas dependientes la una de la
otra. Éste es un punto de aprendizaje fundamental. Sin la
Voluntad, la vida se parecerá a esas aguas
estancadas en las que todos los parásitos anidan. (Aquí
hago otra reflexión: es necesario tener presente lo que se está
compartiendo aquí, para no quejarme después de que "no consigo
lo que quiero").
Así
es. Pero en ciertos momentos necesitamos detenernos a reflexionar,
parar el tren de nuestra vida para considerar aspectos profundos de
nuestra personalidad y es correcto
que lo hagamos. El dato relevante es comprender que después de esa
parada es
preciso poner en marcha la fuerza de voluntad para que el tren
continúe su camino de
evolución.
Por
ejemplo, para salir del estado que llamamos depresión, se requiere
un esfuerzo de
voluntad. En el ámbito simbólico, una de las
principales causas de las depresiones es
la necesidad que la persona tiene de cambiar su estilo de vida, su
forma de enfocar los
problemas y las situaciones cotidianas. Las personas sienten
que sus miembros se paralizan,
se niegan a responder, cuando tratan de volver a la carga, de seguir
por la misma
senda que les ha conducido a la depresión. En cambio, cuando son
capaces de mirar
un poco más allá de sus problemas, de levantar la vista y darse
cuenta del nuevo
paisaje que tienen delante, ponen en marcha la voluntad y consiguen
su victoria
personal.
La
unión Kether-Hochmah da como resultado una voluntad expansiva
luminosa, que incita al individuo a crear mundos y más mundos,
utilizando la prerrogativa divina de
expandirse ilimitadamente. Esta facultad sería interiorizada en el
elemento varón, dotándolo
de simiente generadora que permite la reproducción en el mundo
físico y que
es al mismo tiempo signo anunciador de fecundidad en el mundo
espiritual.
El
tercer centro de energía interiorizado en nosotros se encarga de
aplicar la ley. Si la voluntad ha actuado de una manera arbitraria y
errónea; si la Providencia ha llevado a
la perfección algo que es inadecuado a los ojos de la divinidad,
Binah-Inteligencia se
encarga de llevarnos a comprender que nos hemos equivocado y con sus correcciones
nos enseña a utilizar la Voluntad de conformidad con la ley divina.
La
unión de Kether-Binah da como resultado una voluntad conservadora
que aprisiona
en sí las cualidades ígneas de Kether-Azufre para dar lugar a una
creación selectiva,
es decir, creación de elementos conformes a su propia naturaleza y limitados
a ciertos condicionamientos. Esto nos permite comprender el misterio
de la
sexualidad; comprender el impulso del varón a generar de forma
indiscriminada, mientras
que la mujer, cuando sus propiedades esenciales están en orden, lo
ejecuta de
forma selectiva, con un varón objeto de elección previa. Por otra
parte, mientras el varón
en el espacio de nueve meses puede generar una cantidad indeterminada
de hijos,
la mujer debe contentarse con una sola fecundación.
Ya
tenemos pues constituida la pareja humana, tal como funcionará en lo
sucesivo. Kether-Hochmah
será el hombre y Kether-Binah la mujer. Nos referimos a la especie,
ya que en lo individual, las sucesivas encarnaciones que el Ego (con
mayúscula) ha efectuado desde entonces han propiciado que la
vertiente femenina del varón esté muy potenciada y que la vertiente
masculina de la mujer lo esté también.
Así
pues, tres son las fuerzas activas en nosotros. De la primera
recibimos una libertad
absoluta: nada se opone al ejercicio de nuestra Voluntad. De la
segunda obtenemos
una ayuda divina, que es como una recompensa a nuestros esfuerzos y,
en virtud
de esa Gracia Providencial, nuestra obra alcanza su grado de
perfección. La tercera
de esas fuerzas nos obliga a plegarnos a la Ley y, por lo tanto,
propicia que nuestra
libertad sólo pueda ser ejercida en actos que sean conformes al
designio divino.
Pero la Inteligencia de Binah jamás actúa antes, sino después. En
la medida que
hayamos abusado de nuestros poderes creadores, nos veremos sometidos
a la Ley.
(Corazones,
como repito, una vez más, aunque puede sonar un poco farragoso, todo
esto son temas para reflexionar muy profundamente. Le deberíamos
dedicar un poquito de nuestro tiempo ¿de acuerdo?)
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