lunes, 6 de noviembre de 2017

Astrología Cabalística 4: Características y personalidad de los signos de fuego.

Características y personalidad de los signos de Fuego.
Aries
     Aries es un signo cardinal, el primero de la trilogía del Elemento Fuego, por lo tanto es un signo de penetración de fuerzas. Es la puerta de comunicación de las fuerzas cósmicas con el ser humano y es por ella que el designio divino entra en nosotros.
     Es decir, en Aries el ser recibe su programa de vida del Creador, a través del Ego Superior, un programa que luego se irá desarrollando con la ayuda de las fuerzas de los demás signos. El ser humano no es aún consciente de los trabajos que se desarrollan bajo el impulso de este signo y no se sabe portador de un designio divino. Él sólo sabe que ha venido al mundo para realizar algo nuevo, para aportar una savia al árbol de la vida y se lanza, de cabeza, como ese carnero, emblema del signo, al torrente de la acción.
    El nativo Aries no espera fortuna ni felicidad; sólo ambiciona la gloria de ser el primero, el abanderado, el héroe, el que abre perspectivas, el que establece cabezas de puente. No es un sujeto que permanece en la administración de una empresa, rutinariamente, toda la vida, porque no se encuentra en la fase de la estabilidad y todo intento de reducirlo a las normas de trabajo vigentes en nuestra sociedad chocará con su misión, que es la de ser principio de las cosas, pero no su administrador o  conservador.
     Los Aries son esenciales en toda empresa que se inicia porque aportan su inquebrantable entusiasmo, su confianza en el resultado final, su formidable voluntad de triunfo. Después, cuando la empresa se consolida, Aries comprenderá que aquello no es para él y se marchará hacia otros frentes, en los que pueda realizar la misión que le han confiado, la de experimentar el comienzo de las cosas.
Podríamos decir que los Aries son los que están más cerca de la divinidad, pero esa comunicación con la divinidad no es una conquista del alma, sino un don de tipo preconsciente.
     En Aries los cordones umbilicales que nos entroncan con la divinidad no han sido aún cortados y por ellos penetra la corriente espiritual. De modo que aunque los Aries pierdan el timón, y a menudo lo pierden porque por encontrarse en
la punta de las cosas, viven constantemente en situación de peligro, la providencia los saca del apuro y los lleva a buen puerto. El Creador los utiliza como instrumento para romper los moldes y hacer que la creación prosiga su marcha hacia delante, y es natural que, siendo así, les conceda también su divina protección.
     Cuando en Aries se encuentran muchos planetas, el designio que contiene el signo se verá multiplicado. El individuo oirá voces diversas de su interior que claman: ¡Haz esto!, ¡Haz aquello!, y allí irá, a cumplir, ora aquí, ora allí, sin que le sea posible llevar una vida organizada. Será el paria, el ser errante, el eterno peregrino al que no conseguirán ligar ni afectos ni empresas, siempre movilizado en pos de un porvenir que se anuncia brillante a su imaginación, pero que le costará realizar.
     Las obstrucciones planetarias sobre el signo impedirán que la persona perciba con claridad el mensaje procedente del signo y por lo tanto, no podrá seguir su itinerario con precisión. En el curso de su vida saldrá de su órbita y actuará fuera de su campo natural.
     Todos tenemos Aries en alguna parte de nuestra carta natal y la Casa terrestre que ocupa el signo nos indicará el dominio en el que debemos ejercer la prerrogativa divina de crear cosas nuevas.
     Las dos primeras horas de luz solar se encuentran bajo el dominio de Aries y es en ellas que mejor podremos establecer contacto con el Creador e imbuirnos de su mensaje. En el proceso creador de toda cosa, las fuerzas de Aries son administradas por Kether, el padre. En el zodíaco ya constituido, es Marte quien administra sus energías. En los mundos cabalísticos, Aries corresponde a la esfera de las Emanaciones, de la que es el Yod.

Leo.
     Si Aries es la puerta de entrada de las energías cósmicas en el ser humano, Leo, el segundo signo de Fuego, llamado signo fijo, es el que nos permite interiorizar esas energías y saturarnos internamente de ellas. En Aries el impulso espiritual rebota en nosotros, por así decirlo, empujándonos a la acción; en Leo nos metemos las energías dentro y constituimos el terreno en el que las semillas de Aries han de enraizarse.
     Podríamos decir que Leo está preñado de designio, y sintiendo la responsabilidad que le da el ser depósito vivo de la trascendencia, se comportará siempre con fidelidad hacia ese principio que llena todo su ser.
     En la fase Leo el individuo no es aún consciente del designio que se le ha dado, pero sabe confusamente que es preciso ser fiel a un ideal superior y que la obediencia es una virtud fundamental en el proceso evolutivo. Actuando de acuerdo con el principio que lleva en su interior, Leo será como un actor que interpreta un guión previamente escrito. Es difícil que Leo haga algo que esté fuera de ese papel.
     En la vida mundana, será el guardián de la ley, de la ética, de las costumbres, de las tradiciones, pero al mismo tiempo será el hombre sensible a lo que constituye una novedad y pondrá todas sus energías al servicio de su institucionalización. Leo es el más firme sostén del nuevo universo de que es portador Aries.
     Los aspectos planetarios disonantes sobre Leo pueden resultar muy desestabilizadores ya que alteran el sentido de fidelidad que rige en el signo y los individuos son fieles a un designio torcido. Hemos dicho que Leo es siempre un actor que interpreta un papel previamente escrito, de modo que si ese papel es el de malo”, la persona lo estará interpretando fielmente toda la vida, siendo muy difícil hacerlo cambiar, porque esa maldad se encuentra programada en su interior y no se le puede pedir al individuo lo que no tiene, como no se le pueden pedir peras al olmo.
     Sólo mediante una paciente labor alquímica podrá superarse el inconveniente de un Leo corrompido.
     Un excesivo número de planetas en Leo puede dar lugar a un individuo atado a demasiadas fidelidades. Dijo Cristo: No pueden servirse dos señores a la vez”, y aquí tenemos la figura de un hombre que sirve una pluralidad de señores. Para servir a uno tendrá que traicionar necesariamente a los otros y si pretende satisfacer a todos a la vez, acabará por indisponerlos a todos entre sí y a todos contra él. Un Leo cargado de planetas es el indicio de una vida muy intensa, es el que interpreta varios papeles a la vez y el signo de emociones contradictorias, ya que Leo, perteneciendo al Mundo Cabalístico de Emanaciones por ser signo de Fuego, participa igualmente en el mundo de Creaciones, por ser el signo número dos de su Elemento, y este mundo corresponde al cuerpo de deseos.
     Leo es el He de Fuego y el Yod de los signos fijos. En el proceso creativo está regido por Hochmah y en el zodíaco constituido le rige el Sol.

Sagitario.
     Sagitario es el tercer signo de Fuego. El designio espiritual que penetró en el ser humano a través de Aries, que llenó su espacio interior a través de Leo, se exterioriza a través del signo doble o común de Sagitario. Tendremos aquí la exteriorización de esa experiencia que se ha iniciado en nosotros como una emanación de los mundos espirituales.
     El individuo tampoco es consciente de lo que está sucediendo y todo se elabora en él mecánicamente. Diremos que la Organización Cósmica lo utiliza para dar forma en el mundo a un designio determinado.
     Así tendremos que en Aries el designio divino entra en el ser humano como una semilla, y dependerá de los aspectos que reciba Aries, para saber la clase de semilla que se sembró y si ha de dar frutos más o menos apetecibles. En Leo, la semilla es germinada en la tierra humana, es asimilada e incorporada a nuestro interior. Los diferentes aspectos planetarios sobre este signo indicarán si semilla ha caído en una buena tierra o en un lugar árido para que la asimilación del mensaje espiritual y su elaboración sea más o menos exitosa. En Sagitario la semilla es árbol y con su aparición transforma nuestro paisaje humano.
     Sagitario representa la fase de digestión de la espiritualidad y los aspectos planetarios sobre este signo indicarán si se ha digerido adecuadamente lo que el Yo
interno elaboró.
     En el proceso creativo, Sagitario está regido por Binah, cuya fuerza coagulante instituye el marco moral en el que la experiencia deberá llevarse a cabo. El nativo de Sagitario será pues un portador de normas morales concretas, expresadas en ideas claras y sus impulsos lo llevarán hacia la legislación, hacia los puestos donde se instituyen las normativas y las ordenanzas.
     Los aspectos disonantes pueden interferir en esa moral, esas leyes, normas, órdenes y que sean alteradas y no conformes a la ley cósmica. Y es que a veces es lo torcido lo que nos permite descubrir lo recto, y cuando no somos capaces de reconocer la verdad en toda su pureza, debemos contemplar el espectáculo de la falsa verdad hasta que nuestra conciencia descubra la impostura.
     El exceso de planetas en Sagitario da lugar al fabricante de instituciones, al que reglamenta y codifica en dominios muy diversos, DISPERSANDO su actividad, poniendo su huella en todas partes y sin poder profundizar en ninguna de ellas.
     Sagitario, por ser signo de Fuego, pertenece al mundo cabalístico de Emanaciones pero por ser el tercero de ese elemento pertenece igualmente al mundo de Formación. Es el Vav de los signos de Fuego y el Yod de los signos dobles o comunes.
     En el zodíaco constituido tiene como regente Júpiter.

Los signos de Fuego son portadores de energía, dinamismo, que se traduce como entusiasmo, poder organizador, movilidad, afán de lucha, salud. Su atributo esencial es la voluntad.

Te dejo el enlace al canal de Youtube, por si quieres escuchar:



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