Introducción.
En
el bloque anterior hemos iniciado este apasionante curso de Astrología Cabalística
que nos legó Kabaleb. Hemos introducido cada uno de los doce
signos del
zodiaco, desde el punto de vista constituyente, es decir, en el orden
de la Creación que,
según nuestro punto de vista, es el más coherente. Los signos
representan la energía
que movemos en nuestro interior.
Hemos
visto que el Fuego
representa el impulso inicial. Que
el Agua aporta la parcela
emocional. Que el Aire le pone razón y coherencia. Y que la
Tierra es la que cohesiona
todos los proyectos.
Ahora
vamos a abordar las Casas Terrestres,
que son los canales a través de los cuales
exteriorizamos nuestra energía. Dicho de otro modo, es como
nos mostramos a
los demás o como recibimos la energía que nos llega de la sociedad.
Igual que los signos,
habrá Casas de plantación, de interiorización y de
exteriorización.
Las
Casas Terrestres.
Los
12 signos del zodíaco se encuentran doblados por las llamadas Casas
terrestres. ¿Qué representan estas Casas? Veámoslo. Los
signos, ya lo hemos dicho, son la semilla con la que se constituyó
nuestro universo. Nosotros, como universo en miniatura
que somos, estamos formados por esa semilla zodiacal. Pero los
elementos químicos
de nuestro cuerpo necesitan una constante alimentación; es decir,
esas semillas
que hay en nosotros necesitan una renovación continua de su
potencialidad y
sin el contacto permanente con la fuente zodiacal, no nos sería
posible existir.
Por
ello es preciso que existan canales, para que
las fuerzas cósmicas puedan ser proyectadas
en el ser humano. Para que el
agua de la lluvia llegue al mar, existe el canal
de los ríos. Para que la fuerza eléctrica llegue a los hogares
existen los hilos que la
conducen. Y para que las propiedades de los signos del zodíaco
puedan esparcirse por
nuestro organismo psíquico, emocional y físico, deben también
existir canales.
Esos
canales son las doce Casas terrestres. El hecho de escribir
las Casas con números
romanos (I, IV, VII y X), es solamente para resaltar, de una manera
gráfica, su
importancia respecto a las otras casas.
Esos
doce canales, no solo servirán para transmitir a nuestros cuerpos
las pulsiones zodiacales, sino que a través de ellos transmitiremos
el contenido de nuestro micro-universo
al mundo que nos rodea. Por un lado recibimos la energía de
arriba y por
otro expulsamos las nuestras, de modo que las Casas son vías
neutras, cuya función
es la de canalizar un determinado tipo de propiedades.
Los
signos del zodíaco empiezan con Aries, que representa el punto este
del universo solar. La Casa I o Ascendente será, pues, la que
corresponda a Aries y señalará, desde el lugar en que nacemos, en
la tierra, el signo que en aquel momento se encuentra en el horizonte
este. Como se sabe, la Tierra
da una vuelta completa sobre sí misma en
el espacio de 24 horas, de forma que si observamos el cielo desde un
punto cualquiera,
en 24 horas veríamos aparecer sucesivamente los 12 signos, cada uno
a intervalos
de dos horas.
Así
pues, cada dos horas el Ascendente cambiará de
signo, puesto que con intervalos de dos horas los signos que
se encuentran en el este, observados desde un punto fijo de la
Tierra, irán cambiando. Si un niño nace al amanecer, su Casa I o
Ascendente se encontrará allí donde se encuentra el Sol, pero si
nace al atardecer, su Ascendente se encontrará en el signo opuesto
al ocupado por el Sol. Por ello, para levantar una carta astral, es
preciso saber el lugar y la hora de
nacimiento de la persona, además de
la fecha, ya que sin ese dato no pueden colocarse las Casas
terrestres en un tema natal. En el caso que falte la hora, el cálculo
de las Casas se realiza a partir del Sol.
El
cálculo de estas Casas se limita a una simple operación. Hoy día
lo más fácil es acudir
a un programa de Internet para que realice el cálculo de nuestra
carta astral.
Cada
signo del zodíaco tiene 30 grados, así que resultará lógico
que para la exteriorización
de esta energía también se cuente con treinta grados. De
este modo,
estaremos trabajando con lo que se llama el sistema de Casas iguales.
Partiendo
del Ascendente, situaremos las demás Casas en el mismo grado que
éste. Es
decir, si el Ascendente se sitúa a diez grados de Acuario, la casa
II estará a 10 de Piscis,
la casa III a 10 de Aries y así consecutivamente. Se contará que la
Casa ocupa el
signo entero. En el ejemplo anterior, el Ascendente ocuparía todo el
signo de Acuario,
aunque su punta estará a 10 grados. La Casa II, todo el signo de
Piscis…
El
orden que seguimos para contar las Casas es el del zodiaco
constituido: Aries, Tauro,
Géminis, Cáncer, Leo, Virgo, Libra, Escorpio, Sagitario,
Capricornio, Acuario y
Piscis. Así, si el Ascendente está en Géminis, la II estará en
Cáncer, la III en Leo…
En
cambio, para presentarte aquí las Casas, lo hacemos en el orden
creativo, siguiendo
el orden constituyente, el decir: el Ascendente, la V, la IX, la IV,
etc. de este modo
comprenderá mucho mejor lo que representa cada Casa.
Casa
I o Ascendente.
En
el bloque anterior hemos explicado que el Sol,
representaba el objetivo de vida a seguir en esta existencia. El Sol
marca el nuevo programa que debemos desarrollar, las lecciones que es
preciso aprender, según el mandato de tu Ego Superior. El
Ascendente, en cambio, marca el final
de un trayecto anterior, de un
programa que iniciamos en otra vida y que deberíamos haber
terminado. Si lo hicimos, naceremos con el Ascendente en el
mismo signo o en su mismo Elemento. De lo contrario, tendremos el
Ascendente en otro signo y Elemento.
El
Ascendente nos dirá también las herramientas que están a nuestro
alcance para realizar el programa marcado por el Sol. Cuando
el Ascendente y el Sol se encuentren en signos enfrentados, tendremos
que para ejercer de abogado, por ejemplo, el destino ha puesto en tus
manos un pico y una pala, porque en la andadura anterior dejaste
pendientes trabajos de plantación en el campo, labores de tipo
físico.
El
Ascendente o Casa I expresa a nivel terrestre lo que Aries representa
como signo. En ella nosotros somos Aries, es decir, derramamos al
mundo lo que de Aries hay en nuestro organismo psíquico, emotivo y
mental. Si Aries, como ya dijimos en el bloque anterior,
es la puerta a través de la cual Dios comunica con el ser humano, la
Casa I será
el canal a través del cual proyectamos nuestra personalidad a
la Tierra.
Lo
ideal sería, en un horóscopo, que la Casa I coincidiera con Aries,
la Casa II con Tauro,
la Casa III con Géminis, etc., pero en nuestro maniobrar humano,
todo se ha visto
trastocado y en el rompecabezas de nuestras vidas aparecen
narices ahí donde deberían
aparecer piernas y orejas donde deberían estar los pies. Lo ideal
sería,
decíamos,
que Aries se encontrara en la Casa I, ya que de esta forma el
designio divino
sería transmitido y, tal cual, nosotros lo proyectaríamos a nuestro
mundo.
Imaginemos
un tema en que es la Casa VIII la que se encuentra en Aries,
significa que
el designio divino será transmitido a través de este Canal,
mientras que la Casa
I o Ascendente se encuentra en Virgo, lo cual indica que el mensaje
que esta persona
transmitirá al mundo no procederá de Aries, sino que lanzará al
mundo los contenidos
archi-manipulados de Virgo.
Si
Aries es el promotor del designio espiritual, la Casa I o Ascendente
será la que dibuje
nuestra silueta física. En ella encontraremos la estructura
del cuerpo de la persona,
así como la clave de su código genético. La Casa I o Ascendente
nos indicará el
propósito en la anterior encarnación, que debe ser finiquitada
ahora.
Las
disonancias sobre la Casa I o Ascendente desnaturalizarán el
propósito, nos “obligarán”
a emitirlo en condiciones poco adecuadas, en un entorno o a través
de
un
entorno que no es el idóneo, cosa que hará difícil su contacto con
aquellos a los que
el propósito va dirigido. La sociedad, la familia, el cónyuge o el
medio profesional no
serán los idóneos para la manifestación de su personalidad y
deberá luchar de forma
continua contra esa adversidad.
Si
esos aspectos disonantes vienen del Sol o de la Luna, el enemigo
será él mismo,
según sea hombre o mujer, o bien su cónyuge; es decir, su Yo
espiritual, su Ego,
será hostil a los propósitos de su personalidad pasajera y su
propia naturaleza interna
será la que destruya los planes elaborados por la personalidad
material, hasta que
ésta se someta a aquélla.
La
acumulación de planetas en el Ascendente dará a la persona un
protagonismo excesivo;
hará que sienta una necesidad imperiosa de sobresalir, de ser
alguien a toda
costa, de realizar hazañas, sean las que sean. Ese individuo
dispondrá de una fuerza
aparente y será fácilmente manipulado por otras personas,
representadas por los
planetas situados en este sector, las cuales le asegurarán su
protagonismo con tal que
sirva a sus intereses. Ello da lugar a menudo al «hombre de
paja», a la cabeza visible
que actúa movido por una eminencia gris. El individuo solo percibe
el edificio de
su Yo transitorio y es incapaz de todo altruismo, si éste no le
ofrece una fachada para
su alarde personal. Será, pues, la marca de una persona egoísta.
La
Casa I o Ascendente es una Casa Yod y en ella la persona
planta las semillas de un carácter, que han de darle como cosecha un
destino. La voluntad es la fuerza dominante
en esta Casa.
Te dejo el enlace al Canal de Youtube, por si prefieres escuchar:
https://www.youtube.com/watch?v=OYKPiFTq8oE
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