lunes, 1 de enero de 2018

Conocimiento de sí mismo (10) Cap. III.- Renovación de si mismo - Una Ciencia.

Lo que se ha dicho en los párrafos anteriores debiera servir para mostrar que todas aquellas características y facultades humanas que llamamos por diferentes nombres, son meramente manifestaciones de los tres aspectos de la conciencia en todas sus permutaciones y combinaciones. Algunas de estas características son derivados simples de un aspecto particular, mientras otras son derivados complejos de una pluralidad de aspectos. Esas expresiones se modifican y se complican más aún por el carácter distintivo de los diferentes vehículos, conforme predominen en ellos los elementos Sáttvico, Tamásico o Rajásico. Sería un tema de investigación muy interesante, analizar y buscar los orígenes de todos los bien conocidos elementos del carácter humano, y demostrar que todos los fenómenos aparentemente diversos y complicados de la vida y del comportamiento humanos se deben a que la luz de la conciencia Divina se fragmenta en minadas de colores al pasar por los vehículos de las Mónadas que participan en el esquema de la evolución.


Esta visión de las características y facultades humanas nos podrá capacitar para entender en cierta medida lo que es el carácter humano y así poner los cimientos de una verdadera Ciencia de la Formación del Carácter. Podemos ver ahora que el carácter de un individuo particular es la suma total de todos los diferentes modos en que su conciencia se manifiesta por medio de sus diversos vehículos, físico, emocional, mental y espiritual. Esta suma total puede ser apenas una fracción pequeña de la totalidad de modos de expresión posibles para la conciencia Divina que opera por medio de él. Al evolucionar este individuo, todas estas posibilidades encerradas en ese fragmento Divino pasan una por una del estado latente al potente, y el carácter de ese individuo se convierte en un instrumento más rico y más eficiente de la vida Divina que se expresa por medio de él.

La ciencia moderna provee una bella analogía para esta aparición gradual de cualidades que estaban latentes. Si un sólido, como una pieza de metal, se calienta progresivamente, comienza a emitir vibraciones de diferentes frecuencias. Cuando el cuerpo se hace
incandescente, estas vibraciones pueden analizarse por medio de un espectroscopio, y se verá que producen un espectro que nos muestra claramente qué vibraciones están activas en el cuerpo incandescente. Al elevar paso a paso la temperatura del cuerpo, van apareciendo más líneas y el espectro del cuerpo incandescente se asemeja al del Sol, en el cual están representadas todas las vibraciones posibles. Líneas o bandas obscuras en este espectro, representan la ausencia de vibraciones de las correspondientes frecuencias; el número de estas líneas o bandas obscuras va disminuyendo a medida que la temperatura del cuerpo aumenta y la gama de vibraciones se hace más y más completa.

Es evidente ahora la analogía de este fenómeno con la evolución humana y la progresiva aparición de facultades y poderes de toda clase. Todos los atributos de la Vida Divina están presentes de modo latente en cualquier fragmento individual de la Divinidad representado por una Mónada. Al evolucionar la Mónada, estos atributos se manifiestan uno tras otro, y gradualmente el individuo se acerca a esa condición de perfección relativa en que todos los atributos están en plena manifestación. De suerte que el carácter de un individuo es realmente el espectro incompleto de las cualidades divinas que él exhibe en su etapa particular de desarrollo. La luz de conciencia que se manifiesta por medio de vehículos imperfectos, produce un espectro parcial. El carácter de un Ser Perfecto muestra el espectro completo de cualidades Divinas, y es como el espectro del Sol; mientras que el de un individuo corriente imperfecto no puede ser sino como el espectro que da un cuerpo sólido incandescente, y mostrará algunas líneas brillantes de cualidades desarrolladas, separadas por líneas oscuras de cualidades no desarrolladas. El Ocultismo no reconoce la existencia de cualidades malas positivas. Ellas son las líneas o bandas oscuras del espectro del carácter, que han de desaparecer en el curso del tiempo al evolucionar el individuo y desarrollar las cualidades positivas correspondientes.

Por lo dicho arriba quedará claro que la formación del carácter, en el sentido más amplio del término, no es otra cosa que extraer de las reconditeces de nuestra naturaleza Divina todas aquellas cualidades que ya están allí en estado latente, y así aproximar más y más nuestra imperfecta naturaleza a aquella perfección Divina que contiene todas las cualidades en una plenitud armoniosa y balanceada. Si la formación del carácter es una ciencia, debe ser posible lograr esto sistemática y científicamente. Puede hacerse sistemáticamente porque sabemos lo que tenemos que hacer y cómo hay que hacerlo, gracias al conocimiento que los Adeptos del Ocultismo han puesto a nuestra disposición. Y puede hacerse científicamente, porque este desarrollo de cualidades es un proceso natural gobernado por leyes que son tan inmutables y confiables como las leyes que gobiernan el mundo físico.

La frase 'construcción del carácter' para indicar este proceso de desenvolvimiento interno, no es bien adecuada y puede dar una falsa impresión al estudiante, en dos sentidos:

Primero, puede darle la impresión de que hay que construir o levantar algo como una maquinaria o un edificio, cuando en realidad el proceso consiste en liberar una realidad interna que ya existe plenamente de alguna manera dentro de nosotros. Ese proceso consiste en la gradual y creciente liberación de una vida de posibilidades infinitas, con una progresiva expansión de conciencia que llegará finalmente a abarcar todo el universo. Lo que hay que construir en esta etapa, son los vehículos inferiores por cuyo medio la vida divina que está dentro de nosotros busca expresarse, y no la vida y su expresión.

La segunda impresión falsa que puede darnos la frase ‘construcción del carácter’ es la de que ese carácter que queremos desarrollar está limitando o restringiendo la libertad de expresión de la Vida. Cuando se hace funcionar a la mente dentro de ciertos modelos sanos de comportamiento, la mente no restringe la libertad y actividad de la Vida más que lo que la formación de ciertos hábitos físicos deseables y necesarios restringe nuestra existencia física. No son estos hábitos físicos o mentales los que restringen la libertad de expresión, sino la falta de Buddhi (Viveka o discernimiento), que no nos permite darnos cuenta de esas limitaciones que por tanto nos dominan. Cuanto más se desarrolle nuestra naturaleza superior y tome control de los vehículos inferiores, menos nos estorbarán esos hábitos. Esos hábitos le permiten al alma relegar al mecanismo de la mente inconsciente ciertas actividades físicas y mentales que de otra manera exigirían atención con desperdicio de tiempo y energías.

Si mantenemos en mente estos hechos, podremos seguir usando la frase ‘construcción del carácter’ para indicar aquella transformación de nuestra naturaleza inferior que nos permite expresar cada vez mejor nuestra naturaleza Espiritual.

El problema de construir o evolucionar un carácter perfecto es principalmente un problema de estudiar nuestros vehículos y sus funciones, y luego tomar las medidas necesarias para perfeccionar el funcionamiento de esos vehículos. Esto no es posible hacerlo con base en el conocimiento de que hoy disponen la Ciencia, la Filosofía y la Religión. En ninguna de ellas encontramos los elementos que se requieren para construir una Ciencia de la Formación del Carácter. Ese conocimiento solamente se encuentra en el Ocultismo, cuyos adeptos han estado experimentando en estas líneas durante edades y han logrado elaborar una técnica efectiva para este propósito.

El enlace al libro, por si prefieres leerlo a tu ritmo:


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