En
uno de los capítulos anteriores se dio una visión a vuelo de pájaro
del problema de la Renovación
de Sí Mismo y se vio que consiste parcialmente en perfeccionar los
diversos vehículos
de conciencia que la Mónada usa en los distintos planos. El más
externo y más denso
de ellos es el cuerpo físico, que es el que más conocemos y con el
que tenemos que tratar más mientras nuestra vida está confinada al
plano físico. Estudiaremos primero este cuerpo. El método natural
es siempre ir de lo conocido a lo desconocido, y esta línea de
acción la indica también el hecho de que en el curso normal de la
evolución de nuestros cuerpos el físico es el primero que se
organiza y se perfecciona. La Naturaleza generalmente
empieza por el fondo y avanza paso a paso hacia el tope.
Hay
cierta confusión muy generalizada en el estudiante corriente acerca
de la función del cuerpo
físico y el método correcto de tratarlo. Mientras algunos aspirantes le conceden demasiada
atención a los problemas referentes a este cuerpo y se embrollan
demasiado en cosas no esenciales, otros lo olvidan totalmente bajo la
idea equivocada de que la vida en el plano físico es Maya y que no
importa cómo vivimos ni cómo tratamos este cuerpo. Lo correcto es
considerar el cuerpo físico como un instrumento del alma para su
tarea en este plano. Es un instrumento vivo y no una máquina
insensible, y por tanto tiene sus propias tendencias definidas. El
instrumento que necesitamos para cualquier clase de trabajo debe
conservarse en perfecto orden y hay que tratarlo y mejorarlo de modo
que pueda cumplir sus funciones específicas con la máxima eficacia.
Un músico que descuida su violín y lo mantiene desafinado, es tan
necio como el que se ajetrea demasiado cuidándolo y desperdicia su
tiempo y energía en embellecerlo.
Antes
de considerar los métodos que se usan para controlar y purificar el
cuerpo físico y convertirlo
en un instrumento sensitivo y fuerte de la Mónada, debemos tratar de
entender la
índole y las funciones de este instrumento. Cualquier cosa que
queramos dominar y estrenar
para cierto propósito, debemos primero comprenderla y conocerla lo
más completamente
posible. Un equitador conoce muy bien la índole de un caballo, y
este conocimiento
lo capacita para domarlo y amansarlo fácilmente. Un preceptor debe
conocer completamente la índole de los niños, si ha de guiar sus
nacientes facultades en forma recta. Así debemos nosotros conocer y
entender bien nuestro cuerpo físico, si queremos disponer de un
instrumento eficiente y completamente controlado.
Lo
primero que se necesita para esto es tener una idea general de su
constitución y su anatomía
interna. Cualquier texto elemental de fisiología nos dará una idea
adecuada acerca de su estructura interna, y removerá muchos
conceptos falsos y generalizados acerca de su funcionamiento. Muchas
personas educadas y sensatas no conocen ni siquiera los hechos más
elementales acerca de su cuerpo, y si se les pregunta a qué lado
queda el hígado no pueden precisarlo. Pueden dar información
correcta sobre la constitución del Sol y los elementos presentes en
él; saben todo lo referente al motor de un automóvil; pero ignoran
lo que se refiere al cuerpo físico con el que tienen que trabajar
durante toda su existencia en esta tierra. Este es un comentario
triste sobre nuestro sistema educacional que nos atiborra la cabeza
con toda clase de conocimientos inútiles sobre lo no esencial, y
descuida casi por completo las cosas que más importan en la vida.
El
fruto más importante del conocimiento de la estructura interna del
cuerpo físico es que nos
permite objetivarlo más fácilmente, o sea verlo como algo distinto
a nosotros mismos, y
darnos cuenta de que no es sino un instrumento nuestro. Si sólo
reparamos en su apariencia
externa, tenderemos a identificarnos con él más que si lo vemos
mentalmente como
lo que es: una máquina viva y complicada, más elaborada en sus
funciones que
algunas
de las plantas industriales modernas.
Lo
siguiente que tenemos que hacer es darnos cuenta clara de las
funciones del cuerpo físico.
Vimos que es un instrumento; pero ¿para qué sirve? Es un
instrumento con ayuda del cual la Mónada entra en contacto con el
plano físico. A través del largo proceso de la evolución,
este instrumento se ha mejorado lentamente gracias a los diversos
agentes divinos
que trabajan en el sistema Solar. Además de permitirle a la Mónada
entrar en contacto
con los objetos y fenómenos de este plano, la capacita para producir
cambios en ellos.
Con ayuda de los cinco órganos de los sentidos que lentamente se han desarrollado durante la evolución del cuerpo, el alma obtiene el
conocimiento del plano físico. Y por medio de los órganos de acción
produce cambios en el mundo externo. (Los órganos sensorios se llaman Jnanendriyas, y los de acción Karmendriyas, en sánscrito). (Aquí te vuelvo a recordar: no te quedes enganchado con las palabras que no entiendes y déjate sentir por lo que sí entiendes).
Por
medio de un experimento simple podemos darnos cuenta de hasta qué
punto dependemos
de esos órganos sensorios para conocer el mundo físico. Cerremos
las avenidas
sensorias una tras otra hasta donde sea posible, y no que nuestro
contacto con el mundo físico se reduce más y más, hasta que,
cerradas todas las cinco avenidas nos encontramos
completamente ajenos al mundo físico, y todo lo que nos quedará
será las imágenes
mentales conjuradas por la imaginación, o el recuerdo de
experiencias tenidas por medio de nuestros contactos con ese mundo.
Vista
bajo esta luz, el cuerpo físico no es sino un instrumento portátil
que combina las funciones
de un transmisor y un receptor inalámbrico. Del mundo físico capta
las vibraciones
de luz, sonido, etc., y las transmite hacia dentro, con lo cual
capacita al Ego para
conocer los diversos objetos de dicho mundo. Y del Ego interno recibe
impulsos y pensamientos
motores que transmite al mundo externo por medio de los órganos de
acción. Andamos por todas partes con este instrumento portátil, y
nos ponemos en contacto con diferentes porciones del mundo físico
según sea necesario. Pero se nos ha grabado tanto la costumbre de
identificamos con el cuerpo físico que si en vez de decir ‘estoy
haciendo tal cosa’ o ‘voy para tal parte’, usáramos un
lenguaje más acorde con los hechos reales y dijéramos ‘estoy
obligando a mi cuerpo a hacer tal cosa’ o ‘estoy llevando mi
cuerpo a tal parte’, sonaría muy raro a nuestros oídos.
Llegamos
ahora a una contribución muy importante de la Teosofía a la
comprensión de la constitución
del cuerpo físico. La ciencia moderna que ha dedicado dos siglos de labor investigadora continua al cuerpo físico, ha reunido información muy detallada
sobre su mecanismo.
Cada músculo, hueso, nervio y arteria, ha sido investigado
completamente y catalogado,
y se ha determinado cómo ocurren los diversos procesos metabólicos.
Pero a
pesar
de este cuantioso trabajo ha pasado por alto totalmente, debido a una
actitud materialista ortodoxa, más de la mitad del cuerpo físico,
o sea la que en la literatura Teosófica se llama el doble etéreo.
La parte densa del cuerpo físico, que los científicos han
investigado y que podemos ver con los ojos, está compuesta de
materia perteneciente a los tres subplanos inferiores del plano
físico. Pero existen otros cuatro subplanos más sutiles, que
interpenetran la materia sólida, líquida y gaseosa que forma la
parte más densa. Y de estos cuatros subplanos menos densos, la
ciencia no sabe aún nada.
La
materia que pertenece a estos cuatro grados más sutiles, entra en la
composición de esa contraparte sutil del cuerpo físico que llamamos
doble etérico; etérico porque se da el nombre
de éteres a esos cuatro grados más finos de materia, y doble porque
es la contraparte
exacta del cuerpo denso, aunque sobresale de éste unos siete
centímetros. Este doble etérico no debe considerarse como un
vehículo más de la conciencia, sino como un complemento del cuerpo
físico denso; los dos juntos constituyen el cuerpo físico total.
La
función del doble-etérico es la de servir como vehículo de Prana,
que es una energía especializada
que en sus diversas modificaciones mantiene y regula las actividades
del cuerpo
físico. Esta energía proviene del Sol; un chakra situado cerca del
bazo la descompone
en sus constituyentes, y luego las corrientes de estas diferentes
clases de Prana fluyen hacia diferentes partes del cuerpo por canales
bien demarcados, para cumplir su trabajo especializado en esas
partes. Esta vitalidad solar y especializada por el doble etérico,
es la fuente de todas las energías vitales que el cuerpo físico
necesita para su mantenimiento. La Ciencia se equivoca al considerar
que los alimentos son la fuente de esas energías, y basada en esa
equivocación ha elaborado una deficiencia de la nutrición. El
cuerpo físico necesita comida y bebidas para reparar sus tejidos,
para producir calor, y para otros propósitos; pero no para adquirir
vitalidad. Es bueno tener esto en mente, porque nuestras falsas ideas
acerca de la función del alimento engendran en la mente dudas y
temores sin fundamento y nos dificulta el prescindir del mal hábito
de comer demasiado que es responsable de muchas enfermedades. No es
necesario entrar en más detalles sobre este punto, porque en la
literatura Oculta existen varias obras que dan toda la información
que uno pueda necesitar al respecto.
El enlace al libro, por si prefieres leerlo a tu ritmo:
El enlace al canal de youtube, por si eres de los que prefieren escuchar:
https://www.youtube.com/watch?v=ByCnCBeBP7Y&feature=youtu.be
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