jueves, 31 de agosto de 2017

Método Kabaleb 15.- Depurar errores + Mandar Amor.

Depurar errores.
     Al morir el cuerpo físico y encontrarnos viviendo en el cuerpo de deseos, las siete regiones del mundo de Deseos forman en nosotros siete envoltorios, dispuestos como en las cebollas, que están constituidas por capas. Es como si lleváramos puestos siete abrigos, de los cuales nos iremos despojando a medida que la materia que forma el envoltorio se vaya desintegrando. (Así se entiende todo mejor ¿verdad?)
     Así, antes de convertirnos en ciudadanos de pleno derecho del NUEVO MUNDO deberemos pasar todavía un periodo depurando los errores cometidos en la vida que ha terminado, permaneciendo en la más baja región del mundo de Deseos, que se denomina: de las pasiones y viles deseos, aquella que en la tradición católica se conoce con el nombre de infierno.
     El infierno existe, pero es muy distinto a como lo imaginamos generalmente. Digamos que los seres humanos, desde el principio de los tiempos, han proyectado (en función de un férreo sentido de la moral y de una necesidad de control por parte de ciertas autoridades eclesiásticas) (no lo digo solamente yo), lo que pensaban que debía suceder después de la muerte.
     Incapaz de comprender más allá de lo que veía, el ser humano primitivo calculó su porvenir en función del presente vivido. Así, el cuadro de castigos que se imaginaba en el
infierno era el reflejo de los propios males de la humanidad. Si a una persona se la castigaba por cometer un delito, peor debería ser la pena en el infierno. Las dificultades para comprender su propia personalidad espiritual les hizo imaginarse penas materiales.
     Es por ello que, con algunas diferencias en la forma, la imagen del infierno en todas las religiones se asemeja: el fuego material es la base de los tormentos, simbolizando los más crueles padecimientos. En el orden simbólico, el fuego se relaciona con la purificación, lo cual indicaría que el paso por el infierno sería un tránsito purificador de los errores cometidos. (Algo bien diferente a lo que nos han contado)
     El concepto real es muy distinto a lo que la imaginería popular ha proyectado, el infierno viene a ser como una sala de cine en la cual el panorama de la vida, impreso ahora en el cuerpo de deseos, empezará a desarrollarse ante el recién fallecido, el cual lo contemplará como si estuviera viendo una película. Pero se trata de una visión de su vida parcial, solo de la parte errónea que ella contenga. Y las escenas se suceden en orden inverso al vivido, empezando por la última imagen registrada en la sangre, hasta la primera, impresa a los pocos instantes de nacer.
     La persona revivirá entonces una parte de su vida, pero con la particularidad de que ella experimentará los sufrimientos que haya infligido a los demás con su actuación. (repetir) Si ha delinquido, sentirá en ella las angustias de sus atropellos. Los percibirá con la misma intensidad con la que su prójimo los recibió, hasta arrancar esa vivencia de la memoria de su vida. Pero ningún dolor le es infligido sino que todo sucede en el ámbito de las emociones, como si fuera el espectador de una película en el cine y llora o grita por la emoción que le producen las escenas.
     En esta región reina la oscuridad y un olor pestilente, característico de la materia en descomposición. La fuerza de repulsión acumula las “heces” para ser quemadas e
incorporadas de nuevo a la materia primigenia de este mundo.
     La destrucción de este primer envoltorio de nuestro cuerpo de deseos produce dolor emotivo, que imprimirá en la conciencia el sentido de la corrección de los errores que hemos cometido, sobre la base de la experimentación del dolor que han producido en aquellos a los que iban destinados. (Ojo al dato: NO vamos directamente al túnel de luz que nos lleva al cielo; o eso dice).
     Cuando las “maldades” nos han sido arrancadas de la piel, abandonamos esta zona para dirigirnos a la siguiente región.
     Esos trabajos pueden reducirse a un mínimo o evitarse incluso si esa toma de conciencia que debe tener lugar se ha realizado durante la estancia en la tierra. Y uno de los trabajos que más puede ayudar a ello es el de la Retrospección (que ya te comentamos con anterioridad), que consiste en pasar revista a los actos acontecidos en la jornada -desde el último hasta el primero- teniendo el propósito de corregir los errores cometidos. Para paliar el tránsito por el Infierno, la persona tiene que tratar de sentir en su interior lo que ha hecho sentir a su víctima, de este modo, ya está pasando por la prueba.
     En casos más graves, si la persona ha cometido un asesinato, por ejemplo, la retrospección también puede ayudarle a saltar la prueba del Infierno (aunque sentir lo que vivió la víctima le resultará harto difícil), pero sesgar una vida conlleva una responsabilidad con nuestros hermanos de evolución. Dado que el ciclo vital es continuo, quien haya dado muerte a alguien puede tener que darle vida en una próxima encarnación, siendo su madre, por ejemplo. (Cuanto menos curioso. Forma parte de la Ley de Causa y Efecto). Pero, además, la imagen que se formó en su sangre de ese crimen, se grabará en su programa vital, y en una próxima existencia esa imagen aparecerá en su programa de manera negativa. Es decir, es probable que el propio individuo cree situaciones en las que él sea la víctima pero podría salvarse de una muerte violenta si su posible asesino acepta ejercer su prerrogativa de perdonar.
     La comprensión de las leyes de la vida (que le llevarían a pedir perdón y a orientar sus pasos hacia la petición de clemencia) o la bondad de esa persona, ahora en situación de víctima, pueden forzar a la gracia divina a intervenir para salvarle. Esa gracia puede actuar entonces sobre el posible criminal, o sea, efectuar en él una obra de redención, de
transmutación de su forma de ser. Así pues, el antiguo criminal sólo evitará que se cumpla en él la antigua ley del talión -ojo por ojo y diente por diente- si mediante una
transformación interna es capaz de redimir y salvar de la violencia al que ha de ser su asesino.
     Todo ello resultará difícil porque carecemos de los canales apropiados de información y nadie sabe si mató a alguien en otra vida, a menos que sea a través de un vidente o de una regresión. Entonces se trata de predicar con el ejemplo. Podemos empezar por perdonar las ofensas que recibamos y de este modo estaremos sembrando el germen del perdón y resultará mucho más sencillo entonces que los demás a su vez también nos eximan de los errores que hayamos cometido. (Será la forma más facil, ya que no me acuerdo -normalmente- de otras vidas).

Mandar amor.
     En ocasiones nos enfadamos con las personas sin saber con exactitud la razón, solo porque nos caen mal, podría ser entonces, según lo dicho con anterioridad, que tengamos un contencioso pendiente con ellas y eso explicaría que a veces incluso sintamos repulsión sin apenas conocerlas. (¡Seguro que te suena!) Es importante comprender la necesidad de perdonar. De lo contrario entramos en un bucle cerrado en el cual siempre se repite la misma rutina. Al final acabamos sintiendo como un peso en la espalda, como si transportáramos una mochila cargada con todas las personas con las que mantenemos tensiones.
     Es como un pez que se muerde la cola, si emitimos sentimientos sombríos (odio, celos, envidia, rencor) hacia otra persona, ésta los recibe y, de forma inconsciente, nos los renvía, lo cual recarga de nuevo nuestro depósito de desperdicios y le volvemos a mandar una nueva carga de profundidad. Podemos continuar así hasta el aburrimiento (y nuestra capacidad de aguante es ilimitada), o hasta que uno de los dos decide invertir la corriente.
     ¿Cómo se consigue? CON AMOR. Se trata de cambiar el contenido del género que mandamos al otro y en su lugar enviarle amor. Años atrás se emitía en la televisión un programa de dibujos animados llamado: “los Osos Amorosos”, en él unos ositos se dedicaban a enviar corazones de colores a todo el que emitía sentimientos negativos. Aun cuando pueda parecer una tontería, es un buen sistema. Se trata que durante unos días (nueve sería un buen plazo) dedicáramos tres minutos de nuestro tiempo a concentrarnos e imaginar que desde nuestro corazón salen unos corazoncitos de color rosa hacia el corazón de la persona con la que estamos en conflicto. Podemos asegurar que se producirá un cambio importante en la relación con ella. (Por probar no pierdo nada ¡y puedo ganar muchísimo! Cada día más claro: EL AMOR TODO LO PUEDE.)
     A modo de ejemplo, uno de los casos más curiosos lo vivió una mujer a la que llamaremos Puri. En un curso, le dijimos que mandara corazones a una persona con la que mantuviera una tensión. Nos explicó que iba a mudarse de apartamento, después de veinte años, y que había una vecina en su edificio con la que quería congraciarse antes de marchar. Sin haber tenido un roce, nunca había conseguido que la saludara al cruzarse en la escalera. Le mandó los corazones y al tercer día llamaron a su puerta. Era la vecina con un ramo de margaritas. Se las entregó sin mediar una palabra y se marchó. A partir de aquel día empezaron a saludarse cordialmente.

Preguntas:
1.- ¿Cuál es más viejo, el mundo físico o el de Deseos?
2.- En el combate entre el bien y el mal ¿quién gana y por qué?
3.- ¿A qué región corresponde el infierno?
4.- ¿Cómo es el infierno?

5.- ¿Cómo puedes evitar la ley del talión?


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