Los
Misterios de la Obra Divina.- Bloque 2
Estamos
mostrando una línea coherente, en la que se sigue una teoría que
muestra el avance de nuestra Creación. Es importante
comprender que se trata de un relato que escenifica, al mismo tiempo,
lo que sucede (o debería suceder) en nuestra actividad diaria.
La
evolución es un ser vivo y a medida que te acompasas con sus
latidos, tu vida empieza a cobrar coherencia, las piezas encajan y
todo se vuelve más sencillo.
Ninguna
sensación resulta más agradable que la de sentir que diriges los
mandos de tu nave, que eres tú quién conduce y no las
circunstancias, como suele sucederle al común de los mortales.
Recuerda,
seguir el CCA: CONOCER,
COMPRENDER
y APLICAR.
A
continuación compartimos un poco más de información sobre nuestro
sistema evolutivo. Trata de asimilarla bocado a bocado, sin prisa,
como quien saborea una maravillosa taza de té chino.
1.
Capítulo VI -
Tensiones
en la cúpula.
Los
ángeles son seres de luz cuya principal misión es ayudar al ser
humano en su evolución.
Como hemos visto en el capítulo IV, si seguimos el orden de la
Creación, en el Quinto Día estamos destinados a convertirnos en
ángeles, entonces la pregunta que se nos plantea es: ¿son los
ángeles actuales, seres humanos adelantados?
Los
que hoy llamamos ángeles proceden de otro Periodo y fueron “creados”
por un Dios distinto al nuestro, uno anterior que ahora ocupa
más altas funciones en el cosmos. Es decir, que son la obra de un
equipo de creadores distinto del que se ocupó de la creación de las
chispas divinas destinadas a transformarse en seres humanos. Se rigen
por unas normas diferentes a las nuestras, su objetivo es el de
ayudar al ser humano a obtener poderes creadores, pero sin
alcanzarlos ellos mismos.
Imaginemos,
por ejemplo, que en una empresa se solicitan los servicios de una
firma consultora para aumentar su cuota de mercado. Los miembros de
dicha sociedad, gracias a esta ayuda, pueden ir mejorando, alcanzar
niveles más altos de eficiencia; en cambio el destino de los
consultores no es ascender en esa empresa, en todo caso lo harán en
la suya.
El
hecho de que los ángeles formen parte de otra “empresa”
y participen en la nuestra como ayudantes del jefe (Dios), hizo que
se produjera una situación que podríamos definir como de cierta
rivalidad por parte de
ellos respecto a los seres humanos. En los libros sagrados abundan
episodios en los cuales los ángeles nos acusan ante Dios, mientras
el Creador se erige como nuestro defensor. Véase por ejemplo la
Divina Comedia, de Dante.
El
génesis de la Creación y la historia del ser humano son una misma
realidad a diferentes niveles. En el séptimo Día, los humanos
habremos conquistado
poderes
creadores
y en el próximo Periodo de Manifestación
tendremos la responsabilidad de un universo, ya que ha sido
planificado así.
En
cambio, siendo siempre superiores a nosotros en conocimientos
espirituales, los ángeles nunca dejarán de ser los ayudantes
de una jerarquía más alta. Ello propició que a esta categoría
de seres le costase considerar a nuestro Dios como su auténtico
superior jerárquico y en un momento dado de la evolución estalló
la discordia en las legiones angélicas.
LUCIFER.
Lucifer
fue el más brillante representante de la Oleada angélica y
cuando Dios le comunicó que debía reducir su luz y que su principal
labor era la de conducir al ser humano
en su evolución, él se negó a seguir las directrices del Creador.
Para romper una lanza a favor de Lucifer, pensemos como se sentiría
alguien que está realizando una carrera brillante y de pronto le
notifican que debe abandonar sus estudios para dedicarse a impartir
clases a grupos inferiores a su rango. La negativa de Lucifer a
acatar las órdenes propició que él y sus partidarios, es decir,
las legiones de ángeles
que le siguieron en su rebelión, fueran precipitados al abismo.
Este
incidente puede sugerir que ser el número uno -como era el caso de
Lucifer- conlleva un peligro: el de identificarse con la verdad. En
la vida social, los individuos que brillan en cualquier dominio
siempre se encuentran a dos pasos del abismo. Los secuaces de
Lucifer, llamados luciferes, se
perdieron por la falta de adaptación a los cambios y por su negativa
a “rebajarse”, a
descender un nivel y unir su Fuego
(espiritualidad/emisividad/impulso/ energía de conquista), el
elemento con el que se encontraban identificados, con el Agua
(sentimientos/emociones/ deseos/sensibilidad/amor) el elemento al que
debían integrarse.
El
individuo que se identifica con una verdad
inamovible,
con una situación cristalizada en la vida, que se estanca en un
entorno en el cual le resultará imposible avanzar, se ve abocado a
ese simbólico abismo.
Son
esenciales las enseñanzas que se derivan de la caída al abismo de
los luciferes para el crecimiento personal: es preciso saber
descender de las alturas sublimes, cuando el porvenir evolutivo de
los demás está en juego y la estrategia requiere cierto sacrificio.
Hablamos
de abismo en el sentido de apartar las almas de estos seres de la
senda evolutiva, como dejar sus almas en “stand by” ya que nada
en el universo puede ser destruido.
Imaginemos
un matrimonio en el que uno de los dos se ha iniciado en cursos de crecimiento
espiritual y se pregunta: ¿Cómo puedo conseguir que mi pareja
participe en mi ASCENSO
espiritual? Se nos ocurren diez
sugerencias que podrían resultarle útiles:
1.-
Evita el recurso fácil de dogmatizar.
2.-
Respeta sus opiniones.
3.-
Háblale de estos temas sólo cuando pregunte.
4.-
Invita a tu pareja a participar en tus actividades.
5.-
Escúchala.
6.-
Participa en sus centros de interés.
7.-
Ayúdala en lo que sea posible.
8.-
Predica con el ejemplo.
9.-
Procura conseguir que tu pareja sea feliz.
10.-
Ponte en su lugar.
Como
puede constatarse, la mayoría de estos puntos están dirigidos a que
la persona iniciada participe en las actividades de la otra, y
parece un contrasentido,
cuando de lo que se trata es de lo contrario, de propiciar la
elevación de la pareja.
Cuando
una persona inicia un camino de ascenso
espiritual,
una buena estrategia puede consistir en respetar y comprender los
valores del otro, de su pareja o seres allegados, participar de
ellos. De este modo, la otra persona se dará cuenta de los
beneficios que puede reportarle adentrarse en el camino espiritual.
Si, en cambio, la conducta del que quiere ascender es prepotente, si
se muestra superior porque cree poseer más conocimientos, la imagen
transmitida asustará a su entorno y lo que conseguirá será lo
contrario de lo que pretendía.
A
menudo nos cuesta ponernos en la situación del otro porque somos
ajenos a sus MOTIVACIONES,
al sentimiento que le lleva a actuar de una determinada manera. Por
ejemplo, a los hombres suele gustarles las películas de acción, de
violencia o el fútbol. Si le pedimos a una mujer que comparta con su
marido el sofá cuando está absorto en una de estas emisiones, lo
más probable es que se niegue. Pero quizá en más de una ocasión
la mujer conseguiría mejorar su relación si realizara un esfuerzo y
tratara de comprender la razón por la cual su compañero adhiere a
esa “violencia”. Tal vez sea una forma de descargar su propia
violencia, sus frustraciones, su incapacidad de afrontar la relación,
de comunicarse. Teniendo en cuenta que la fuerza marciana por su polo
positivo, genera la creatividad, el arrojo, el compromiso y por su
polo contrario, la violencia, la ira. En este sentido, la violencia
sería el resultado de una creatividad que no ha encontrado salida
hacia el exterior. (Quiero entender que Kabaleb puso este ejemplo
porque la inmensa mayoría de personas que se involucran más en la
Ascensión Espiritual, suelen ser mujeres.- Sin ánimo de
generalizar)
Estamos
demasiado acostumbrados a JUZGAR
y a COMPARAR;
utilizamos el término altas y bajas “vibraciones”
como arma arrojadiza, con un sentido a veces absurdo y así pensamos
que una persona es más espiritual o avanzada que otra por el hecho
de ser vegetariana, de rezar a menudo, de visitar templos o de viajar
al Tíbet, como si la evolución se midiera a través del estómago,
del fervor o del número de visitas que uno realice a lugares más o
menos santos.
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