miércoles, 16 de agosto de 2017

Método Kabaleb -7: Los Tres Cuerpos del Ser Humano

Seguimos con el Método Kabaleb, que se me amontona el trabajo, pues ya he recibido la segunda entrega y aún no he terminado de compartir la primera.

"""6. Capítulo V - Los tres cuerpos del ser humano.
     La parte que estamos tratando ahora es la más áspera y quizá densa de este curso, pero es necesaria para facilitar una base de entendimiento sobre la que se va a desarrollar el resto del programa de la evolución. Más adelante entraremos en el proceso del nacimiento y el de la muerte o de lo que definimos como el Tránsito.
     Hemos comentado anteriormente que Dios dividió su espacio en siete planos esféricos para desarrollar su Obra, reciben el nombre de menor a mayor densidad:

1º.- Mundo de Dios
2º.- Mundo de los Espíritus Vírgenes
3º.- Mundo del Espíritu Divino
4º.- Mundo del Espíritu Vital
5º.- Mundo del Pensamiento
6º.- Mundo del Deseo
7º.- Mundo Físico

     Cada uno de estos mundos consta a su vez de siete subdivisiones, pero ese tema lo dejamos de momento.
     En el Primer Día de la Creación, la vida se desarrolló en el tercero, cuarto y quinto de estos mundos; en el Segundo Día, se desarrolló en el cuarto, quinto y sexto; en el Tercer Día, en el quinto y sexto y mitad superior del séptimo; En el Cuarto Día, nuestra vida se desarrolla en el mundo del Pensamiento (5º), en el mundo del Deseo (6º) y en el mundo Físico (7º).
     O sea, la vida en su proceso de manifestación ha ido «descendiendo» de forma progresiva hacia mundos cada vez más cristalizados, más estructurados, habiendo alcanzado ahora el máximo grado de materialización/atomización y el punto de mayor separación del espíritu.
     Considerando que el espíritu recorre un camino de Involución hacia las formas materiales antes de iniciar el camino Evolutivo hacia la esencia espiritual, podemos deducir que es preciso tocar fondo, tocar la materia para poder elevarse. Dicho de otro modo: es preferible esperar para acometer una elevación hacia lo sublime, hacia caminos espirituales, a que se hayan acumulado suficientes experiencias en el mundo físico, a que hayamos “tocado” la materia. Esto no significa que no debamos iniciar nuestro proceso espiritual, pero es preciso hacerlo sin dejar de cumplir con nuestras obligaciones cotidianas.
     Pongamos un ejemplo, el caso de Laura, una mujer que se fue a un templo budista porque tenía problemas con su marido y decidió tomar el camino de la elevación espiritual y marcharse al Tíbet. Regresó al cabo de seis meses y se encontró que todos sus problemas la estaban esperando. Se había quedado sin marido, sin casa, sin trabajo y tuvo que volver a vivir con sus padres. Le costó bastante retomar el hilo de las actividades diarias, porque se encontraba como colgada, ella definía su estado como estar a caballo entre dos mundos. (Eso lo comparto a menudo: NO se puede huir de lo que consideramos "problemas": ellos van con nosotros adonde quiera que vayamos, sólo cambio de localidad, puedo ir de Sevilla a Madrid, Paris o Australia, me llevo conmigo todos mis "problemas").
     A eso nos referimos al decir que primero es preciso vivir las experiencias materiales, para evitar quedarse flotando entre dos planos. Es necesario conocer a fondo las propiedades de la materia, sus leyes, sus funciones, su movimiento orgánico interno. (Si he decidido experimentar esas historias, no es de recibo que ahora pretenda saltarlas a piola, digo yo.)
     Pero son numerosos los aspirantes a la aventura espiritual que se dejan seducir por el canto de las sirenas, por mensajes lisonjeros, y piensan que la senda iniciática va a facilitar la solución rápida de sus problemas y luego les sucede como a Laura. Pero, aun así, acaban aprendiendo de sus errores. (Aunque hay quien necesita repetir muchas veces para aprender)
     Numerosos gurús venden paz y armonía a quien siga sus enseñanzas, pero estos estados se consiguen a través del equilibrio y este se alcanza cuando los asuntos más perentorios están en orden.
     Supongamos que una persona debe acudir a un lugar preciso para vivir ciertas experiencias, y que en su camino se encuentra con una bifurcación, estando obligada a elegir. Imaginemos que escoge la opción incorrecta. Puede que ande durante mucho tiempo, pero llegará un momento en que caerá en la cuenta de que se ha equivocado de camino. Entonces, volverá sobre sus pasos y su traspié le habrá
permitido descubrir el camino correcto.
     Es importante tomar conciencia que una senda espiritual nunca ha de representar una huida, un abandono de las obligaciones materiales de cara a la familia, al trabajo o a la sociedad. Cuando existe un deber que cumplir, significa que hay una enseñanza que aprender. Podremos empezar a volar cuando hayamos cumplido con todas nuestras obligaciones cotidianas.
     Podremos empezar a volar cuando hayamos cumplido con nuestras obligaciones. (Ojo, lo que considero "obligaciones" NO son las que me marca la sociedad y los sistemas de creencias, sino las que he asumido como Alma antes de encarnar). 
     A menudo se nos vende que aquellos que se espiritualizan son luego mejores personas y es cierto, siempre y cuando espiritualizarse signifique comprender la organización de la vida en la tierra, que equivale a conocer la estructura cósmica.
     El error se produce cuando, teniendo una serie de obligaciones que cumplir (con padres, con hijos, con el hogar, la familia, el trabajo) uno se enrola para seguir la
doctrina de un gurú que proclama, en nombre de cualquier entidad espiritual (que él ha malinterpretado), que lo abandonemos todo y le sigamos.
     Este error también se produce con los grandes iniciados. Jesucristo dijo que lo abandonáramos todo y le siguiéramos. Pero las enseñanzas de ese gran maestro son simbólicas y deben ser interpretadas como tales. Él representaba lo más elevado que puede haber en el espíritu humano y cuando proclamaba el abandono de las pertenencias, se refería al sentimiento de apego que sienten los seres humanos por los objetos que les rodean. Él quería subrayar la necesidad de desprendernos de aquello que nos ata a la materia para sentirnos libres y poder así seguir los dictámenes de nuestra conciencia.

     El desapego se consigue tomando conciencia que la vida es como un restaurante, se trata de probar los platos de la carta, saboreándolos a placer, dándoles una utilidad, pero sin necesidad de poseerlos, de sentir que son nuestros. Hemos de permitir que todo fluya a nuestro alrededor. Es una labor lenta, que requerirá un tiempo y en la que deberemos emplear paciencia."""

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