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Capítulo IV - La
formación de la galaxia.
Al
hablar de la Creación, más que relatar acontecimientos que tuvieron
lugar hace miles de años, nos sumergimos en un proceso que está
sucediendo CADA
DÍA EN
EL INTERIOR DE CADA UNO DE LOS SERES HUMANOS. LA
CREACIÓN ES UN SER VIVO, LATENTE, QUE NACE, CRECE Y SE DESARROLLA
CON CADA NUEVO DÍA. Es un proceso maravilloso que ayuda a
despertar la conciencia, que impele a sentir la vida, a saber que se
evoluciona. Es importante mostrar una actitud abierta, de
participación, de integración, de sentirse parte de un todo, en el
cual APORTANDO UN GRANITO DE ARENA AYUDAMOS A
QUE EVOLUCIONE EL PLANETA. Por lo tanto la creación es lo que
la física llama un continuum, UN PROCESO QUE
NO TIENE NI PRINCIPIO NI FIN.
El
trabajo del Dios de nuestro sistema solar consistió en mezclar
las doce esencias
zodiacales para formar con ellas todo lo que hoy existe en la
galaxia. Para llevar
a cabo su plan, dividió su espacio en siete
planos y se fijó un plazo de siete Días Cósmicos
para llevar su obra a la perfección.
Desde
un punto de vista humano parece un plazo muy corto para tanto
trabajo, pero LOS CONCEPTOS DE ESPACIO Y
TIEMPO QUE MANEJA DIOS SON DISTINTOS DE LOS QUE EMPLEAMOS NOSOTROS,
MUCHO MÁS AMPLIOS. Buscando una
aplicación práctica de esa división podríamos decir que si Dios
ha dividido su obra en etapas, nosotros
también deberíamos fraccionar nuestro trabajo en fases y fijar para
cada una de ellas un plazo determinado. De esta forma conseguiríamos
que los proyectos estuvieran organizados siguiendo un esquema
natural.
Los
espíritus vírgenes.
En
el primer Día de la Creación, Dios se dividió en pequeñas
fracciones, como si hubiera creado muchas sucursales de su empresa. A
esas filiales o sucursales les llamó ESPÍRITUS
VÍRGENES. Es un poco COMO SI DIOS SE
HUBIERA DIVIDIDO EN MILLONES DE PEQUEÑAS PARTÍCULAS O CHISPAS, COMO
SUCEDE CUANDO SE ENCIENDE UNA BENGALA. A esas pequeñas
partículas se les ha confiado la misión de colonizar la galaxia,
como lo hacían los exploradores, para recoger información acerca de
sus particularismos. Gracias a esta investigación, DIOS
(NUESTRO DIOS INTERNO) SE NUTRE Y ELEVA SU NIVEL DE CONCIENCIA PARA
PODER MEJORAR SU OBRA. (Como es
arriba, es abajo)
Los
espíritus Vírgenes, o sea, las chispas divinas, han ido bregando
durante mucho tiempo hasta adquirir un cuerpo y una conciencia
individualizada: el ser humano actual.
Primer
día de la creación.
La
presente humanidad empezó su evolución en el primer
Día de la Creación y su
estado era entonces el de esa chispa que hemos descrito. El nivel de
conciencia de
esas
chispas en el primer Día era semejante al que pueden tener los
actuales minerales,
o sea, muy básico. Se podría decir de
alguna manera que los humanos actuales,
fueron los “minerales” de ese primer Día.
(Aunque a algún ego subido le resulte chocante)
Resulta
un poco más complejo, pero hacemos esta comparación para dar una
idea aproximada del nivel de conciencia, que era muy elemental. Pero
es preciso comprender que no éramos minerales,
sino que teníamos ese estado de consciencia. Es como si
estudiáramos una lengua extranjera, el francés, por ejemplo,
podemos
alcanzar
un nivel de aprendizaje de un francés, pero sin ser francés.
Tras
el Primer Día de la Creación, vino una Noche
Cósmica, que debe entenderse
como un periodo en el que Dios asimila las experiencias de ese Día
que se
prolongó
por espacio de miles de años terrestres. Es como pararse para
reconsiderar todo
lo experimentado antes de continuar.
Si
lo aplicamos de forma práctica a nuestra vida, este punto induce a
utilizar la noche para realizar tareas
de reconsideración y
asimilación de las experiencias vividas durante el día.
Años atrás se utilizaba un dicho que proclamaba: “consúltalo
con la almohada”
Noche
y día forman una unidad inseparable, la noche siempre debería estar
asociada a la toma de decisiones.
Sería ideal que dejáramos pasar como mínimo una noche antes de
tomar una decisión importante. Paralelamente, la noche
se asimila al vasto territorio del inconsciente,
por lo tanto, desde este prisma, las tareas de reconsideración
y reflexión pueden ser realizadas en cualquier momento del día, a través
de la meditación profunda, que es una forma de
conectar con el inconsciente.
Para
practicar el dicho es preciso dormirse pensando
en el asunto que nos preocupa, formulando mentalmente la pregunta
sobre su viabilidad. Al despertar, la noche habrá depositado
la respuesta en nuestra conciencia a través de los sueños. Pero,
como decíamos, también lo podemos hacer a través de un sueño
lúcido.
Si
nos cuesta recordar lo que hemos soñado, conviene prestar
atención a las anécdotas
que sucedan durante el día siguiente al que hemos realizado la
pregunta, fijarnos
en los detalles llamativos. Si nos seduce un anuncio,
escuchemos su mensaje y
tratemos de relacionarlo con la pregunta; o si es una valla
publicitaria la que dice “adelante”,
sabremos que forma parte de la respuesta. El
universo siempre contesta,
lo
que ocurre es que a menudo queremos que nos escriban la solución en
la agenda.
Para
recordar los sueños, es preferible evitar despertarse con un
despertador, es posible
programar antes de ir a dormir la hora en que
queremos levantarnos,
simplemente
pidiéndolo a nuestros guías mentalmente.
Si
quieres aprender a interpretar las anécdotas que te suceden a
diario, te sugiero que leas mi libro El Lenguaje Simbólico de las
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